Barcelona no deja de seducir a celebridades de todo el mundo que eligen esta vibrante ciudad para vivir, trabajar o simplemente disfrutar de temporadas alejadas del bullicio de otras grandes capitales. Y no es para menos: su combinación de clima mediterráneo, oferta cultural, arquitectura única y una gastronomía que mantiene viva la tradición la convierten en un destino irresistible.
Entre los múltiples atractivos que cautivan tanto a residentes como a visitantes, hay uno que ha despertado elogios unánimes de los medios internacionales: el Bar La Plata, ubicado en pleno Barrio Gótico, muy cerca del Port Vell.
Este diminuto pero emblemático local ha sido recientemente reconocido por The Guardian como “el mejor bar pequeño de Europa” y uno de los lugares imprescindibles para comer pescado frito en Barcelona.
Una tapa del bar La Plata en una imagen de archivo
Un bar con alma, historia y sabor
Fundado en 1945 por Josep Marjanet y Joaquima Planas, el Bar La Plata nació en una Barcelona que apenas salía de la posguerra, con la ayuda de la tía Emilia, que acompañó los inicios del local. Apostaron desde el principio por una carta corta, sin florituras, que hoy sigue intacta: apenas cuatro tapas que han logrado convertirse en símbolo de la tradición gastronómica de la ciudad.
“El pescadito frito, un plato sabroso y económico, es la estrella de una carta muy simple y lo merece: sabe espectacular”, destaca The Guardian, en una reseña donde ensalza el ambiente informal, el trato cercano y la fidelidad al producto de calidad como elementos que hacen del lugar una joya del tapeo.
Desde 1972, la personalidad del bar tiene también nombre propio: Pepe Gómez, quien comenzó fregando platos y hoy es considerado el alma del establecimiento. Su simpatía, memoria y compromiso han sido clave en mantener vivo el espíritu original del local.
Las anchoas de La Plata
Reconocimiento internacional y clientes ilustres
El prestigio de La Plata no ha pasado desapercibido para figuras destacadas de la gastronomía como Ferran Adrià o el chef británico Jamie Oliver, quienes han quedado encantados con su cocina sin artificios.
Medios como Time Out, Taste Atlas y, más recientemente, The Guardian han incluido este bar en sus rankings de bares imprescindibles de Europa, reforzando su estatus como templo del tapeo barcelonés.
Lejos de las modas gastronómicas y las fusiones arriesgadas, aquí todo gira en torno a la sencillez y frescura del producto. La carta sigue fiel a sus inicios: pescadito frito (boquerones recién fritos), montadito de butifarra, montadito de anchoas marinadas sobre pan con tomate y ensalada de tomate con cebolla y aceitunas arbequinas.
Todo acompañado de vermut de la casa, vino o cerveza, en un entorno sin pretensiones, donde compartir barra y conversación es parte de la experiencia.
Cómo llegar y cuánto cuesta
El precio medio por persona ronda los 15 a 20 euros, aunque se puede disfrutar de una comida completa por menos, si se opta por raciones básicas. El icónico pescadito frito cuesta cuatro euros, lo que lo convierte en una opción económica para quienes buscan autenticidad y sabor sin artificios.
Interior del restaurante Bar La Plata, en el Gòtic
Ubicado en Carrer de la Mercè, 28, en el corazón del Gòtic, el bar está perfectamente conectado: metro L4 (Jaume I o Barceloneta), Rodalies (Estació de França) y varias líneas de autobús permiten llegar fácilmente desde cualquier punto de la ciudad.
Abre de lunes a sábado, en dos turnos: de 10:00 a 15:15 y de 18:30 a 23:00. Los domingos permanece cerrado.
Barcelona, cada vez más en el mapa de los famosos
Este tipo de locales, que conservan la esencia de una Barcelona auténtica, son también parte de lo que atrae a artistas, chefs, deportistas y empresarios que escogen la ciudad como residencia habitual o destino frecuente.
El Bar La Plata no es solo una parada gastronómica: es el reflejo de una forma de vida mediterránea, cercana y sincera, que ha hecho de Barcelona una de las ciudades más deseadas para vivir… y comer.
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