La plaza que no duerme ni deja dormir
El conflicto por el ruido y el descontrol en la plaza del Sol de Gràcia es un quebradero de cabeza para el distrito
11 junio, 2017 22:51Noticias relacionadas
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El conflicto vecinal en la plaza del Sol no es nuevo. Ni mucho menos. En plena Vila de Gràcia y con un diseño diáfano y agradable, es una plaza que cada día atrae a cientos de personas. Se sientan en el suelo a charlar y beber cervezas de los 'pakis' desde media tarde hasta la madrugada, cuando la llegada de los servicios de limpieza marca el principio del fin de la fiesta. Una fiesta que los vecinos escuchan desde primera fila desde hace ya demasiados años y ven cómo las medidas que pone en marcha el distrito no consiguen frenar el trasiego de gente.
Aunque es un problema que han arrastrado todos los gobiernos municipales desde los 90, la situación está alcanzando cotas “insostenibles”, como le reprocharon los vecinos al regidor del distrito, Eloi Badia, durante la última Audiencia Pública celebrada esta semana en la flamante carpa de los Jardinets de Gràcia. Uno tras otro, hasta diez vecinos se levantaron durante su turno de palabra para quejarse del ruido, del consumo de drogas, del incumplimiento de los horarios comerciales... una lista que todos evitaban recitar de corrillo para no “repetirse” con los anteriores.
Mientras, en el lado del Gobierno del distrito las caras eran más bien de circunstancias, conscientes de que tienen una deuda pendiente con los vecinos de la plaza del Sol. “No pararemos hasta garantizar el descanso de los vecinos”, dijo Badia entre los murmullos de los presentes, que no parecían muy convencidos. Los más contentos, los únicos quizás, eran un par de regidores de la oposición, que anotaban las quejas para llevarlas, con bastante seguridad, al próximo pleno del distrito.
POCO DESCANSO
“Me levanto todos días a las 6:00 y voy a trabajar como una zombi porque no puedo dormir”, lamentaba Rosa, que vive en la misma plaza. “Siempre está llena gente”. Cuando no es una fiesta, es una reyerta y si no la simple acumulación de personas en un espacio que favorece la resonancia. De hecho no hace falta ni estar en la plaza. El rumor indescifrable de voces va 'in crescendo' a medida que te acercas y te da una señal inequívoca de que estás en la zona de influencia de la plaza del Sol.
“Ni siquiera los bares cumplen con el horario”, protestaba otra vecina. La señora Estapé vive allí desde hace 30 años y conoce todo lo que pasa en la plaza. Lo bueno y lo malo. Igual que harían luego varios vecinos más, invitó a Badia y al resto de consejeros del distrito a que duerman una noche en su casa para comprobar lo que pasa realmente. “Deberían hacer como Maragall”, que estaba en todas partes, añade. Este tipo de afirmaciones, ciertas o no, duelen en el consistorio, que precisamente hace de la proximidad y el contacto con los vecinos una de sus señas de identidad.
EL QUIOSCO DE JUEGOS Y LA GRADA
La continua afluencia de gente ha diluido uno de los proyectos que mejor acogida han tenido en los últimos años: el quiosco de juegos, un pequeño estand que se instala por las tardes y que ofrece diferentes juegos y materiales para los niños. “Soy madre de una niña de tres años y cuando vamos a jugar a la plaza muchas veces hay gente consumiendo drogas a cinco o diez metros del quiosco”, alertaba otra Rosa. “La Guàrdia Urbana pasa por su lado y no dice nada”. Eva, también madre, ha optado por coger cada día un autobús y llevar a su hijo a un parque.
El otro foco de conflicto es la grada que hay en la parte que da a las calles Maspons y Canó. A medio camino entre unas escaleras y una pequeña grada, es el lugar ideal para que la gente se siente a beber. El problema es que está repleta. Desde el primer escalón hasta el último. Y según a qué horas pases no puedes cruzar la plaza porque están llenas y es más sencillo dar la vuelta que hacer levantar a diez personas. Todos los presentes, sin excepción, pidieron al distrito que estudie una fórmula para eliminarlas, algo que parece complicado.
EL DISTRITO RESPONDE
Badia y el resto del gobierno del distrito aguantaron con estoicismo el rapapolvo de los vecinos. Con la meticulosidad que requieren los asuntos candentes, apuntaron todas y cada una de las quejas. A pesar de las acusaciones de los presentes, el regidor y su equipo conocen perfectamente el barrio y saben que la plaza del Sol será una piedra en el zapato hasta final de mandato. “[Arreglar la situación] es una de las preocupaciones que tenemos como gobierno”. En el último año han puesto en marcha varias medidas para intentar reconducirla. “Parece que no son suficientes, así que habrá que hacer más y pensar otras nuevas”.
El horario de limpieza se ha adelantado de las 2:00 a la 1:00 para invitar a la gente a que se vaya a casa más pronto. También hay más Guàrdia Urbana: de mayo a octubre hay patrullas fijas los viernes y los sábados. Antes estaban allí hasta que había una llamada y tenían que responder. “Tenemos pocas patrullas y muchas necesidades”, se justificaba Badia, que intentaba explicar que el coste de destinar estas patrullas se ha llevado un buen mordisco del presupuesto del distrito y que por ahora no hay mucho margen porque hay otros agujeros que tapar.
En el calor de la dialéctica a veces hay confusiones y por más explicaciones que daba el regidor nadie parecía darse por satisfecho. “Hace falta una actuación drástica”, le reclamaba Remei. “Aunque sea impopular, haced alguna cosa, por favor”.