Así viven más de 100 inmigrantes en una nave ocupada de Badalona
Estas personas reclaman legalizar su situación pero los vecinos les acusan de robar y vender drogas
12 julio, 2020 00:00Noticias relacionadas
- VÍDEO: Asaltan, intentan expulsar y atacan un piso de jóvenes inmigrantes
- Entidades de Barcelona acusan a Colau de cargarse el turismo
- Trasladan al CIE de Barcelona a 17 inmigrantes llegados en patera
- Aumenta la presión contra la nave 'okupa' de Badalona
- Regresa la Unidad Omega en Badalona con más efectivos que nunca
En una gran nave industrial abandonada de la calle Guifré de Badalona viven más de 100 inmigrantes en condiciones de indigencia. La mayoría de sus ocupantes son hombres de origen senegalés y gambiano que comercian con chatarra por unos míseros euros. Explican que su estatus de “ilegales”, la exclusión social y la pobreza a la que están sometidos les ha obligado a vivir en estas condiciones y reclaman a las instituciones regularizar su situación.
El lugar fue ocupado hace más de 12 años, pero en los últimos meses los vecinos del barrio de Gorg han denunciado un “aumento del incivismo” y les acusan de robar y traficar con drogas. Metrópoli Abierta se ha desplazado hasta el lugar para relatar quiénes son y cómo viven los ocupantes del autodenominado “gueto de Badalona”.
VIVIR EN EL GUETO
En el patio central de la nave, varios grupos de hombres se reúnen para charlar en la sombra, resguardados del sol abrasador del mediodía. “Nos hacemos de psicólogo unos a otros”, explica uno de los veteranos, el senegalés Lamine, de 56 años. Alguien ha puesto música y algunos comparten una cerveza, otros fuman marihuana. Al fondo hay aparcados media docena de carritos de la compra para transportar la chatarra, y en la entrada un hombre amontona palés de madera para fabricar muebles.
La nave es la supervivencia hecha gueto. Los pisos superiores se han compartimentado en habitaciones hacinadas. Pero los recién llegados duermen donde pueden; algunos en tiendas de campaña. “Hay gente que sin un techo se ha vuelto loca. Cuando despiertas y ves que estás en la calle empiezas a enfermar”, continua Lamine, señalando a un joven que deambula sin rumbo. “¿Ves ese chico? No está bien de la cabeza”, lamenta.
SIN SUMINISTROS BÁSICOS
“Aquí puedes ir a tu bola o aportar lo que puedas, juntarlo y compartir”, describe Haji, un gambiano de 40 años, en referencia a la comida. La electricidad está pinchada. A su lado pasa un joven cargado con bidones de agua vacíos. “Antes teníamos un surtidor, que nos cortaron, y ahora tenemos que ir a buscar agua a la fuente que hay cerca del metro”, justifica.
Haji es uno de los pocos “afortunados” que ha conseguido un trabajo sin contrato en el Puerto de Barcelona. Pero eso no le bastaba para pagar un alquiler. “¿Qué hago? ¿Duermo en la calle?”, lamenta. Volver al país de origen tampoco es una opción. “Aquí hay gente que está dispuesta a morir antes que volver a África. Para muchas de sus familias sería una deshonra”, comenta Natasha, una de las pocas mujeres que visita el lugar. “Aquí tengo muchos amigos y les echo una mano en lo que puedo”, aclara.
SUELDOS DE MISERIA
Saity, un senegalés que lleva 16 años en la nave, enseña los últimos recibos que le han hecho empresas de la zona por la chatarra vendida. Lo mejor pagado es el cobre, seguido del latón, el aluminio y el hierro. Pero en las facturas de Saity el importe no supera los 5 euros. Sin papeles, está condenado a vivir de la venta ambulante, como tantos otros.
No tener regularizada su situación les convierte en un blanco fácil para la explotación laboral. “He hecho un curso de soldador en BCN Activa y en Treball i Formació, pero ven el color de mi piel y ya no soy una opción. Y las pocas veces que conseguimos trabajo sin contrato somos abusados por los empresarios, y luego ¿a quién lo denuncias?” se pregunta Lamine.
PELEA EN PLENA CALLE
Por su parte, varios vecinos del barrio del Gorg han denunciado un “aumento del incivismo”, que atribuyen a los ocupantes de la nave de la calle Guifré. También les acusan de robar y traficar con drogas. El pasado 2 de julio se reunieron con el alcalde Xavier García Albiol, quien les emplazó a una nueva reunión con los cuerpos de seguridad. Esa misma tarde se produjo una pelea entre tres jóvenes del gueto en plena calle.
“Durante el confinamiento quedamos atrapados en la nave, sin poder salir. Pasamos hambre y el ambiente se caldeó entre algunos chicos por un tema de la venta de la chatarra; pero ahora ya ha pasado y están tranquilos. A algunos, a veces, les falta un poco de educación”, les justifica Saity.
QUEJAS DE LOS VECINOS
Justo antes del estado de alarma, en declaraciones para el Tot Badalona, la presidenta de la Associació de Veïns Gorg-Mar, Teresa Vinuesa, informó que habían aumentado las quejas de los vecinos por diversas actitudes incívicas de los ocupantes de la nave. Desde la entidad llevan años reclamando al Ayuntamiento una solución. Pero Vinuesa admite que siempre que han planteado esta problemática, el consistorio ha respondido que es un espacio privado y que el propietario está de acuerdo con esta ocupación.
Captura de imagen del vídeo de la pelea entre tres ocupantes de la nave, en plena calle, grabado por un vecino / FACEBOOK
Los Mossos d’Esquadra confirman que allí viven entre 150 y 200 personas, pero no tienen constancia de que sea una zona conflictiva.
DROGAS Y ROBOS
Todos los ocupantes de la nave abandonada con los que ha contactado Metrópoli Abierta han negado rotundamente que allí se trafique con drogas o se robe al vecindario. En cambio, sí que han admitido el uso de marihuana para el consumo propio. “No tenemos dinero ni para comprar un café, ¿cómo podríamos pagar la cocaína? Lo único que queremos es poder trabajar de una forma digna”, expresa Lamine.
“La gente que roba no vive aquí. Hay ladrones que luego intentan vender las cosas en la nave, pero no son de los nuestros”, agrega Haji. “Lo que pasa es que hay mucho marroquí y sudamericano que cuando la policía les pilla dicen que viven aquí, pero ¡no es cierto!”, exclama un joven que prefiere no revelar su identidad. “A veces he visto españoles tratando de abrir coches, pero ¿cómo voy a denunciar siendo negro, okupa y sin papeles?”, se queja.
UNA VIDA DIGNA
Algunos de los inmigrantes del gueto de Badalona tienen la esperanza de que les ocurra algo parecido a lo que pasó en los antiguos cuarteles de Sant Andreu. En el 2004, la zona llegó a albergar a más de un millar de personas en situación irregular, pero el Ayuntamiento de Barcelona consiguió realojar a unos cuantos en pensiones y les permitió acogerse a un plan de reinserción laboral. “La solución es regularización, integración y formación”, resume Natasha.
“Sin papeles el empresario te explota y el Estado tampoco gana. Hay gente que opina que venimos a quitarles el trabajo, pero no piensan en la cantidad de políticos corruptos que hunden el país. Dejadnos en la calle y ya veréis lo que pasa. Sólo pedimos trabajar para tener una vida digna”, concluye Lamine, el único de todos los ocupantes de la nave que ha conseguido un contrato, por fin.