En 2007, el entonces alcalde de L’Hospitalet de Llobregat, Celestino Corbacho, empezó el año anunciando la creación de la Unidad Especial de Convivencia y Civismo de la Guardia Urbana. Al grupo, formado por 31 agentes disponibles las 24 horas de los 365 días del año, se le encomendó la misión de resolver conflictos en los espacios públicos, locales y discotecas. Durante mucho tiempo funcionó razonablemente bien, según valoran los dos sindicatos policiales de la ciudad, aunque en los últimos años la unidad ha sufrido una sangría de agentes. Hoy, tan solo seis policías forman a los Yankees, el apodo del grupo en el cuerpo. El Ayuntamiento (PSC) trabaja para relanzar esta unidad con 24 agentes. El objetivo del regidor de Seguridad, Pepe Castro, es conseguirlo este verano.
La unidad dispone de material parecido al que usan los antidisturbios de los Mossos d’Esquadra y la UREP de la Guardia Urbana de Barcelona. Tienen casco, defensa y escudo que pueden usar en casos de elevada conflictividad. No tienen competencia de orden púbico, pero pueden actuar como tales a requerimientos de la policía catalana. Controlan la venta de alcohol en comercios, supervisan las licencias de los negocios y abordan los conflictos que se puedan generar en las terrazas y en la calle en general. En zonas donde se trapichea con drogas, su sola presencia solía ahuyentar a los camellos de las esquinas. El Sindicato de Policías Locales y Mossos d’Esquadra de L’Hospitalet (SPL-CME) considera que se ha "dejado morir la unidad" con una consecuencia: un aumento del tráfico de estupefacientes en la vía pública.
"LA DESESCALADA IMPLICARÁ MÁS VIGILANCIA"
"Ojalá podamos tener la unidad lista para junio", avanza el concejal de Seguridad de L’Hospitalet a Metrópoli Abierta. "La desescalada no será fácil, implicará más vigilancia", avisa. Castro cuenta que desde el 4 de febrero de 2020 intenta llegar a un acuerdo con los sindicatos policiales para relanzar la unidad. Desde el SPL-CME afirman no tener ninguna pega, siempre y cuando se actúe de acorde a la "legalidad". UGT, en cambio, sí discrepa de las condiciones laborales previstas porque no se encuentran, dice, bajo en el convenio colectivo.
"Han intentado hacer una unidad a gusto y semejanza de la jefatura con unas condiciones de trabajo que no aceptamos. Se debe reconocer la disponibilidad de los agentes", explican fuentes de la sección de la Guardia Urbana de UGT, que apuntan al horario como un motivo de discordia. Asegura que las 12 horas de los turnos no está reflejada legalmente. "Han ido apretando a la gente con las condiciones y la gente está cansada. Las horas que trabajan son de peor calidad que el resto del cuerpo", señala el sindicato.
PLANTILLA JOVEN
La concejalía de Castro quiere implementar algunos cambios de criterios respecto al pasado. Habrá pruebas de actitud física, de capacitación y entrenamiento personal. Una vez en la unidad, cada agente deberá superar una evaluación y, cada dos años, un 33% de los integrantes deberán abandonar el pelotón para garantizar la juventud entre los miembros. El regidor socialista recuerda que esta unidad de intervención de masas fue la segunda de Cataluña después de la creación de la actual UREP de Barcelona. La Omega de Badalona, recién recuperada por el popular Xavier García Albiol, se inspiró en la unidad de L'Hospitalet.
"Los primeros 10 años funcionó muy bien, limpiando plazas, establecimientos y cumpliendo los horarios en comercios, consultorios, etc.", recuerda Juanjo Torán del SPL-CME. El sindicalista subraya que la organización del cuerpo depende del área de Seguridad y que aunque el "quiera llegar a consensos, él decide y es quien manda".
MENOS DELITOS Y MÁS CONFLICTOS
En 2007, el alcalde Corbacho puntualizaba en la presentación de los Yankees que la convivencia ciudadana había cambiado, porque así lo había hecho la sociedad y sus conductas. "La ciudadanía se ha vuelto más exigente. Un problema de ruido vecinal hace diez años se toleraba, y ahora no", manifestaba. Catorce años después, Castro apunta a un nuevo cambio en el abordaje de los problemas de la convivencia, esta vez, provocado por la pandemia.
Como ha ocurrido en todas las grandes ciudades, la pandemia ha provocado un descenso de delitos y un aumento de los conflictos de convivencia. "Antes había más llamadas cuando alguien hacía el gamberro en la calle. Ahora se pueden recibir hasta 50 llamadas una noche quejándose del vecino por tener la televisión muy alta, por una fiesta, etc." Esta nueva situación dificulta la atención de la decena de patrullas que trabaja una noche en L'Hospitalet. "Hay que ir hasta la casa, hablar con los vecinos e identificar el problema. Esto lleva tiempo. Ni con 20 patrullas más llegaríamos a cubrir todos los avisos", explica Castro, en alusión a las quejas sindicales relativas a las "decenas de avisos" que algún fin de semana han quedado sin respuesta.