Los cinco agentes de la Unidad Omega de la Guardia Urbana de Badalona fijan su mirada en la televisión. Pasan pocos minutos de las 22.00 horas de este jueves en la comisaría de la cuarta ciudad de Cataluña y los policías cenan de sus táperes mientras comentan la interpretación de un engominado Viggo Mortensen en el papel de un mafioso ruso. Ha transcurrido la mitad de su jornada, que arrancaba a las 18.00 horas, con algunas vigilancias estáticas por la ciudad. A las 22.45, el pelotón, liderado por el caporal Ángel Bernal, salta a la furgoneta negra. “Esperamos una noche tranquila, pero nunca se sabe. Este trabajo es muy impredecible”, pronostica. Metrópoli acompaña a la unidad en una de las últimas patrullas para vigilar el toque de queda nocturno, una medida que finaliza este domingo.

Como cada noche desde hace seis meses, las calles de Badalona (223.166 habitantes) están prácticamente vacías. Desde el asiento del copiloto, Bernal baja la ventanilla para reñir o advertir a los pocos ciudadanos que detecta. Media docena de ellos aseguran que son musulmanes, que están haciendo el ramadán y que vuelven de la mezquita. “Márchense para casa, no se alarguen más. Buenas noches”, les indica.

PRIMEROS SANCIONADOS

En La Salud, la furgoneta se detiene al lado de dos hombres de unos 30 años. Explican que iban de camino a casa, “a tres minutos” de donde estaban. Uno de ellos tiene antecedentes por falsedad documental y un agente lo registra. “Van bastante tomados”, comenta el caporal. No tienen justificante laboral y quedan sancionados por incumplir el toque de queda. Al hombre con antecedentes, además, se le informa que recibirá otra multa por no llevar mascarilla. Diez minutos más tarde, la furgoneta arranca de nuevo y sigue su ruta.

Un agente de la Omega vigila a dos hombres que incumplían el toque de queda nocturno mientras son idenfiticados / PABLO MIRANZO



La Omega patrulla las calles de la ciudad desde febrero, cuando el alcalde, Xavier García Albiol (PP), cumplió una de sus principales promesas de campaña: recuperar una unidad eliminada por el gobierno de Guanyem Badalona En Comú de Dolors Sabater (2015-2019). “Nuestra principal función es reforzar la protección en los servicios más peligrosos o que requieran una intervención con más personal de lo habitual”, explica Bernal. Los agentes tienen formación en control de masas, parecida a la de las unidades Brimo y Arro de los Mossos d’Esquadra. En el interior del vehículo, disponen de cascos, porras y escudos.

VISITA A SANT ROC

Cuando el furgón se dirige a identificar unos jóvenes que huyen corriendo, un hombre, que también es sorprendido en la calle, intenta librarse de la sanción dando un chivatazo a los agentes. “Están ahí detrás”, les dice. La siguiente parada es la plaza Roja del barrio de Sant Roc. La unidad se dirige a aquellos puntos con quejas vecinales y que registran problemas puntuales. Allí encuentran a cuatro hombres bebiendo cerveza en un parque infantil protegidos por un arbusto circular en estado de embriaguez. “Estamos de celebración, agente. El amigo ha sido padre”, intenta justificar uno.

Un guardia urbano consulta su móvil en el interior de la furgoneta / PABLO MIRANZO



El ambiente se tensa en pocos segundos cuando el fotógrafo intenta captar unas imágenes. Los cuatro increpan al periodista y uno lo amenaza directamente. “Como me hagas una foto te parto la cámara. Me da igual. Como si está aquí todo el cuerpo de la Guardia Urbana de Badalona”, le suelta con los cuatro agentes delante. El periodista intenta tranquilizarlos y un par de minutos después la situación se normaliza. El que le ha amenazado le pide ahora disculpas, entre las bromas de un colega. “Dadnos 20 euros cada uno que ha sido padre, hombre!”. Más tarde, los agentes tramitarán cuatro sanciones Alfa 79 (por incumplir el toque de queda nocturno) y cuatro más por beber alcohol en la calle.

14 EFECTIVOS

Un omega explica que, en algunas intervenciones, los ciudadanos elevan el tono de la voz para llamar la atención de más vecinos para que bajen a apoyarles. “A veces, un grupo numeroso puede dar problemas, pero también te los puede dar un grupo con pocas personas. Cada intervención es diferente”, cuenta Bernal, con 30 años de experiencia en el cuerpo. Él y el conductor son los únicos agentes de la unidad que ya pertenecieron a la antigua omega. El grupo actual lo forman 14 urbanos y dos mandos. La intención del Ayuntamiento es doblar los efectivos e incorporar dos nuevos vehículos.

Los miembros de la Omega cenan y se toman un descanso antes de volver a su furgoneta / PABLO MIRANZO



Antes de abandonar la plaza Roja, Bernal pide a los cuatro amigos si conocen a un hombre inconsciente que se ha pasado con la bebida y que yace en un banco con restos de vómito en el cuerpo. Lo conocen, le ayudan a levantarse y se lo llevan para casa.

La furgoneta no abandona Sant Roc, "el barrio con más conflictividad" de la ciudad, en palabras del agente. El vehículo se dirige a un lugar frecuentado, habitualmente, por jóvenes bebiendo en la calle. "Cuando nos ven salen corriendo. Nos ven a un kilómetro de distancia y se escabullen rápidamente", apunta. En esta ocasión, sin embargo, una docena de jóvenes que hacen botellón en una calle ni se inmutan cuando las luces azules anuncian la llegada de la policía. Tienen entre 18 y 25 años y no corren a esconderse. Los agentes les piden la documentación y estos colaboran. "No son de los peores. La mayoría están blancos (sin antecedentes). Solo alguno tiene varios antecedentes por robos con fuerza".

LA 'MANO IZQUIERDA' DEL JEFE

En esta parada, Bernal pide a los dos periodistas que no salgan del vehículo. No se toman fotos, pero uno de los jóvenes, muy atento a cada movimiento, detecta la cámara en las manos del fotoperiodista y pide explicaciones al conductor, que vigila de pie junto al furgón. "Agente, que le he visto la cámara", le dice sonriendo. "Es muy importante la mano izquierda del jefe. Eso vale mucho, más que cualquier maniobra física que te puedan enseñar. Es muy importante el primer tono de voz. No hay que entrar a machete, pero tampoco puedes expresar dudas porque te comen", comenta el chofer.

Los urbanos se interesan por un hombre inconsciente tumbado en un banco / PABLO MIRANZO



"Hay que calibrar cada actuación", comentará minutos más tarde Bernal, que evita registrar a los chavales al ver su buena predisposición. A todos ellos les anuncian la doble sanción. El caporal explica que la intención de la Omega es tener un papel disuasorio. Con la simple presencia de los policías, con el casco colgado en la pierna y el uniforme protector, la unidad consigue rebajar varias revoluciones la tensión del conflicto por el que han sido avisados.

FIESTA ILEGAL

El furgón circula por la calle de Alfons XIII, ubicada debajo de la carretera C-31, lugar habitual de consumidores de heroína y con numerosos coches aparcados, algunos abandonados. El pasado domingo fue uno de los objetivos de uno de los pirómanos de la ciudad. El fuego intencionado quemó 11 vehículos. Otros tres chicos, de pie, junto a un local, llaman la atención del caporal. "Es el local de siempre", comunica Bernal por radio. Cuando abren la puerta salen ocho personas más. Celebraban una pequeña fiesta en una sala, usada habitualmente como lugar de culto. Una circunstancia que en las últimas semanas se ha repetido en varias ocasiones.

De vuelta a la comisaría, el guardia urbano valora la patrulla. "Una noche sin incidentes, como en los últimos días", observa. La preocupación crece cuando habla del escenario que vivirán las calles de Badalona y del resto de Cataluña a partir del domingo, con el fin de la prohibición de salir a la calle a las 22.00. "Hay inquietud porque la percepción general es que la gente tiene muchas ganas de salir. Tampoco volveremos a la normalidad. Soy cauto, creo que tendremos mucho trabajo cuando se termine el toque de queda", avisa el jefe de turno de la Unidad Omega.

Bernal, en primer plano, da instrucciones a sus hombres / PABLO MIRANZO



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