El alcalde de Terrassa, Jordi Ballart, se presentará a elecciones al frente de la lista de Tots per Terrassa (TxT), que formó tras desertar del PSC. Conocido saltimbanqui populista, bajo su mandato Terrassa era otra ciudad boyante hasta que cayó en manos de un arribista que llegó al extremo de instrumentalizar políticamente una grave enfermedad de su hijo para no alejarse de la alcaldía. Alcaldía a la que llegó violando la ley que regula el gasto electoral de los partidos. Entre sus logros, destaca la inseguridad ciudadana con mayor presencia de narcotraficantes, bandas latinas, okupas, navajazos y tiroteos. Y fue denunciado por la policía local por incumplimientos de compromisos laborales y por la desaparición de multas relacionadas con el confinamiento durante la pandemia. El asunto se zanjó con la dimisión de un concejal de Ballart por asuntos personales.
Con semejantes antecedentes, ahora se niega a refugiar comunes y comunas en su lista cuando en los comicios generales coqueteó con el ex podemita Íñigo Errejón, al que repudió tras su fracaso. Ballart quiere gobernar en solitario, aunque mantiene un pacto con ERC, con el que vota conjuntamente en la Diputación de Barcelona. También acusaba a los partidos tradicionales de enchufismo y amiguismo. Y ahora incurre en más de lo mismo, corregido y aumentado, ya que su marido, Ignasi Sagalés, ha sido colocado como asesor de la Diputación. El transformismo de Ballart recuerda al de aquellos personajes que saludaban con el puño izquierdo cerrado a los comunistas y con la mano derecha abierta a los fascistas.