Que se prepare Ignacio Blanco para digerir la defecación que le regalará el Tió y el carbón que le dejarán los Reyes Magos. Presidente de Vox en Asturias, ha dimitido tras dejar un pufo de casi dos millones de euros en Cornellà y es el responsable del cierre del Llobregat Centre. Su increíble coartada es que se retira de la primera fila de la política por motivos “estrictamente familiares, personales y profesionales”. Familiares no se sabe, pero profesionales no le faltan, ya que su historial de impagos y sus deudas superiores al millón de euros afectan a más de doscientos trabajadores.
Sin despeinarse, ha declarado a la prensa: “Que eso se vincule con mi situación política genera cierta carnaza”. Y asegura que las actuaciones de reestructuración de deuda “siempre son difíciles porque empiezas de malo y acabas de bueno”. Mientras se pasa de malo a bueno, según su concepto de la maldad y la bondad, a Blanco le caen y caerán un pedrisco de denuncias y demandas de los propietarios afectados en el centro comercial de Cornellà, que le exigen que rinda cuentas sobre sus actuaciones. Pero mientras, Blanco no se transforme en bueno, sigue siendo el malo y el feo de esta lamentable película.