El alcalde de El Prat de Llobregat, Lluís Mijoler Martínez, pasará a la historia local como el primer alcalde del que huyen hasta los policías municipales. Surgido de las filas ecopijas de ICV, ganó la alcaldía como miembro de El Prat En Comú y, como fanático comunero, se propuso acabar con los encargados de cumplir y hacer cumplir la ley y el orden. Como resultado, El Prat ha visto incrementados los delitos en un 54% respecto a 2022 y ha logrado que su ciudad sea una de las que ostenta más delitos de España.
Soviético de vocación, fue vendedor de seguros, administrativo de una constructora y de un banco. Otro más de los pseudo-comunistas que han colaborado con los poderes que odian. Autoritario que no da explicaciones a la prensa, también ha conseguido que el aeropuerto y el centro comercial Splau sean emplazamientos que baten récords de criminalidad. Y mediante unas pésimas condiciones laborales y una insuficiente dotación policial, los guardias se van a otras ciudades vecinas. Enemigo declarado de los sindicatos que defienden a los funcionarios uniformados, sus subordinados se ven obligados a realizar diez mil horas extras al año. Con una plantilla envejecida, el aeropuerto, el centro comercial y el conflictivo barrio de Sant Cosme son puntos negros y peligrosos con cada vez menos vigilancia y más vandalismo. Mientras Sant Cosme es casi un gueto, once policías locales no tienen plaza fija porque la alcaldía se salta la normativa de evaluaciones.
Con semejante currículum, típico de los antisistema que viven del sistema, Lluis Mijoler presume de ser hijo y vecino de El Prat de toda la vida. Circunstancia de la que El Prat no tiene culpa alguna.