Mientras el mundo sobrevivía a la pandemia en 2021, una menor de Sant Adrià de Besòs luchaba sola contra algo mucho peor: el acoso escolar. Una epidemia para la que el silencio no es la solución. Por eso hoy, Día Internacional contra el Bullying, su madre ha decidido alzar la voz para decir basta a todos aquellos que les han intentado callar durante tanto tiempo. "El Col·legi Sant Gabriel convirtió a mi hija en la culpable del problema, en vez de poner el foco en las personas que la acosaban", explica Laura, madre de E.C, a Metrópoli. "Mi hija era capaz de pedir perdón por algo de lo que no tenía culpa", lamenta.
"COSAS DE NIÑAS"
Al explicar la historia, Laura recuerda años de sufrimiento, miedo y angustia, donde la felicidad de E.C. estaba en manos de un grupo de compañeras de su clase que la acosaban. Ir al colegio se convirtió en una pesadilla de la que era imposible salir. Todo empezó en la primaria, con actos que pasaron desapercibidos bajo la lapidaria frase del centro "son cosas de niñas", que la menor escuchó tantas veces que acabó creyendo.
Hasta que un 17 de mayo de 2021, cuando su hija cursaba 3º de la ESO, saltaron las alarmas: "Entré en su habitación y vi que estaba teniendo un ataque de ansiedad", cuenta la familiar. El motivo, varios mensajes de contenido sexual por parte de hombres mayores de edad que ella desconocía. Un contenido inapropiado que le llegó justo después de varias amenazas por parte de sus compañeras esa misma tarde: "Salseo querías, salseo tenéis".
IDENTIDAD FALSA
Alguien había compartido a través de un perfil falso sus datos personales en una aplicación de citas. "Cada media hora desconocidos llamaban a mi hija por teléfono para tener relaciones sexuales con ella", explica la madre. Llegados a este punto, Laura dijo basta y pidió ayuda al colegio, que volvió a darle la espalda. Según relata la afectada, lo que su hija llevaba soportando durante tanto tiempo no fue suficiente para el Col·legi Sant Gabriel. Tampoco para inspección, que "negó lo evidente". Las continuas vejaciones verbales como "das asco", las agresiones físicas y la sustracción de objetos personales, no se consideraron como acoso escolar en este centro de Sant Adrià de Besòs.
Fue entonces cuando decidieron denunciar la situación policialmente y judicialmente, al mismo tiempo que investigaban por su parte. Laura descubrió que los hombres que continuamente escribían y llamaban a su hija habían conseguido el teléfono personal de E.C. a través de la web de contactos Connected2.me. Una información que consiguió gracias a la colaboración de algunos de los desconocidos que escribieron a la menor. Un perfil falso les había enviado el número personal del móvil de E.C. sin su consentimiento. "Algunos se asustaron al descubrir que se trataba de una menor de edad. Otros, en cambio, quisieron colaborar para ayudarnos a descubrir quién había sido", relata la afectada. Al tratarse de un perfil con un nombre y una imagen falsa, la familia de E.C. nunca llegó a saber si se trataba de sus compañeras de clase. Aun así, Laura lo tiene claro: "Esas niñas eran capaces de cualquier cosa".
ACOSO DOMICILIARIO
Pero lo peor aún estaba por llegar. Un mes después, tres hombres se presentaron en el domicilio familiar preguntando por el padre de E.C. e indicando que eran conocidos suyos. En esos momentos, en el interior de la casa solo se encontraban los dos hermanos pequeños de la menor. La familia llamó a la policía, que los identificaron y echaron de allí. Nadie de la familia los conocía. "Nunca he pasado tanto miedo como ese día. Mi hija no paraba de culpabilizarse, a lo que yo solo podía decirle: 'Cariño, son acosadoras, no asesinas'", cuenta.
La familia de E.C. relaciona este episodio con las presuntas acosadoras de la menor, aunque no se ha podido demostrar que sea así. "Cuando un niño sufre bullying, cree que él es el principal culpable porque así te lo hace creer el mundo", opina la familiar. Laura tiene pruebas de todo lo que su hija ha tenido que sufrir con tan solo 15 años. "Lo peor de todo es que nada es suficiente para aquellos que podrían ayudar a recuperar a mi hija. Mi niña de antes ya no está", lamenta.
CAMBIO DE CENTRO EDUCATIVO
Cuando un alumno de un colegio sufre situaciones de acoso escolar, el centro tiene la obligación de facilitar a la familia un informe detallado con los episodios de bullying. Laura explica indignada que el Col·legi Sant Gabriel no siguió el protocolo y que en ningún momento se les entregó el documento. Lo consiguieron un año más tarde, después de acogerse a la Ley de Transparencia, pero incompleto. "El informe que nos entregó el director estaba lleno de mentiras y con la información cambiada", asegura.
Ahora, E.C. está en manos de la Fiscalía de Menores dentro del Programa de Víctimas de Violencia, que a través de la ayuda psicológica están haciendo todo lo posible por devolverle la seguridad y confianza. "Si algo he aprendido de todo esto es que jamás volvería a llevar a mi hija al Col·legi Sant Gabriel. No solo nos abandonaron, sino que nos hicieron dudar de nuestra intuición como padres, y esto es algo que no me perdonaré nunca", dice. Ahora parece que E.C. está mejor, intentando ser feliz en un nuevo centro educativo.
CIFRAS PREOCUPANTES
Las consultas por violencia contra los niños y adolescentes en los últimos años han protagonizado un claro aumento. Según datos de la Unidad de Apoyo al Alumnado en situación de Violencia (USAV) de la Conselleria de Educación de la Generalitat, en lo que llevamos de año ya han atendido 458 llamadas, la mayoría para denunciar casos de acoso escolar. Estos datos suponen más de una llamada al día, unas cifras que se han triplicado en los últimos tres años.
Este mes de mayo se cumplen dos años desde que se puso en marcha la Unidad de Apoyo al Alumnado en situación de Violencia (USAV), con el fin de reducir las situaciones de violencia en la comunidad educativa y ofrecer asesoramiento a los centros escolares. Las víctimas de violencias pueden contactar con la unidad a través del teléfono 900 923 098, o escribiendo a la dirección usav.educacio@gencat.cat.