Hay un fenómeno que debe ser analizado, como muestra de un mal que aqueja a la sociedad contemporánea, en Catalunya, en el resto de España y en buena parte del mundo occidental. Se trata de la indigencia moral de una cierta izquierda que dice ser alternativa y sigue cometiendo errores tan graves que no se pueden explicar por un desconocimiento o por deslices coyunturales.

Ha sucedido en Badalona. Pero hay otras muchas localidades. En las elecciones municipales de este domingo, un político, Xavier García Albiol, ha superado todos los registros, al obtener 18 concejales, doblando la suma del resto de fuerzas políticas que obtienen representación. Es algo colosal, que debe entenderse como un mérito del dirigente del PP, pero también como un claro demérito del resto de dirigentes políticos de la ciudad. La responsabilidad no se puede repartir por igual. Hay que fijarse en algunos de esos representantes, que parecen sordos ante una realidad cada vez más exigente.

Lo señaló el que fuera teniente de alcalde en Barcelona, Ferran Falcó, un convergente clásico, que sabe reconocer al adversario político que se ha ganado un reconocimiento. “Cuando un partido gana en 250 mesas de 256 mesas electorales no se puede, no se debería decir, que Badalona es de ultraderecha. No lo es. Y repetirlo sólo pone en evidencia la desconexión bestial que se tiene de la realidad, y una pretendida superioridad moral que genera angustia”.

Y es que la representante de Guanyem Badalona, la que fuera alcaldesa de la ciudad, Dolors Sabater, ha llegado a decir que la victoria de Albiol es muy peligrosa. “Es un momento grave para la ciudad y el país, la extrema derecha ha penetrado con fuerza y lamentablemente Badalona lidera este crecimiento hasta el punto de lograr una mayoría absoluta. Hay que revertirlo en un futuro próximo. Seguiremos luchando tanto en la calle como en la institución”. Recordemos: llegó a ser alcaldesa.

Esa es la posición. Frente a una victoria de un calibre que no tiene precedente, una izquierda que se reclama alternativa y muy apegada a la realidad social, sostiene que ha llegado la ultraderecha. Es una izquierda indigente.

Las mayorías sociales se pueden equivocar. Nadie puede considerar que los apoyos masivos, por ser muy numerosos, ya tienen la garantía para ser considerados como racionales. Pero sí es cierto que los apoyos sostenidos a un determinado político, que no ha podido gobernar, porque se han planteado acuerdos de todos contra él, --Sabater fue alcaldesa gracias a esa práctica, y luego fue ‘invitada’ a salir por ser una incompetente—muestran que los vecinos de una ciudad han visto algo importante en él, que desean darle una nueva oportunidad.

García Albiol ahora sí tiene una gran responsabilidad. No habrá excusas. Tiene el poder que precisaba, tiene las conexiones con las administraciones locales del área metropolitana que le pueden ayudar, tiene la voluntad de mejorar las cosas y debe tener ahora el mejor equipo para implementar su proyecto. En cuatro años deberá presentar un balance que sea claramente satisfactorio, en una ciudad dura, difícil, que exige un esfuerzo enorme, y no sólo por parte del consistorio.

Pero lo que no tiene ningún sentido es que esa izquierda que habla tanto de derechos no se ocupe de las obligaciones. Es verdad que se puede actuar con populismo, que se puede diagnosticar bien, y no solucionar nada, que se puede ser simpático y luego demostrar ineficiencia, pero no es menos cierto que se debe hablar de seguridad, de vivienda, de civismo, de inmigración, de falta de medios locales, de situaciones precarias y buscar cómo solucionarlas. García Albiol, que pecó en el pasado de impulsar campañas más que discutibles, tiene ahora la oportunidad para gestionar con claridad y con transparencia una de las ciudades más importantes de Catalunya.

Hay, también es verdad, situaciones que pueden resultar injustas. El actual alcalde, Rubén Guijarro, había comenzado a encarrilar la ciudad, con la ayuda, también, del Gobierno de España, con inversiones importantes. Pero lo que había sembrado García Albiol ha dado ahora sus frutos. Si obtiene 18 concejales, con el apoyo de las zonas del centro de la ciudad –que son otro planeta en comparación con los barrios periféricos, donde se habla en catalán y se exhiben estelades—es que la cosa es muy seria. Demuestra que se ha ganado la confianza de una ciudad.

Comienza el partido. En cuatro años, García Albiol deberá presentar su hoja de resultados.