José Luis Ruiz Casado no sabía que sería su último día de vida cuando salió por la puerta de su casa aquel 21 de septiembre del año 2000. Dos terroristas pertenecientes a la banda criminal ETA lo esperaban fuera ese día. Sabían que el concejal del Partido Popular (PP) dejaba su domicilio, ubicado en la calle Bogatell de Sant Adrià de Besòs, sobre las 07:45 horas para coger el coche y dirigirse a su puesto de trabajo en una empresa ubicada en el polígono industrial de la Zona Franca de Barcelona.

Cuando el político se dirigía al vehículo, Fernando García Jodrá y José Ignacio Krutxaga le salieron al paso y le dispararon en la cara. Para rematarlo, cuando la víctima ya estaba en el suelo, le tirotearon una segunda vez. Acto seguido, ambos asesinos huyeron hasta donde estaba su compañera de comando, Lierni Armendaritz, que les esperaba en un coche para emprender la huida.

El concejal asesinado por ETA en Sant Adrià, José Luis Ruiz Casado / RRSS

23 ANIVERSARIO DE SU ASESINATO

Este jueves se cumplen 23 años del trágico suceso que conmocionó a Sant Adrià y sus vecinos no han olvidado a José Luis. Ruiz Casado ejercía desde 1995 como concejal por el PP en el municipio regentado entonces por los socialistas. Había sido el candidato número dos en las listas del PP en los comicios municipales de 1999. En la fecha de su asesinato, participaba en el Gobierno local en las comisiones de Urbanismo, Consorcio del Besós y Consorcio de La Mina, cargos por los que no recibía remuneración. Conciliaba su labor política con su puesto de jefe de tráfico internacional terrestre en la delegación en Barcelona de la multinacional belga ABX Logistics.

Antes del crimen, José Luis y otros dos concejales del PP habían tenido una discreta escolta policial hasta que ETA anunció su tregua. Por entonces, hacía más de seis años que la banda criminal no mataba en Catalunya. Padre de dos hijos menores, Ruiz Casado fue el primero de las cinco víctimas que ETA se cobraría en la comunidad autónoma en cuestión de seis meses. Un suceso que sorprendió a mucha gente, ya que de Sant Adrià se hablaba entonces bien poco y José Luis era uno de los ediles que más implicación por los barrios degradados mostró.

COCHE QUEMADO EN LA MINA

Tras perpetrar el asesinato, los tres etarras condujeron hacia el barrio de La Mina, donde abandonaron a pie el vehículo y le prendieron fuego para borrar todas las huellas. Más tarde se hicieron con otro coche robado con una matrícula falsa.

Con el tiempo, los tres etarras fueron detenidos y la Audiencia Nacional los condenó a 33 años de prisión cada uno. Sus manos están manchadas de la sangre de multitud de víctimas, entre ellas también la del ex ministro socialista Ernest Lluch.

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