Arnau era un bailarín de 27 años de Gavà que falleció el 16 de octubre de 2021 en Arabia Saudí después de que cayera el coche en el que iba subido por un barranco durante una excursión por el desierto. Junto a él iban otras nueve personas: tres artistas italianos que también murieron, un herido grave que continúa en rehabilitación y cuatro personas más con heridas leves. El conductor saudí, declarado culpable del accidente, consiguió salvarse al haber saltado antes de que se precipitara el vehículo. 

Esta es la información que tiene Roció Alises, la madre de Arnau, sobre la causa que provocó el fallecimiento de su hijo. Estos datos salen de una sentencia no oficial que le envió la embajada española a ella, y, por tanto, no se puede tener en cuenta. El abogado saudí que tiene contratado Rocío jamás le ha enviado dicha sentencia y, pasados dos años, continúa sin recibir noticias suyas del estado judicial del caso. Mientras, ella continúa una lucha incansable por encontrar la verdad. ¿Qué le pasó realmente a Arnau? Esa es la pregunta que se hace Rocío desde que murió.

UN FARO DE LUZ EN EL ESCENARIO 

Arnau era “un enamorado del baile”, explica su madre recordando lo especial que era su hijo. Desde muy pequeño sabía que su destino estaba ligado a la danza clásica, y sus padres lo inscribieron en la escuela de Gavà Leonor Vives. El talento de Arnau era innegable y todo su entorno lo reconocía. “Era luz cuando bailaba, cuando estaba en grupo todo el mundo lo admiraba”, explica la madre. Su amor por la danza era tan profundo que nunca ha trabajado en otra cosa que no estuviera relacionada con ese arte. Le daba igual que fuera la celebración de un cumpleaños, si tenía que ir a un festival o un teatro.

Arnau decidió ir a Riad junto con otros tres bailarines italianos porque la empresa italiana para la que trabajaban organizaba un festival de danza en este país. Durante su estancia allí, aprovecharon un sábado que libraban para alquilar una excursión en coche por el desierto. El vehículo en el que iban subidos estaba dividido en dos cabinas: la primera, donde se encontraba el conductor con otras dos personas, y la otra trasera, donde iba Arnau con los italianos y demás bailarines.

EL COCHE PERDÍA LÍQUIDO DE FRENOS

El recorrido de la ruta por el desierto incluía la subida a una montaña cerca de la zona. En el momento de hacer la excursión era ya de noche y el coche iba perdiendo líquido de frenos –los mismos tripulantes se lo iban advirtiendo al conductor–. Estaban subiendo la montaña cuando de repente dieron con una bifurcación. El conductor escogió un camino que les llevaba directos a un barranco. El coche no pudo frenar y cayó por un desnivel de 90 metros. El conductor pudo saltar antes de que el coche se precipitara. A pesar de que el guía gritó “saltad”, las personas que iban detrás, entre ellos Arnau, no lo pudieron escuchar.

Rocío estaba en casa de su madre cuando se enteró del fallecimiento de su hijo. Era de noche. En Arabia Saudí pasó sobre las 19:00 horas. La empresa italiana llamó a la hermana de Rocío para decirle que había pasado un accidente muy grave. En ese momento, la hermana acudió de inmediato a casa de su madre para informarles de la noticia. Pasados unos minutos la empresa volvió a llamar –ya cuando toda la familia estaba reunida– confirmando a Rocío la muerte de su hijo.

“No podías llorar al teléfono, tenías que estar contenida y solo poner el oído para no perderte ningún detalle de lo que te estaban contando”, relata la madre. “Una hora increíble de aguante”, subraya. Una vez se acabó la llamada, toda la pena reprimida afloró: “Solo podía llorar”, recuerda la madre. Unas vecinas enfermeras fueron a consolarla. “Nos dieron medicación para poder relajar toda la ansiedad que teníamos”, expresa. Al día siguiente, un equipo de psicólogos se había instalado en su casa. “Mi casa se llenó de gente buena”, afirma. Había voluntarios que les llevaban hasta la comida. “En un momento así tu cabeza no te da para nada”, recuerda.

UN MES Y MEDIO EN REPATRIAR A ARNAU

“Pero cuando sí que te entra una agonía que no te la acabas es cuando te dicen que puede pasar un mes o mes y medio en repatriar a tu hijo”, confiesa. “Gracias a periodistas que lanzaron un mensaje de reclamo, la embajada se volvió a poner en contacto con el delegado del gobierno español para traer lo antes posible el cuerpo de mi hijo”, explica. Llegó pasados 12 días de haber fallecido.  

Rocío ya tenía a su hijo en casa. Así que pudo organizar su entierro en el Teatre Atrium de Viladecans y despedirse de él de la mejor manera: en el escenario. En ese sentido se quedó tranquila. Pero todavía faltaba una pieza muy importante: saber qué pasó ese día 13 de octubre de 2021 en Arabia Saudí. Entonces, el ansia de información comenzó a aparecer. 

NI INFORMACIÓN NI INDEMNIZACIÓN

“El abogado saudí que tengo contratado no me contesta desde hace dos años, tampoco a mi abogado internacional que le ha bombardeado a emails, WhatsApp's y llamadas”, expresa Rocío. “Salió una sentencia no oficial que culpaba al conductor del accidente y no me la ha enviado”, continúa explicando. “La recibí porque contacté con la embajada, pero me dijeron que no se podía tener en cuenta porque no era oficial”, añade. La que sí que es formal, ha salido, según le ha informado su abogado internacional. Sin embargo, solo está en manos del abogado saudí que no responde. 

“Me puse en contacto con el delegado del gobierno español y él me dijo que hablaría con el Ministerio de Exteriores, pero no me dio ninguna solución y me volvió a enviar a la embajada”, explica Rocío. “Tampoco he recibido la indemnización que me prometieron por la pérdida de mi hijo”, lamenta la madre de Arnau con profunda impotencia.

Rocío no logra comprender por qué su abogado saudí no responde, y mucho menos puede entender por qué no proporciona información sobre la causa de la muerte de su hijo. “No sé qué están tratando de ocultar”, se pregunta. “Existe una ley internacional que reconoce el derecho a conocer los detalles en caso de la muerte de un ser querido en el extranjero, y en mi caso, no se está cumpliendo”, concluye Rocío. La entrevista acaba con estas palabras, pero su lucha por desentrañar la verdad no ha terminado. 

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