En el barrio de Albarrosa de Viladecans se respira miedo. Desde hace más de un año, sus vecinos están atemorizados, fruto del asentamiento de un grupo violento de okupas en la urbanización, instalados desde hace meses en el Casino de Albarrosa. Los mismos lo definen como “una pesadilla” en la que se sienten solos pese a denunciarlo en numerosas ocasiones al Ayuntamiento de Viladecans. “Estamos desesperados porque nos sentimos desamparados”, denuncian varios vecinos a Metrópoli.
El casino lleva okupado desde 2019. Durante estos cinco años han pasado por el local diferentes personas, aparentemente, no muy problemáticas. Pero esta situación ha cambiado desde hace más de un año: en marzo de 2023 se instaló un grupo violento de delincuentes con antecedentes policiales que les hacen “la vida imposible” a los vecinos, tal como ellos mismos relatan a este medio. “La policía sabe quiénes son, porque son de Viladecans”, apuntan los mismos, “pero no hacen nada”.
Amenazas de muerte
Desde la llegada del último grupo de okupas al casino se han vivido numerosos momentos de tensión en el barrio. En una ocasión, y según aseguran los vecinos, los okupas dispararon contra la puerta de una vivienda cuando un hombre se disponía a entrar, y todo porque denunció días antes la situación a los Mossos d’Esquadra. En otra, agredieron a un vecino tirándole botellas de cristal. También atacaron la casa de una mujer con ladrillos.
Agresiones que se suman a intentos de robo semanales, tráfico de drogas, amenazas, botellones y mucho más. Este sinvivir se acentúa los fines de semana, cuando se reúnen hasta más de 10 okupas en el edificio. “Por la noche hacen tanto ruido que es imposible descansar”, denuncia el barrio. Durante el día, en cambio, duermen. Un horario de actividad que contrasta con el de los vecinos, que cada noche tienen que lidiar con la Policía Local.
Orden de alejamiento
La tensión en el barrio está a punto de estallar. Tanto es así que los okupas tienen una orden de alejamiento contra uno de los vecinos de Albarrosa. A mediados de julio del año pasado, uno de los inquilinos del casino, bajo los efectos de las drogas, intentó agredir a unos menores tirándoles piedras. Carlos (nombre ficticio para preservar su identidad) salió a defenderlos. Se enfrentó a los okupas, que lo amenazaron de muerte. “Me dijeron que me iban a cortar el cuello”, relata a este digital.
Carlos denunció la situación y fueron a juicio. El juez decretó una orden de alejamiento. La cuestión es que viven a 50 metros de la casa de Carlos, que desde entonces teme represalias. “Es increíble, les ponen una orden de alejamiento en vez de echarlos de allí”, lamenta la víctima.
Propiedad de la Sareb
El Casino de Albarrosa es actualmente propiedad de la Sareb, popularmente conocida como el banco malo. En sus inicios fue la sede social de los vecinos del barrio; tenía unos 140 socios que organizaban encuentros culturales y actividades deportivas y gastronómicas. Pero se vendió con el propósito de edificarlo. Con la llegada del boom inmobiliario se intentó recalificar el suelo para construir viviendas, pero el Ayuntamiento de Viladecans se opuso.
El promotor abandonó la propiedad, ahora hace más de 15 años, que terminó en manos de la Sareb. En su día, una empresa de telefonía quiso instalar allí una gran antena, pero la propuesta fue rechazada por el pleno municipal. Desde entonces, siempre ha estado okupada, una situación que los vecinos de Albarrosa han denunciado incansablemente a las administraciones, que “miran hacia otro lado”. La sensación de los vecinos, tal como relatan a este digital, es que “los inquilinos tienen total impunidad porque el Ayuntamiento no hace nada”.
“En julio del año pasado nos reunimos con el gerente, el intendente de los Mossos d’Esquadra y el jefe de la Policía Local para tratar el tema. Nos dijeron que estaba judicializado”, narra uno de los vecinos, que también expresa sentirse engañado porque no fue hasta octubre cuando el Ayuntamiento de Viladecans interpuso una multa, tres meses más tarde.
Por su parte, el gobierno municipal, liderado por el socialista Carles Ruiz, asegura a este medio que desde la llegada de los okupas violentos al casino han reforzado la seguridad policial en la zona, sobre todo en verano, y que están en constante contacto con la Sareb y los vecinos para hacer un seguimiento de la situación y “colaborar en todo lo posible”.
De hecho, en las últimas semanas, el consistorio ha incrementado la vigilancia con un dispositivo especial denominado Unidad de Apoyo y Convivencia, que actúa en las horas nocturnas para “evitar las molestias que los ocupantes del casino pueden ocasionar a los vecinos”. “Hemos intervenido en varias ocasiones e identificado a las personas que se encuentran en su interior”, señalan los mismos. Además del seguimiento policial, los arquitectos municipales accedieron hace unos meses en el edificio para determinar su estado de habitabilidad. A pesar de que no existe un riesgo de derrumbe, fuentes del gobierno confirman que presenta un visible deterioro.
Por otro lado, la Sareb asegura a Metrópoli que llevan tiempo trabajando en el desalojo del casino, para el que han presentado varias denuncias. “Lamentamos mucho la situación de los vecinos”, expresan. Por el momento, hay abiertos dos procedimientos judiciales. Según relatan a este medio las mismas fuentes, están a la espera de una sentencia firme del juzgado de Gavà para poder ejecutar el desalojo: “Así lo queremos porque se trata de una okupación conflictiva sin casos de vulnerabilidad. Ahora, el plazo es cosa de los juzgados, no nuestra”, señalan. Una vez desalojado, la Sareb asegura que pondrán en marcha un procedimiento de seguridad para que el inmueble no se vuelva a okupar, además de buscar a un comprador.
Barrio residencial
Los okupas ponen en jaque la convivencia en el barrio de Albarrosa. En sus inicios era una urbanización residencial tranquila donde la mayoría de los chalets eran una segunda vivienda de la gente pudiente de Barcelona, que venían a pasar los fines de semana y las vacaciones de verano a Viladecans. Con los años, el barrio pasó a ser la opción de residencia de todos estos barceloneses, muchos de ellos jubilados. “Queremos recuperar la tranquilidad que perdimos hace tantos años”, apuntan desesperados sus vecinos a Metrópoli, que añaden sentirse escuchados tan solo por el Partido Popular de Viladecans, liderado por Fernando Moya.