Sandra, Nuria y Mireia, paradistas del Mercado de Collblanc

Sandra, Nuria y Mireia, paradistas del Mercado de Collblanc METROPOLI

Gran Barcelona

Mireia, paradista en L'Hospitalet: "No queremos que Collblanc sea un mercado de diseño, sino cuidar su esencia"

El plan de reforma del histórico mercado amenaza con convertirlo en una galería de tiendas y "despojarlo de su identidad tradicional", denuncian varias comerciantes herederas de décadas de historia y resistencia comercial

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Es primera hora de la mañana en el Mercado de Collblanc y el aire huele a bollería recién horneada mezclado con los productos de limpieza utilizados para empezar la jornada. 

Por los pasillos de suelo gastado se escuchan ruedas de carritos arrastrándose, saludos que van y vienen, y un leve murmullo que procede de las terrazas de alrededor. En uno de los oscuros pasillos centrales, Sandra, Nuria y Mireia levantan un día más la persiana.

Exterior del Mercado de Collblanc

Exterior del Mercado de Collblanc METROPOLI

Tres mujeres, herederas de negocios familiares —uno de ropa de hombre, otro de edredones y otro de ropa interior— llevan más de tres décadas resistiendo entre toldos, perchas y cajas de cartón. Las tres han crecido entre lonas y diferentes generaciones de clientes, y hoy comparten la misma preocupación: "El Ayuntamiento quiere acabar con el mercado y con su esencia".

Una transformación que amenaza con "desdibujar la identidad"

El Mercado de Collblanc, inaugurado en 1932 y declarado Bien Cultural de Interés Local, se enfrenta a una transformación que promete modernidad, pero que muchas paradistas viven con incertidumbre.

El Ayuntamiento de L’Hospitalet ha impulsado un proyecto de reforma integral valorado en seis millones de euros, que contempla desde la retirada del amianto hasta la reorganización de las paradas exteriores e interiores.

La intervención, aseguran a Metrópoli desde el área de Ciudad Transformadora del consistorio, busca “adaptar el mercado al siglo XXI sin romper con su arraigo en el barrio.”

Una de las paradas cerradas del Mercado de Collblanc

Una de las paradas cerradas del Mercado de Collblanc METROPOLI

Entrevistas individuales con los paradistas 

Sin embargo, muchas vendedoras no terminan de ver ese equilibrio. “Llevamos más de 10 años oyendo lo mismo sobre las obras y no han hecho nada. Siempre reuniones, promesas, y nada cambia", lamenta Nuria desde su mostrador.

Aunque el Ayuntamiento asegura haber realizado entrevistas individuales con cada paradista para ajustar el diseño a sus necesidades concretas, la percepción general entre ellas es otra: “No nos entienden". 

De paradas a tiendas con cristales

Uno de los elementos más discutidos es la transformación física de las paradas abiertas en pequeñas tiendas cerradas con cristaleras. La propuesta municipal defiende que cada comerciante podrá personalizar su espacio con mayor autonomía, incluso con entrada independiente, y que eso “dará flexibilidad y permitirá nuevos modelos de negocio”.

Pero para muchos, el cambio representa una amenaza al espíritu del mercado: "Si nos convierten en tiendas normales, la gente no nos verá como siempre", denuncia Nuria.

Pasillo interior del Mercado de Collblanc

Pasillo interior del Mercado de Collblanc METROPOLI

"La vida cotidiana"

Para estas vendedoras, el verdadero valor del mercado no está en su estructura sino en su vida cotidiana, en el contacto directo con el cliente, en las conversaciones espontáneas que ocurren frente al mostrador, sin necesidad de abrir una puerta de cristal. “Aquí la gente viene a hablar, a vernos. Y esto se perdería.”

Además del rediseño, el plan también contempla una reducción de las paradas exteriores —de más de cien a setenta— y la reubicación provisional de los negocios durante las obras.

Mientras desde el Ayuntamiento aseguran que “el compromiso es no cerrar el mercado en ningún momento”, las paradistas no terminan de confiar en la logística. “Nos quieren meter donde están los puestos de pescado, con todo lo que eso conlleva para la ropa. Y además, ¿dónde cabemos todas? No hay espacio”, protesta Sandra.

"No quiero que mis hijas se dediquen a esto"

La falta de relevo generacional se suma al malestar general. “No quiero que mis hijas se dediquen a esto. Yo voy a luchar por mi parada, pero este no quiero que sea su futuro”, confiesa Mireia.

Parada con un cartel de venta por jubilación en el Mercado de Collblanc

Parada con un cartel de venta por jubilación en el Mercado de Collblanc METROPOLI

En los pasillos del mercado cada vez hay más silencio. Muchas paradas lucen la persiana bajada y los pocos clientes que quedan se mueven entre huecos vacíos. Antes venía todo el mundo, esto era vida, bullicio, conversación. Ahora hay silencio”, dice una vecina del barrio mientras arrastra su carrito rojo por un pasillo medio desierto.

Crear un espacio híbrido

El Ayuntamiento insiste en que su intención no es borrar el mercado, sino reinventarlo. “No es solo una obra: es una operación de futuro, de barrio y de ciudad”, defiende Cristina Santón, responsable del proyecto.

Prendas de ropa de hombre en el Mercado de Collblanc

Prendas de ropa de hombre en el Mercado de Collblanc METROPOLI

La idea, explica, es crear un espacio híbrido en el que convivan comercio fresco, restauración, servicios y cultura. “Queremos atraer a nuevos perfiles sin perder los de siempre.”

Pero a pie de parada, la sensación es que las prioridades no son las mismas. “No queremos un mercado de diseño, queremos un mercado con gente”, zanja Sandra.