Maria Àngels, la última quiosquera de Sant Adrià Sant Adrià del Besos
Maria Àngels, la última quiosquera de Sant Adrià de Besòs, ante su jubilación: "Otros no aguantaron porque esto no es fácil"
Maria Àngels, de 63 años y nacida en La Mina, ha atendido durante 31 años el emblemático quiosco de la avenida de la Platja: ahora se despide para disfrutar más de su familia y descansar
El quiosco de Maria Àngels bajará persiana en diciembre tras 31 años de trabajo en Sant Adrià de Besòs. Sus huesos ya no pueden soportar un invierno más en esa caseta. La humedad de los días, de los más fríos y también de los más calurosos, se le ha metido dentro. Y ya es hora de "disfrutar" de su familia.
Lo cuenta la última quiosquera de Sant Adrià a una redactora que recuerda perfectamente las paradas para comprar un helado en el quiosco de Maria Àngels, antes de llegar a la playa. De eso hace ya casi dos décadas. Pero hay momentos que se congelan en la memoria.
En medio de la avenida de la Platja, en el barrio de Sant Joan Baptista, la caseta ha sido siempre un oasis para la gente que acudía andando a la zona de costa desde otros puntos de la ciudad. Revistas, periódicos, crucigramas, sudokus... Hasta chuches, patatas y bebida. Un módulo que lo tenía todo y que incluso se convirtió en punto de encuentro de los vecinos de la zona. Hasta este 2025.
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Los clientes, una familia más
Maria Àngels cree que es ley de vida. Los años no pasan en balde para nadie. Pero ella los ha vivido. Dice que tiene dos familias: la suya y la que ha formado con sus clientes. Aquellos a los que conoce a la perfección.
En este breve rato de charla que transcurre en una silla de playa y en un taburete plantados junto al quiosco, los vecinos se aproximan.
No hace falta que le digan a Maria Àngels lo que quieren porque ella ya lo sabe. A uno le entrega un periódico deportivo. A otro, un diario. Lo hace apenas sin mirar la edición. Y les da el cambio --porque las monedas y los billetes todavía resisten en este quiosco-- sin pensárselo mucho.
A la vez, les pregunta por su salud. Por sus familias. Hasta por sus trabajos: "He visto a muchos niños crecer. Niños que ahora tienen sus mujeres y sus hijos", cuenta orgullosa.
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Un primer día "emocionante"
La mujer de 63 años y del barrio de La Mina recuerda con cariño el primer día que subió la persiana del negocio. Explica que fue muy "emocionante" porque la gente se acercaba, curiosa.
Antes de ella hubo otros. "No aguantaron porque esto no es fácil. Ser autónomo, pagar el módulo, dejar un fondo a cada periódico que vas a vender...", enumera la quiosquera.
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La pérdida de su marido
A Maria Àngels se le hizo duro por partida doble. Coger el quiosco fue idea de su marido, que se enteró de que el ayuntamiento lo subastaba, por allá en el año 94. "Lo cogimos con toda la ilusión. Yo venía de trabajar 17 años en Calzados Minerva y me había quedado sin el empleo", narra a este medio.
Pero la vida a veces aprieta. Su marido falleció a los tres meses de abrir el negocio. Se quedó sola con una niña de cinco años a su cargo. "Algunos días me ayudaba mi hermana, pero fue durísimo".
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Pandemia, un parón
Sin embargo, no se echó para atrás. Estuvo a diario, de lunes a domingo. Levantándose a las 04:00 horas. Atendiendo desde las 05:00 hasta la 13:00 y de 17:00 a cierre. "Los sábados y los domingos eran los mejores días", recuerda Maria Àngels.
La pandemia, eso sí, lo trastocó todo. Los meses que daban más dinero pasaron a ser los peores: "Ahora julio y agosto no valen para nada. Y eran los fuertes", se lamenta la quiosquera. "No tenía que hacer muchas cuentas durante ese tiempo". Pero, al final, se tuvo que "quitar" de los helados y las patatas. No se lo podía permitir.
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"No me faltaba el desayuno"
Aún así, de los peores momentos también nacen bonitos recuerdos. "Como era un negocio esencial, seguí abriendo cada día y no me faltaba nunca mi café caliente ni el desayuno", agradece Maria Àngels, que siempre se ha sentido cuidada por los vecinos.
La mujer asegura que se lleva bien "tanto con los buenos como con los malos". De hecho, el respeto al quiosco ha imperado todos estos años: "Solo me robaron una vez. Se llevaron la caja, pero yo no estaba dentro. Había salido a aparcar el coche bien".
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Hacer puzzles y leer
Ahora, Maria Àngels disfrutará de su hija y sus tres nietos --dos de ellos, mellizos--. ¿Y a qué se dedicará ahora? Pues a hacer puzzles y a leer, sus pasatiempos favoritos. "Nada de maquinitas", expresa la mujer, que se niega a "modernizarse" en ese sentido.
El cierre de negocios emblemáticos forma parte de la "evolución". O eso dicen. Para Maria Àngels, esto no es "progreso". "Hemos perdido esa cercanía, ese tú a tú", se entristece. "La gente se va de vacaciones fuera, ya no hace vida en el barrio. No hablamos entre nosotros".
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Homenaje
Maria Àngels echará mucho de menos su quiosco. Y la gente la echará todavía más en falta. "Es la mejor, no os lo imagináis", comentan unos cuantos clientes que acuden a por su periódico de la mañana.
Hace pocos días, la Asociación de Vecinos de Sant Joan Baptista rindió homenaje a esta entregada comerciante. Por su entrega y sacrificio durante 31 años en hacer un Sant Adrià mejor. Son esos momentos los que se lleva con ella.