Cristian Fernández, médium, tarotista y clarividente, en una entrevista con Metrópoli

Cristian Fernández, médium, tarotista y clarividente, en una entrevista con Metrópoli Òscar Gil Coy Barcelona

Gran Barcelona

Cristian Fernández, el médium de Sant Boi que contacta con el más allá desde niño: “Cambio la vida de la gente”

Este joven dejó su trabajo como instructor físico para dedicarse a la mediumnidad, una pasión que su familia siempre ha respetado y a la que ve dedicándose toda su vida

Otros reportajes: Albert Raurich, exjefe del restaurante elBulli: “La gente no aguantaría ni dos horas con Ferran Adrià”

Llegir a Català
Publicada

Desde pequeño, Cristian “supo que era diferente”. Su percepción de la vida va más allá de lo visible y asegura que es capaz de “comunicarse con los fallecidos”. Hace unos años, decidió dejar atrás su trabajo como instructor físico para adentrarse en la mediumnidad, que compagina con la clarividencia y el tarot.

A sus 38 años, ha convertido sus experiencias “paranormales” en una vocación con la que afirma “transforma vidas”. Guía a “quienes buscan consuelo” con la convicción de que su labor es “un servicio para el alma”.

Con más de 60.000 seguidores en Instagram y con una comunidad que ha traspasado fronteras, en conversación con Metrópoli relata cómo empezó todo, las experiencias que más le han marcado y sus proyectos de futuro.

Cristian Fernández, médium, tarotista y clarividente, en una entrevista con Metrópoli

Cristian Fernández, médium, tarotista y clarividente, en una entrevista con Metrópoli Òscar Gil Coy Barcelona

“Me veo dedicándome a esto toda mi vida”, asegura Cristian, quien anima a todo aquel que sienta lo mismo a no tener miedo y adentrarse en un camino que, dice, le ha cambiado por completo: “ya no soy la misma persona de antes”.

En tu carta de presentación explicas que “desde muy pequeño pude vivenciar experiencias extrasensoriales y paranormales”. ¿A qué te refieres?

Cuando tenía cinco meses recuerdo que me vi frente a mí mismo. Iba en un carrito y fue como si me pusieran un espejo delante. Esto me impactó tanto que nunca se lo conté a nadie. Después, con cuatro años, empecé a escuchar voces dentro de mí. Oía que me llamaban: “Cristian, Cristian…”. Pero yo pensaba que era normal, que era imaginación mía.

¿Cómo te iniciaste en la mediumnidad?

Siempre he sido un chico sensible y he pensado que había algo más. Con 15 años ya tenía barajas de cartas, leía el horóscopo, me interesaba por la astrología, la numerología… y hace cinco años sentí que debía dedicarme a este mundo. Fue como un despertar espiritual. Entonces dejé mi trabajo de instructor físico y empecé con las cartas del tarot.

En un momento, recibí información a través de imágenes. Sentía que mi consultante tenía a su padre con él, y me llegaba incluso su nombre. Ahí me di cuenta de que no se trataba de tarot, sino de mediumnidad. 

¿Te formaste con alguien o fue un camino autodidacta?

Al principio no sabía por dónde empezar, así que hice una mentoría. Ahí noté un cambio y, a través de mis experiencias y prácticas, gané mucha confianza en mí mismo y supe darle forma a todo lo que sentía. En internet encontré a grandes profesionales que se dedicaban a ello y empecé a formarme para dar sesiones yo también.

¿Cómo reaccionó tu entorno cuando lo supieron?

Primero, como es normal, les impactó mucho. Pero mi familia siempre me ha apoyado en todo. Es cierto que yo tenía un trabajo fijo y que, de repente, les dijera que eso ya no me llenaba, que no me motivaba y que iba a ser médium… es lógico que se preocuparan por cómo iba a vivir.

Pero, aun así, siempre me han apoyado; he tenido esa suerte.

Ahora se ha visto que ese instinto no te ha fallado, porque te dedicas a ello y te va muy bien.

Y además es maravilloso porque cambias vidas. Realmente es algo que todos podemos hacer, pero que no nos atrevemos a despertar por miedo a lo desconocido y porque existen muchos tabúes en torno a ello. La gente piensa que se trata de “ver a muertos”, pero no es así. Cuando hablo con alguien, yo recibo información: nombres, si alguien ha fallecido… pero no veo a nadie.

Organizas sesiones de mediumnidad. ¿En qué consisten?

Cuando la gente quiere hacer una sesión con un médium es porque desea volver a sentir a su ser querido o recibir un mensaje suyo. Hay personas que han perdido hijos muy jóvenes, y esas son pérdidas irreparables. A través de las sesiones, les pongo en contacto con ellos dándoles datos y detalles que solo ellos saben. De esta manera sienten a su hijo, y esto es muy sanador.

Hay mucha gente que ha perdido familiares y necesita volver a tener ese contacto o simplemente saber que están bien y descansando en paz para poder encontrar paz en su alma y seguir con su vida.

¿Te ves dedicándote a esto toda tu vida?

Me gustaría. Ahora cobro, pero cuando me jubile me gustaría seguir aunque sea gratis. Ahora no me queda otra porque tuve que dejar una profesión para dedicar muchas horas a ayudar a la gente. Pero el día que tenga una pensión, me encantaría seguir dando mensajes y sanando a las personas que necesitan contactar con su ser querido. Para mí, eso es una bendición.

¿Cuánto valen estas sesiones?

En mi caso, oscilan entre los 50 y 100 euros, dependiendo del tiempo. Las de media hora suelen quedarse cortas, así que lo habitual es que duren una o dos horas. Los consultantes me dicen que se les pasa el tiempo volando porque están a gusto sintiendo a su ser querido. De ahí pago mis impuestos, el 21 % de IVA, el IRPF…

Además de estas sesiones individuales, también realizas grupales en teatros.

Hago sesiones privadas, por videollamada y también en teatros. A los seguidores les gusta tener un encuentro en su ciudad, así que voy y doy voz a las almas que se presentan en ese momento ante 500 o 600 asistentes. Voy dando mensajes entre el público de forma aleatoria. El precio de las entradas ronda entre los 20 y 25 euros.

Cada miércoles por la noche, a las 22:30, hago directos gratuitos en Instagram.

De hecho, ahora te vas a Latinoamérica…

Sí, ahora estoy de gira. He estado por España y a principios de septiembre estaré en Medellín. Este es el primer año que hago sesiones en teatros. En Barcelona me estrené en el Teatro Acuarela, con unas 200 personas. Lo máximo que he tenido han sido 600 asistentes en Madrid.

El próximo 1 de noviembre, por Todos los Santos, estaré en el Teatro Plaza de Castelldefels dando voz a todas las almas que se presenten.

¿Hay límites éticos que te marcas a la hora de hacer una sesión?

No siempre, pero hay veces que sí lo creo conveniente. Si veo que mi consultante está débil o sensible, y es un tema que le puede hacer mucho daño, se lo transmito con mucha delicadeza. No suelo callarme nada, pero lo explico de manera que no le impacte tanto.

Lo único que sí me guardo es cuando me transmiten que un familiar va a fallecer. Muchas veces, uno ya sabe que un ser querido está en sus últimos días por enfermedad u otras causas. Pero cuando no lo saben, entiendo que recibir esa noticia sería muy duro, así que no lo digo.

También pongo límites cuando alguien quiere usar la sesión para discutir con la persona que está en el plano espiritual o para pedir explicaciones. No quiero estar en medio de esas batallas.

Además, también eres clarividente y tarotista. ¿Qué diferencia hay entre ellas?

El vidente o clarividente es quien puede anticiparte información de tu futuro, como cuántos hijos vas a tener o si te vas a casar, y lo hace sin cartas. El tarotista utiliza las cartas para revelar información a través de las imágenes y arcanos. El médium, en cambio, contacta con seres queridos que están en el plano espiritual.

¿Cómo respondes a las acusaciones de que esto es un fraude o autoengaño?

Me lo encuentro constantemente, pero no le doy importancia. Sé que me dedico a una profesión donde no ves con los ojos, y eso puede generar desconfianza. También entiendo el escepticismo de quienes han tenido malas experiencias con otros videntes, pero no se nos debe meter a todos en el mismo saco.

Respeto a quienes no creen; yo me quedo con el feedback de mis consultantes. No tengo por qué convencer a nadie.

¿Hay alguna experiencia que te haya marcado especialmente?

Muchas. La última fue con una mujer que había perdido a su hijo de 10 años por un cáncer. Mientras hacíamos la sesión, no dejaba de venirme a la mente la imagen de dos manos entrelazadas. Cuando se lo comenté, me enseñó una figura de barro que habían hecho antes de que su hijo falleciera, donde podían verse sus dos manos cogidas.

En otra ocasión, hablando con una mujer que había perdido a su hijo en el parto porque su vida corría peligro, empecé a sentir un dolor muy fuerte en el pecho, tanto que casi paramos la sesión. Cuando se lo conté, me explicó que, al dar a luz, le tuvieron que poner una inyección en el corazón al bebé para que no viviera.

Cristian Fernández durante una de sus sesiones en un teatro de Barcelona

Cristian Fernández durante una de sus sesiones en un teatro de Barcelona Instagram (@medium_cristian_fernandez)

¿Cuál es tu público mayoritario?

Mujeres de entre 30 y 70 años, aunque también hay algunos hombres.

¿Crees que ahora hay más aceptación en torno a todo esto?

Mucha más. La gente está más abierta a las energías. Antes no se trataba tanto, aunque sigue siendo un tema con muchos tabúes, pero sí que está mucho más aceptado y se habla más.

En Sant Boi, tu ciudad natal, ¿la gente te conoce? 

Tampoco soy una estrella (ríe). Sinceramente, que se me reconozca por lo que hago no es algo que me motive, porque no deja de ser un ámbito doloroso. Me gusta pasar desapercibido. Pero a veces me piden fotos o me preguntan: “¿Eres Cristian, el médium?”.

¿Cómo ha cambiado tu vida desde que eres médium?

En todos los sentidos. Antes era una persona impaciente y muy materialista. El trato con la muerte te hace valorar muchas cosas; ahora vivo más el día a día. Ya no busco la felicidad en lo material, sino dentro de mí. Ya no soy el Cristian de antes.