Torre Garcini es una antigua masía situada en el barrio del Guinardó. Rodeada de un amplio jardín, se encuentra deshabitada desde que hace unos años los propietarios decidieron mudarse y sus herederos optaron por venderla. La adquirió la inmobiliaria Núnez y Navarro con la intención de derribar el edificio y construir pisos en el amplio solar.
En cuanto supieron de las intenciones de la inmobiliaria, los vecinos de la zona empezaron a movilizarse, sobre todo los del coqueto Pasaje Garcini, que temen que el lugar pierda su encanto si en el lugar de la masía se construye un bloque de pisos que rompa la estética.
El tiempo ha ido pasando, Torre Garcini continúa esperando un futuro. Los vecinos quieren que Ayuntamiento y Núnez y Navarro lleguen ya a un acuerdo para que el actual edificio se conserve y el espacio se destine a equipamientos; bien un centro para gente mayor, una biblioteca, una guardería…
VIGILANTES
El Ayuntamiento ya logró que el pasado año la Subcomisión de Urbanismo de Barcelona, dependiente de la Generalitat, aprobara la modificación del Plan General Metropolitano para darle a Torre Garcini la calificación urbanística de equipamiento público municipal. Sin embargo, Núñez y Navarro continúa ostentando la titularidad del terreno, habida cuenta que hasta ahora no ha aceptado las ofertas que le ha hecho el consistorio para que se lo cediera.
De hecho, los vecinos observan como diariamente vigilantes privados se dan una vuelta por la calle para comprobar que nadie ha intentado ocupar los terrenos, e incluso un jardinero se ha encargado de recortar las hierbas que crecen descontroladas. Lo que no han logrado es evitar que unas gaviotas instalen su nido allí, algo que a los vecinos no les hace mucha gracia.
La empresa propietaria tapió puertas y ventanas para evitar que el edificio fuera ocupado, y los vecinos aseguran que el interior está bastante bien conservado, “aunque al ser un edificio antiguo tiene una distribución un poco rara”, aseguran.
Desde el consistorio aseguran que han iniciado los trámites administrativos para llevar a cabo la expropiación de los terrenos, de manera que se puede iniciar el proyecto de rehabilitación de la masía y sus aledaños a partir del próximo año.
NADIE DICE NADA
Pero los vecinos son escépticos. “Por ahora nadie nos ha dicho nada y por aquí solo vienen cuando hay elecciones. Se hacen la foto y se van, hasta las próximas”, asegura Enric Pérez, vecino del pasaje. “Hubo un tiempo que se dijo que el acuerdo con Núñez y Navarro ya estaba hecho, pero luego se desmintió. Creemos que quisieron cambiar estos terrenos por otros que a la empresa no le convencían, por lo que al final no hubo acuerdo Yo entiendo la postura del propietario, que la compró y quiere obtener un beneficio. Pero nosotros queremos que se haga algo para el barrio”.
Para evitar sorpresas, los vecinos están permanentemente alerta. “No queremos que entren las máquinas y empiecen la demolición. En cuanto tiren una sola pared, se acabó. Les pondrán una multa, la pagarán sin problemas y construirán sus pisos. Y nosotros nos quedaremos sin un edificio emblemático y sin equipamientos. Por eso estamos atentos para ver si aparecen las máquinas por aquí”.
Un asunto que sí parece preocupar a los vecinos es la facilidad con que los niños entran en el jardín. “No será la primera vez que lo hacen. Entran aprovechando que hay algún agujero en la valla. A veces les hemos tenido que llamar la atención para que salgan. Dentro hay un pozo que tiene unos cuantos metros de profundidad. Si algún niño se cae, tendremos un disgusto”.
El tiempo pasa y la masía, que ya lleva diez años deshabitada, puede acabar sufriendo el paso del tiempo, lo que obligará a aumentar el gasto para su rehabilitación. Los vecinos están pendientes y confían en la palabra dada por los responsables del ayuntamiento, pero por el momento no ven la salida del túnel. Y así, Torre Garcini continúa con un futuro incierto.