Vecinos de los búnkeres del Carmel: "Vivimos en la peor calle de Barcelona"
Los habitantes de una calle aledaña a las antiguas baterías antiaéreas explican que los botellones y la dejadez de la zona no les dejan vivir
12 noviembre, 2022 00:00Noticias relacionadas
Los vecinos de la calle de la Gran Vista (El Carmel) de Barcelona no pueden más. Aseguran estar "hartos y asqueados" de la degradación y las paupérrimas condiciones en las que viven, así como del abandono institucional al que, aseguran, han sido sometidos. Y es que viven en una calle cada vez más dejada, que acumula desperfectos, con problemas de movilidad, en constante conflicto con turistas, visitantes y okupas que hacen botellones y no les dejan dormir. "Vivimos en la peor calle de Barcelona", denuncian.
Daniel, un vecino de la zona, concreta que los problemas con los jóvenes que transitan por la calle son constantes, pues se trata de una de las pocas vías que conecta con los conocidos búnkeres del Carmel. "Todos los fines de semana hay fiestas y botellones. Los ves subir por la noche con alcohol y, de madrugada, bajan y pican a los vecinos para pedir hielo o preservativos", narra. También explica que de viernes a domingo es imposible dormir por el ruido de dichas fiestas, situación que se agrava en verano, porque los botellones son más constantes.
"Un vecino una vez se enfrentó a un grupo de jóvenes que estaban meando en la puerta de su domicilio y recibió una paliza", comenta indignado. Pero no solo hay problemas con turistas y visitantes que se dirigen a los búnkeres, sino que un grupo de okupas se ha instalado en un edificio que lleva unos diez años pendiente de ser derribado y montan fiestas en las que se juntan hasta 40 personas.
LOS BÚNKERES, PENDIENTES DE CIERRE
La zona de los miradores de los búnkeres, un lugar de gran atractivo turístico de la ciudad, lleva tiempo pendiente de una obra que permitiría cerrarlos a partir de las 22:00 horas cada día. A priori, plantean, eso podría suponer una mejora para el descanso de los vecinos.
La actual regidora del distrito, Rosa Alarcón, ha explicado a este medio que las obras comenzaron el pasado 15 de septiembre. Ahora se está trabajando en los talleres, a lo largo de noviembre se empezará con la limpieza de la zona y antes de finales de año con el montaje de las vallas. Los trabajos, tendrán una duración aproximada de medio año, por lo que la reforma del área debería estar lista la primavera de 2023. En total, la obra tiene un coste de unos 1,4 millones de euros. Puede consultarse la licitación de la obra a través de este enlace.
Pero esta obra podría no ser la solución definitiva al problema. Los vecinos se muestran escépticos con los trabajos y creen que cerrar los búnkeres no hará más que desplazar la fiesta una o varias calles abajo. Creen que continuará el vandalismo que sobre todo sufren los coches, con retrovisores arrancados y excrementos aplastados en las lunas. También opinan que no cesarán las peleas que sostienen con los visitantes por el ruido, que les impide conciliar el sueño.
UNA CALLE ASQUEROSA
Tal y como ha podido constatar Metrópoli, la suciedad y la dejadez se ha convertido en la tónica habitual de la calle. Para todo transeúnte es el pan de cada día toparse con latas, brics y botellas de bebidas alcohólicas. También pueden observarse manchas de suciedad por todo el pavimento.
Los alcorques de los árboles sufren de todo. Algunos están vacíos. De otros, surgen cables y tuberías de plástico rotas o peladas y prácticamente en todos se acumulan residuos. La vegetación de la zona está completamente descuidada y los matorrales, una constante debido a que la calle marca prácticamente la difusa frontera entre Barcelona y Collserola, crecen a sus anchas sin ningún tipo de control. Tampoco hay protecciones que impidan que, cuando llueve, el barrio inunde la calle.
LA MOVILIDAD, UNA MISIÓN IMPOSIBLE
La movilidad por la calle, que tiene una longitud de unos 750 metros, se ha convertido también en otro drama diario. Debido a las pronunciadas pendientes que dominan el barrio, es habitual que entre calles haya escaleras que sirvan de atajos para evitar tener que dar rodeos. La escalera que conecta Gran Vista con la calle del Dr. Bové, un pequeño pasaje privado que los vecinos usan para evitar hasta un kilómetro de recorrido, presenta un estado tan degradado en uno de sus tramos que "se ha convertido en un peligro para niños y ancianos".
La carretera y las aceras no son muy diferentes, pues la cantidad de vehículos que pasan por la zona, junto con los escombros y el pavimento levantado hace que sea una misión imposible para que personas con movilidad reducida puedan transitar la zona. Daniel detalla que, en una ocasión, por un colapso del tráfico en la zona, llegó a tardar una hora de reloj en recorrer la calle.
Respecto al tráfico, es muy común que se formen congestiones cuando un autobús coincide con cualquier otro vehículo. La calle es muy angosta, y, en concreto, Daniel no recuerda la cantidad de veces que le han rallado el coche debido a las dificultades que los vehículos experimentan a la hora de girar por una de las curvas de la vía, que se ha convertido en un foco de accidentes.
APARCAMIENTOS SIN PLAZAS
Sonia, otra vecina de la calle, se queja también de la falta de aparcamiento. Bajo su análisis, la problemática comenzó hace unos años, después de que el Ayuntamiento popularizara los búnkeres como enclave turístico. "A partir de ahí todo se llenó se visitantes". Debido al tráfico y a la afluencia de vehículos en la zona, dejaron de poder aparcar cerca de sus domicilios.
Desde entonces, los vecinos han enviado varias solicitudes al consistorio y peticiones para crear un aparcamiento que asegure las plazas para los vecinos. Por su parte, con el gobierno municipal se pactó adaptar las plazas de aparcamiento de las calles y hacerlas exclusivas para residentes. Sin embargo, al poco tiempo comenzaron a ver cómo otros coches se estacionaban en la zona, y es que el consistorio había ampliado la zona a vecinos de otras calles aledañas.
Se da la situación que los vecinos de la calle pagan un importe anual al Ayuntamiento para disponer de unas plazas de parking que luego ocupan otros vecinos que no pagan dicho importe. También se han visto vehículos de B:SM y otras instituciones ocupando las plazas.
LOS VECINOS, AL LÍMITE
"Hemos puesto más de 400 incidencias al Ayuntamiento y todavía no se nos ha dado una solución", cuentan a este medio. En este sentido, denuncian haber sido abandonados por las instituciones. "Se han empeñado que somos un barrio de tercera y hasta que no nos echen no van a parar", añaden.
Por su parte, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, anunció antes de comenzar su segundo mandato que, de salir reelegida, pondría en marcha el plan de los Tres Turons, que ofrecería soluciones al barrio. Sin embargo, todavía siguen esperando a que se haga algo tres años después.
En una visita que Colau hizo a la zona, varios vecinos pudieron hablar con ella y protestaron por sus pésimas condiciones de vida. La respuesta de la primera edil fue asegurar que a ella, el por aquel entonces consejero técnico del distrito, Pau González, le había dicho que los problemas ya habían sido solucionados y que sobre la zona no le constaba ninguna queja. Este episodio conllevó un enfrentamiento en el que un residente del barrio llamó "mentiroso" en público al ahora regidor de Eixample, una acusación a la que, cuentan, González no respondió.
Los habitantes de la zona han avanzado que próximamente celebrarán una asamblea para ver qué hoja de ruta toman. Así, plantean acciones que van desde la convocatoria de manifestaciones hasta cortes de tráfico en el aledaño túnel de la Rovira como medida de presión para que el consistorio barcelonés tome cartas en el asunto. "Llegaremos hasta donde tengamos que llegar", han aseverado.