Alerta vecinal por el posible pago para entrar en los búnkeres del Carmel
Los habitantes del Turó de la Rovira acogen con escepticismo el anuncio del "plan estructural" anunciado por el Ayuntamiento, que todavía está en estudio
6 septiembre, 2023 23:30Noticias relacionadas
Alarma entre los vecinos del barrio del Carmel por la última iniciativa del Ayuntamiento para el recinto de las antiguas baterías antiaéreas del Turó de la Rovira, comúnmente conocidas como los búnkeres. Tras meses de ardua batalla para lograr una calma en la zona que se truncó después de que este rincón de Barcelona, privilegiado por sus vistas, comenzara a promocionarse en redes sociales, las últimas declaraciones del regidor del distrito de Horta-Guinardó, Lluís Rabell, han puesto en alerta a los habitantes de la zona, que temen que se mercantilice y capitalice el espacio.
El pasado 1 de septiembre, el regidor anunció que el Ayuntamiento estudiaba un plan para profundizar en el control del área, aquejada durante años de constantes fiestas ilegales, masificación turística, ruido y colapso del tráfico por los miles de visitantes que recibía a diario. Como respuesta a las constantes quejas de los vecinos, el consistorio instaló un vallado que, si bien ha servido como elemento disuasorio, no evita que cada noche decenas de jóvenes lo escalen y se cuelen para beber dentro del recinto. Efecto similar ha tenido el incremento de la presencia policial en el área, aunque el propio Rabell comentó que ambos aspectos "no resuelven el problema".
¿Cobro por entrada?
Vecinos como Fran Bernal, presidente de la Asociación de Vecinos del Turó de la Rovira y del Consell de Veïns del Turó de la Rovira denuncian a Metrópoli que, hasta la fecha, el Ayuntamiento no se ha reunido con ellos para consensuar las medidas, si bien fuentes municipales apuntan a que el plan del gobierno municipal se encuentra todavía en una fase embrionaria y que sí contarán con ellos cuando hayan propuestas sólidas y estudiadas por los equipos municipales.
Temen, en la misma línea, que el plan del consistorio pase por mercantilizar una de las zonas de moda para el turismo joven en la ciudad con la implementación de un acceso de pago. "Creemos que esta iniciativa pasará por prolongar el mismo plan que se llevó a cabo hace años con el Park Güell", es decir, "cobrar por entrada". Sin embargo, advierte, "eso no va a solucionar los problemas del barrio, sino que beneficiará al Ayuntamiento y a las empresas que ganen el hipotético concurso para la gestión del espacio".
MALES CRONIFICADOS
Y es que convertir este espacio en un lugar de pago por entrada no frenará los problemas ni de ruido ni de gentrificación del monte barcelonés y sus vecindarios. Por el contrario, creen que se cronificarán los conflictos por el acceso al transporte público, siempre atestado de turistas y sin espacio para los vecinos, así como el colapso vial desencadenado por la afluencia extrema de taxis y vehículos VTC que cada día desencochan en calles como Muhlberg, Marià Labèrnia o Gran Vista, entre otras.
El flujo de turistas, por otra parte, seguirá implicando ruido y suciedad durante el día. Además, opinan que hasta que no haya un plan para arreglar aquellas zonas por las que cada noche se cuelan decenas de jóvenes seguirá existiendo el problema de los botellones, por lo que la iniciativa del consistorio se ha acogido con un gran escepticismo.
En declaraciones a los medios, el regidor del distrito reconoció que este enclave se ha convertido en un mirador de referencia turística en la ciudad debido a su promoción constante en redes sociales. Dichos anuncios, en su gran mayoría, venden el lugar como un punto de fiesta al aire libre -que son ilegales- e ingesta de bebidas alcohólicas. "El Turó de la Rovira se ha convertido en un centro de interés y atracción turística gracias a las redes y lo tenemos que tratar como tal", apuntan a Metrópoli fuentes municipales.
Sin embargo, este nuevo enfoque sugiere un cierto cambio por parte del Ayuntamiento. Durante el último mandato, las medidas que se aplicaron, como el vallado y el refuerzo policial, eran en su mayoría disuasorias y buscaban recuperar la zona para garantizar la tranquilidad y el descanso de los vecinos, algo que, según declaró la anterior regidora, Rosa Alarcón, se esperaba conseguir con el tiempo y gracias a ese esfuerzo disuasorio. Ahora, el plan de gestión y pacificación de los búnkeres y sus alrededores busca encontrar nuevas "medidas estructurales para que la gente pueda vivir en su entorno". Con todo, se trata de un mensaje que las asociaciones consultadas reciben con escepticismo y que no subsana, por el momento, la sensación de "abandono" que llevan más de un año denunciando.