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Si eres de los que cree que ya tiene muy vista Barcelona, quédate, sigue leyendo y prepárate para explorar la Clota, el barrio más pequeño de la ciudad y un auténtico remanso de paz que te transportará a un mundo rural sin salir de la ciudad. Ubicado en el distrito de Horta-Guinardó, entre la calle de Lisboa, la avenida del Cardenal Vidal i Barraquer y la avenida del Estatut de Catalunya, este histórico rincón es mucho más que un barrio: es una experiencia.

Este recorrido empieza justo donde muere la calle Lisboa, un espacio con juegos infantiles a la sombra de tres enormes plátanos. Desde allí uno puede adentrarse en este barrio humilde de casitas bajas a través de la reformada calle de Capcir o de la Purísima, donde se levanta la casona con la torre mirador que levantó en 1922 el propietario para que su mujer pudiera ver el mar. Una historia romántica que desemboca unos metros más adelante en la calle del Amor.

La calle de Capcir con la torre mirador INMA SANTOS

Vale la pena salir desde allí a la amplia avenida del Cardenal Vidal i Barraquer y coger aire antes de meterse por Torelló. Por esta vía angosta y solitaria se llega al pasaje de Feliu, que serpentea por la Clota dejando al descubierto curiosas vistas panorámicas.

La calle de Bragança se abre paso sinuosamente entre casitas bajas y huertos, con el ir y venir de vecinos, y sus escenas cotidianas de vida.

Juegos infantiles en la calle de Lisboa INMA SANTOS

Casas del S.XIX

De este barrio no puedes irte sin recorrer el antiguo camí d’Horta a Sant Genís o sin explorar la calle de Alarcón: a ambos lados hay varias casas del siglo XIX o principios del XX, algunas de tipología rural como la Vaquería o Cal Senyorito, Ca la Bugadera Rica, cal Segur, ca l’Escabellat o cal Fumador. Casas de dimensiones notables que conviven con algunas más modestas de la misma época y con otras contemporáneas, como el chalet con piscina del número 32.

Y ya puestos, vermutea en el Raconet de la Clota y aprovecha los últimos momentos en el barrio antes de salir al mundanal ruido entre las casitas bajas de la calle del marqués de Castellbell.

Calle del Amor en La Clota INMA SANTOS

El origen del barrio: una masía del S.XIII 

Con apenas 17,8 hectáreas y unos 600 vecinos, la Clota se erige como uno de los núcleos de población más antiguos del distrito. Sus orígenes se remontan al siglo XIII, cuando empezó a gestarse en torno a una antigua masía hoy desaparecida.

La abundancia de agua ha sido clave en su historia. Por el barrio discurrían los torrentes de Sant Genís, de les Catorze Plomes y de la Genissa, generando una red de sistemas hidráulicos: pozos, fuentes y acequias. Este ingenioso sistema no solo favoreció la producción agrícola local y el suministro de agua a la ciudad, sino que también impulsó la aparición de los populares lavaderos y las “bugaderes” de Horta que, desde mediados del siglo XIX hasta bien entrado el siglo XX, convirtieron La Clota en un referente de este oficio.

La calle de Capcir en la Clota INMA SANTOS

La preservación de su identidad, clave

Tras el declive de la lavandería a principios del siglo XX, La Clota mantuvo su ruralidad, aunque con aislamiento y falta de inversión. Durante la época franquista, resistió la especulación gracias a sus vecinos y a su orografía, pero quedó relegada con carencias en servicios e infraestructuras. Con la democracia, se iniciaron planes de mejora, aunque el proceso es lento y enfrenta desafíos.

Actualmente, la Clota busca equilibrar la preservación de su identidad con la modernización, a través de planes de barrio que buscan mejorar infraestructuras, vivienda y cohesión social.

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