En una sociedad en la que vamos de aquí para allá con poco tiempo y centrando toda nuestra atención en los dispositivos móviles, la conversación se pierde. El sentarte a tomar un café desahogándote con alguien ha quedado en la lejanía. Nos tragamos nuestras angustias y nos ahogamos en pensamientos negativos mientras compartimos en redes todo lo que realizamos al día para no perder un alto estatus de postureo.
Nuestra realidad tan solo la sabemos nosotros. La historia de cada uno es desconocida hasta para nuestros familiares. El que dirán, que recomendarán o con que alternativa nos vendrán no nos interesa. La mayoría de las veces las personas que tenemos alrededor dominan nuestras decisiones con opiniones que nadie necesita. Es por eso que la mayor parte de las veces decidimos lidiar con nuestros demonios desde dentro.
GANAS DE ESCUCHAR A LOS DEMÁS
Adrià Ballester es un activista apasionado de la lectura, la esritura y la oratoria. Estudió Administración y Dirección de Empresas, pero a día de hoy trabaja en el departamento de comunicación de una multinacional, en sus ratos libres planta en el suelo de la ciudad condal dos sillas y un cartel y espera a que la magia ocurra.
Hace unos 5 años, se atrevió con el boom de los free hugs, le pareció una experiencia tan enriquecedora que volvió a repetir en diversas ocasiones: "desconectaba de mi rutina, me encantó lo hice dos o tres veces". Aunque el movimiento de dar abrazos gratuitos a desconocidos le llenaba el alma, sentía que quizás podía ir un paso más allá.
Cada viernes Adrià carga con sus escasas herramientas de trabajo hasta el Arco de Triunfo u otras localizaciones concurridas de Barcelona y espera a que alguien se siente enfrente de él a charlar: "Es algo que me gusta y que intento no evitar. Empecé hará un par de años y posteriormente conocí los proyectos de otros países, me pareció muy interesante, pero experimentarlo lo es más todavía".
Es un acto totalmente altruista, no gana dinero con ello, ni lo espera. El joven de 25 años considera que genera un beneficio social para todas aquellas personas que se sientan a contarle cosas: "El quid de la cuestión, es que no hay prejuicios, me pueden contar cualquier cosa porque no les juzgaré y eso es una liberación para ellos, se abren mucho. La gente se desahoga y acaba emocionándose". "Hay personas que viene porque realmente necesitan hablar con alguien, están solos".
Adrià explica a BMagazine que muchas personas se le acercan con la excusa de conocer el movimiento: "Se sientan porque quieren saber que hace una persona en medio de la calle esperando a una conversación, cuando han aclarado sus dudas deciden charlar conmigo". "A veces no pasa mucha gente, hay días que en un par de horas ocupan la silla unas 10 personas y otros en los que tan solo se sientan dos pero se están un buen rato hablando".
HISTORIAS CON MUCHO FONDO
Tras un buen tiempo realizando este hobby, Ballester asegura que ha escuchado infinidad de historias y que recordarlas y plasmarlas en sus redes sociales puede ayudar a muchas otras personas. Se siente afortunado por haber sido el paño de lágrimas de gente que realmente necesitaba explotar y contar realidades totalmente abrumadoras: "La historia que más me ha impactado fue la de una persona que consumió drogas durante mucho tiempo y que estuvo un largo periodo en la cárcel. Ahora llevaba más de 15 años sin consumir, se sentía feliz y orgulloso de si mismo, pero no pudo evitar emocionarse recordando lo estúpido que fue durante el tiempo en el que su madre estaba a punto de morir".
Muchos podrían preguntarse cual es el motivo por el cual Adrià lleva a cabo esta acción cada vez que tiene tiempo. Él lo tiene claro, y confiesa orgulloso que le gusta mucho ayudar a los demás porque es un buen "escuchador", pero que el que sale más beneficiado siempre es él: "Estudiar los cambios de la gente, que es lo que han hecho para cambiar, eso me interesa y aprendo para luego hacer las cosas bien en mi propia vida". Le gustan tanto estos momentos de liberación expresiva que se ha dispuesto formar un equipo para poder 'atender' a más ciudadanos de Barcelona, aquellos que necesiten expresar lo que les corroe o motiva en su interior.