La decisión de paralizar durante dos días la actividad del Ayuntamiento de Barcelona en solidaridad con los presidentes de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Sánchez, y de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, encarcelados el pasado lunes, forma parte de un plan detalladamente urdido para trasladar a la capital catalana la situación que se vive en el Parlamento catalán, dividido en el bloque independentista y el antiindependentista. Se trataría de visualizar el pleno municipal de Barcelona como un petit Parlament, fuertemente politizado y haciendo “política de país” en vez de política municipal. Y lo óptimo sería que el sistema de bloques se instalase permanentemente en el consistorio.
En esta ocasión, una medida de tanta trascendencia como la paralización de la vida municipal durante 48 horas contó con los votos favorables de Barcelona en Comú, PDeCAT, ERC y la CUP. La alcaldesa, Ada Colau, leyó personalmente el acuerdo en la Galería Gótica del Ayuntamiento. Y el texto, además de suspender la actividad municipal y de rechazar la judicialización de la vida política, pedía la puesta en libertad “de los presos políticos Jordi Sánchez y Jordi Cuixart”. También exigía que “el Gobierno del Estado dé respuesta a las propuestas de diálogo planteadas por el Gobierno de la Generalitat y otros actores políticos e institucionales”.
El paralelismo entre la política catalana y la barcelonesa se hizo más evidente con esta iniciativa: los soberanistas llevan mes y medio bloqueando la convocatoria de los plenos del Parlament, lo que impide que la cámara legislativa cumpla una de sus funciones fundamentales: la fiscalización de la gestión del Ejecutivo. Aunque la medida de Colau no tiene consecuencias tan drásticas, la líder de Ciudadanos, Carina Mejías, aprovechó para poner el dedo en el ojo a sus rivales: “Colau, como mejor aliada del separatismo, cierra el Ayuntamiento igual que Puigdemont cierra el Parlament. El Ayuntamiento no puede utilizarse como una herramienta para presionar a los jueces ni desprestigiar su trabajo. Es muy grave que impidan a los políticos hacer su trabajo, así como a los jueces hacer el suyo”. Mejías parte de la base de que los jueces “toman decisiones judiciales y no políticas, porque no hacen política”, por lo que “es un error político cargarse la separación de poderes y presionarlos”.
La característica de Barcelona es que el equipo de gobierno está formado por Barcelona en Comú y por el PSC, que en los posicionamientos políticos marca distancias con Colau. Y es en esos posicionamientos en los que ésta se sitúa cerca de los soberanistas y les da su apoyo decidido. “Barcelona es la capital de Cataluña y, como tal, tiene muchísima importancia. Las instituciones municipales barcelonesas son las terceras del país en importancia, tras el Govern de la Generalitat y el Parlament. Y Barcelona ha de posicionarse en defensa de Cataluña. No se comprendería que fuese de diferente manera. No puede quedarse al margen, sino que debe significarse en defender a las demás instituciones”, explican a Metrópoli Abierta fuentes del PDeCAT.
Desde las filas de los exconvergentes no se ahorran críticas hacia la alcaldesa porque no acaba de decidirse a la hora de tomar la decisión de sumarse al bloque independentista. “Debe de ser porque no es independentista, aunque su estrategia pasa por coquetear con el independentismo en determinadas ocasiones”, apuntan.
LA PARADOJA: ERC SALE PERJUDICADA
Pero la visual determinación de paralizar el consistorio dos días es un balón de oxígeno para el soberanismo. Curiosamente, este cese temporal de actividad afectó, de rebote, a ERC, que pensaba llevar a la Comisión de Presidencia de este miércoles una propuesta para aprobar el apoyo a una declaración de independencia. Fuentes de los republicanos explican a este diario que la propuesta no fue consensuada con nadie. “Simplemente, la llevábamos al pleno para someterla a votación”. Además, se pide que el Gobierno español acepte la mediación internacional “durante la suspensión de la declaración”.
Los republicanos, sin embargo, no se fían de Colau de ninguna de las maneras. “Mientras el secretario de Organización de los socialistas salía pidiendo la dimisión de Oriol Junqueras como vicepresidente de Economía, ella salía en la foto con el socialista Collboni, lo que deja entrever que está más por una imagen personal que por un posicionamiento político”, subrayan las fuentes. Desde las filas republicanas también se afirma que la estrategia de la alcaldesa es “hacer ver que es capaz de gestionar, pero eso no es más que estrategia, porque si de algo sabe es de comunicación y de crear imagen”.
En las filas de Esquerra se vería muy positivo la consolidación de un frente nacional en el consistorio similar al del Parlament, aunque creen que “a Colau no le interesa para no quedar comprometida. Ella se siente más cómoda yendo por libre y haciendo campaña permanente. Por eso seguirá apostando por gobernar con el apoyo del PSC y dar una de cal y otra de arena”.