La larga mano de Carles Puigdemont se adivina ya tras la precampaña electoral de las municipales del año próximo. Falta más de un año, pero los partidos políticos ya velan armas para tomar posiciones en la parrilla de salida. De momento, se perfilan ya algunos de los candidatos que pueden competir, como el republicano Alfred Bosch, que no tiene rival en las primarias de ERC, o el socialista Jaume Collboni que, en principio, también tendrá el camino libre. Pero el expresident no se quedará con los brazos cruzados y quiere extender su influencia al ámbito local, aunque sea a costa de hundir al PDeCAT, el partido del que proviene. 

Para ello, está moviendo los hilos con el fin de presentar una candidatura bajo el lema Junts per Barcelona (o algún nombre parecido, por los problemas legales que pueda tener sobre ese nombre, que ya está registrado) con alguien de su confianza, pisando los callos del PDeCAT y de ERC

En el PDeCAT, los herederos de Convergència, ya se apuntan, al menos, dos nombres: Neus Munté, exconsejera de Presidencia y exportavoz del Gobierno de la Generalitat (tal y como avanzó este diario), y Carles Agustí. Pero hay un tercero en liza: Jordi Graupera, que se postula para concurrir también a los comicios locales. Graupera presentará su propuesta el próximo martes, en una conferencia en Barcelona. En principio, es un independiente que quiere apostar por una lista única del independentismo para desbancar a la actual alcaldesa, Ada Colau, a la que nadie está en disposición de hacer sombra entre los suyos. 

GRAUPERA, EL TAPADO 

“Graupera es un tapado. Es el peón de una maniobra que trata de aislar a ERC y, de paso, dejar descolocado al PDeCAT. Es el candidato de Demòcrates de Catalunya, los escindidos de UDC que en las últimas elecciones fueron coaligados con ERC. Demòcrates tiene muy claro que ellos son de derechas y liberales, pero también son independentistas radicales y tiran millas. El posicionamiento de Graupera será un problema para el PDeCAT, pero también para ERC, porque Demòcrates está dispuesta a hacer el salto y pasarse a otra lista”, explican a Metrópoli Abierta fuentes internas del bloque independentista. Con esa maniobra, pues, Puigdemont robaría a Esquerra el principal partido coaligado que había hecho piña con los republicanos. 

Para culminar su estrategia, Puigdemont se reunirá el próximo sábado en Waterloo con el propio Graupera, según ha podido saber este diario. No es una entrevista protocolaria, sino una conspiración en toda regla. Ni Alfred Bosch (por ser de ERC) ni Neus Munté (a la que Puigdemont descabalgó de su Gobierno) ni Carles Agustí son los preferidos del expresident. Lo que intentará Puigdemont este sábado es atar una “lista única” en la que el cabeza de lista sea una persona de su confianza. Podría ser, por ejemplo, Jordi Graupera, teledirigido por Antoni Castellà, el independentista más independentista de los fugados de Unió Democràtica y eterno aspirante a un sillón de conseller. 

LA CUENTA DE LA VIEJA 

Puigdemont y los suyos hacen la cuenta de la vieja: una “lista única” de Puigdemont puede dar la campanada (como en el 21-D, cuando se convirtió en la segunda fuerza política de Cataluña) y conseguir copar el voto independentista en la capital catalana. De ahí a convertir todo ese movimiento en un solo partido mayoritario independentista sólo hay un paso. “El president ha de saber que si no le apoya el PDeCAT, se puede dar el batacazo padre. Quedó en buena posición en las elecciones de diciembre por la labor que hizo el partido en las comarcas. Por eso, no ha de ponerse él las medallas de los resultados. Si no hubiese sido por el PDeCAT, la lista de Junts per Catalunya hubiese sido una fuerza residual”, advierte un dirigente del PDeCAT. 

Por otro lado, fuentes municipales consultadas por este diario resaltan que “ERC tiene un porcentaje de votante no independentista en Barcelona que llega al 12%, cuando los demás partidos aglutinan un 4% de votantes que no son suyos o de su espectro ideológico. Ese colchón hace que el impacto de una posible ‘lista del president’ se minimice. Y los votantes que pueda bajar el independentismo se verían compensados por los votantes no catalanohablantes de Esquerra. Las consecuencias, pues, no serían tan desastrosas como se piensa Puigdemont”. 

Pero hay otra circunstancia que puede hacer fracasar los planes del expresident: el PDeCAT no está dispuesto a ser laminado de nuevo como en las elecciones del 21-D. En el partido heredero de Convergència se es consciente de que Graupera será el apóstol de Puigdemont. Vendrá de Bélgica reclamando unas primarias en el independentismo, pero el PDeCAT sigue su propio camino. Y ERC también, aunque desde sus filas lamentan que “siempre que sale el tema de la lista única es cuando Esquerra va por delante en las encuestas”. Curioso, evidentemente. Por eso siempre se produce una maniobra envolvente de sus rivales posconvergentes. 

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