Colegas, pero no amigos. Eso son Neus Munté y Carles Agustí, los dos candidatos que se disputan el ser candidatos del PDeCAT en la ciudad de Barcelona en las municipales del 2019. Ambos juegan sus cartas mientras en el universo independentista no dejan de surgir posibles candidatos para ocupar el sillón de alcalde y desalojar a Ada Colau. La batalla en las filas soberanistas es feroz. Pero lo es más en las filas del propio PDeCAT, que se debate entre el servilismo a Carles Puigdemont y la lealtad a la esencia política de Convergència.
Aunque el de Munté y Agustí parece un combate de guante blanco, las balas silban alrededor de los dos candidatos. Coinciden en algunos planteamientos políticos, pero discrepan en los estratégicos. Y, para colmo, ni siquiera se ponen de acuerdo en cómo han de concurrir a las elecciones: Mientras Neus Munté es la candidata del aparato del partido, Agustí quiere caminar hacia una candidatura única y piensa en una coalición con el solitario Jordi Graupera y con ERC.
Graupera, que era un candidato aupado por Demòcrates de Catalunya, es bien visto por Puigdemont. Además, ha culminado un equipo con los chicos de Prenafeta, nombrando portavoz a Maria Vila y tesorero a Bernat Dedéu. Su intención es poder catalizar una lista única. Pero le puede salir un férreo competidor: Ferran Mascarell, que podría pensarse ir a las elecciones. Habrá un problema: las primarias del PDeCAT ya tendrán su candidato cuando él decida concurrir, si es que lo hace finalmente. Cierto es que Puigdemont podría pretender unas primarias sobre los elegidos en primarias en los distintos partidos independentistas para elegir al candidato único de una lista única. Y ahí podría entrar Mascarell, que no puede acceder a cargo en la Generalitat, como el tapado de Puigdemont. Sería su destino final a una carrera que había empezado en el propio consistorio bajo las órdenes de Pasqual Maragall.
UN DESASTRE
Pero eso añadiría aún más incertidumbre al panorama político. “Hablan de unidad y cada vez que dicen que es necesario un candidato único, les aparece otro candidato más”, critican sus rivales. No son baladíes estas críticas: sólo en el espectro postconvergente se identifican hasta ahora cuatro posibles nombres: Munté, Agustí, Graupera y Mascarell. Al margen, están Alfred Bosch, que competirá encabezando las listas de ERC, y la CUP, que posiblemente presentará a Eulàlia Reguant.
La batalla –más bien guerra- de la actualidad, no obstante, se dirime en el pulso que mantienen Munté y Agustí. Este último es meridianamente claro: “Esta es una candidatura que habla de independencia sin rubor, de ejercer de capital de la República, de defender la investidura del president Carles Puigdemont y de apostar por Junts por Catalunya”, decía este viernes. En su presentación, Agustí expone que “Barcelona ha de ejercer de capital de la República Catalana y se ha poner en la vanguardia de la efectividad de los resultados vinculantes del referéndum del 1 de octubre, de la restauración democrática y de la reivindicación de la libertad de los presos políticos y esto sólo lo conseguiremos con una candidatura transversal, independentista y vecinal que vaya más allá de nuestro partido, a imagen y semejanza de lo que ha sido JxCat en las elecciones nacionales recientes”.
El candidato, por si quedaba alguna duda antepone a Puigdemont a todo lo demás. “¿Gobierno? Sí, con la fórmula que permita visualizar que el president es Carles”, dicjo en el debate con su opositora Munté este viernes.
MUNTÉ, MÁS PRUDENTE
Por el contrario, Neus Munté apuesta por un PDeCAT fuerte. La suya es una lealtad a las siglas del partido. “Quiero que la ciudad de Barcelona acompañe con firmeza al resto del país en la defensa de las libertades y la democracia y ponga a su servicio su proyección internacional”, promete la candidata. Ambos coinciden en que Barcelona no está alineada con el procés y quieren dar un timonazo en ese sentido. Y están de acuerdo en que es preciso otra política para acabar con los narcopisos o el top manta.
Agustí ya anunció cuando se presentaba a las primarias que apostaría por una candidatura conjunta con ERC. El abrazo del oso. “Algunos están muy interesados en presentarse con Esquerra. ¿Por qué no se lo proponen también a la CUP? ¿Cómo es que la CUP no entra en la candidatura única? ¿Es que los cupaires no son independentistas?”, critican desde las filas de sus rivales. La respuesta es sencilla y viene por el mismo conducto: “Lo único que pretenden es acusar a ERC de no estar en la lista única”. En otras palabras, lo que ya pasó a nivel catalán en las autonómicas del 2015 se está reproduciendo ahora en Barcelona ciudad: los postconvergentes aprietan para una candidatura unitaria con Esquerra pero reservándose el protagonismo y el control de las listas y de la acción de gobierno. De ahí que una de las críticas más acerbas que se le hacen sea su “incapacidad de planificar una campaña en positivo. Se ha de mirar hacia el futuro pensando en cómo ensanchar la base y unir a la sociedad civil, no en cómo poner contra las cuerdas al rival”.
Munté también quiere una “candidatura conjunta, pero no ha definido nada más. Quiere una lista lo más amplia posible para ganar, pero mantiene un silencio sepulcral sobre quién ha de integrar esa lista. No hay guiños a Graupera ni a Bosch, como sí hace Agustí. “De todos modos, la idea de la candidatura unitaria ya la había lanzado el propio Graupera en el mes de marzo –critican sus rivales-. Los candidatos del PDeCAT están haciendo un papel muy gris. Van recogiendo ideas que ya ha lanzado Graupera y adaptándolas o asumiéndolas como propias. Le copian las ideas. Es una actuación muy burda”, remarcan.
Cierto es que Munté está realizando una campaña de perfil bajo. “En realidad, piensa que ganará estas primarias y por eso no aprieta mucho”, dicen fuentes soberanistas a este diario. De ese modo, argumentan, luego tendrá las manos libres para presentar sus proyectos.