La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, no acaba de cuadrar los presupuestos para 2019 y el equipo de gobierno municipal adolece de una alarmante pereza para negociar las cuentas con los grupos de la oposición. “Aquí hay mucho interés en hacerse la foto pero no se trabaja”, critican desde la oposición”. Para muestra, un botón: el primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, se reunió con representantes de las restantes formaciones para entregarles su proyecto de presupuestos.
La estampa es histórica: el teniente de alcalde entregaba a los citados un power point con los números generales, en los que se resumían macromagnitudes cuya comprensión es difícil sin una explicación detallada. “A nosotros nos citaron urgentemente de un día para otro –explica a Metrópoli Abierta una fuente del PSC, el partido que había sido incluso socio de gobierno de Barcelona en Comú-. Pero aquello parecía una tomadura de pelo. Fue a la cita Carme Ballarín y a la salida, no se cortó un pelo para decir que se había hecho una reunión sólo para que el teniente de alcalde pudiese salir luego en una rueda de prensa diciendo que hablaba con la oposición. Lamentable”.
Es un ejemplo de crítica que se puede generalizar y extender a los restantes grupos de la oposición. Lo cierto es que Pisarello tuvo entonces la oportunidad de decir que los presupuestos se estaban “negociando”, aunque eso sea mucho decir. “A nosotros no nos volvieron a llamar. Desde aquel día, no sabemos nada ni tenemos noticia de si se ha cambiado algo o si se han modificado los números”, subrayan las fuentes.
140 MILLONES EN EL AIRE
Lo curioso es que, aseguran desde la oposición, “el equipo de gobierno dice que los presupuestos crecen en 140 millones de euros el año que viene, pero eso no es verdad. Cuentan con que se aprueben los presupuestos del Estado y los de la Generalitat para que pueda haber aportación por ese dinero, pero como ni uno ni otro están aprobados, no se deberían contabilizar. Decir que se cuenta con ese dinero es una falacia”. Así, critican que BeC concovó una rueda de prensa “para decir que habrá más gasto social, pero resulta que lo que no hay es dinero”.
Los gráficos entregados a la oposición explican la evolución de los presupuestos los últimos años: de los 2.550,6 millones de euros de ingresos del 2015 se pasó a los 2.740 en 2018 y a los 2.816,4 en 2019. El incremento de gasto en ese periodo ha ido de 2.303,1 en el primer ejercicio de Colau hasta los 2.695,3 millones el próximo ejercicio, de los que 2.279,2 son de gasto corriente y 425,1 corresponden a gastos de capital. A estas cantidades se le han de sumar operaciones financieras por 121 millones, que totalizarían los 2.816,4 millones del presupuesto.
LAS PARTIDAS MÁS VOLUMINOSAS
¿Y a dónde se va el gasto corriente? La partida más voluminosa, 406,1 millones es para medio ambiente, lo que representa un 17,9% del total de gasto. Le sigue la partida de servicios generales, con 380,1 millones (el 16,7%) y, a continuación, lo que debería ser uno de los grandes proyectos del equipo de Colau: los servicios sociales, cuya partida es de sólo 342,5 millones, un 15,1% del total. A continuación, se sitúa la seguridad y movilidad, para la que se quieren reservar 294 millones (el 12,9%) y el transporte público, con 199,1 millones (8,8%). A considerable distancia, se sitúan cultura, con 149,1 millones (6,6%), vivienda y urbanismo, con 136,5 millones (6%) y educación, con 124,7 millones (5,5%).
Los gestores municipales se escudan en que la partida de servicios sociales creció durante el mandato de Colau en 87,7 millones de euros (en 2015 era de 254,8 millones), aunque obvian dos magnitudes importantes: el gasto municipal de 2015 era casi 400 millones de euros inferior. Y, por si fuera poco, el gasto de servicios sociales de 2019 es sólo 7,8 millones superior a la misma partida del 2018. En términos relativos anuales, pues, el incremento sería del 2,3%. Pero, como en todo presupuesto, las promesas políticas chocan con la realidad: los servicios sociales y la vivienda, que habían sido el caballo de batalla de Ada Colau y su formación en la campaña electoral, no pueden superar en monto a otras partidas porque las prioridades de la labor de gobierno municipal pasan por hacer que todos los servicios funcionen. De ahí que a vivienda, la principal promesa electoral de BeC, se destine sólo un 6% del presupuesto municipal. O eso o el caos.
Otra cosa son los gastos de capital, que sufren una caída de 533,5 a 530,8 millones. En este apartado, la partida más voluminosa es la relativa a la transformación urbanística y espacio público, que supone 142 millones de euros (un 27%). Le siguen la vivienda, con 85 millones (16%), la partida de reservas, con 84,9 millones (16%), mantenimiento, con 77,1 millones (14%) y los equipamientos, con 68,4 millones (13%).