Mucha presencia en la calle y abanderar “al pueblo”. Ese será el eje estratégico de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, para encarar las próximas elecciones municipales en el mes de mayo. “Será una campaña de proximidad, puerta a puerta y barrio a barrio”, subrayan a Metrópoli Abierta desde Barcelona en Comú (BeC). El toque distintivo para encarar esa estrategia es que “Barcelona requiere una política valiente, que plante cara a los poderosos y a las élites económicas. Eso es lo que la gente valora”.
Desde la plataforma de Ada Colau se asegura que esas elites económicas “han ido a buscar un candidato a su medida. Lo encontraron en Manuel Valls. Pero tiene un problema, que son las malas compañías y por eso fracasará”, vaticinan.
PISAR CALLE
Para promocionarse, la alcaldable de BeC tendrá que “pisar calle” durante los meses que faltan para las elecciones. Su principal ocupación será retomar el contacto con los ciudadanos, dejando claro que lo que ha hecho es “establecer unas nuevas reglas de juego en la política municipal”. Una frase, pronunciada por un dirigente de Barcelona en Comú, condensa toda la fuerza de esa estrategia: “Cuando la ciudad ha estado gobernada por un grupo que se creía intocable, llegamos nosotros y les desmontamos el chiringuito. Es decir, nos ponemos del lado del débil y plantamos cara al poderoso. Y eso gusta”.
El punto neurálgico de los mensajes de la actual alcaldesa se encuentra en la reiteración de la consigna de que “Barcelona debe ser gobernada por la izquierda y con una política progresista”. Con ese mensaje, BeC pretende situar a Ada Colau como el único comodín que puede garantizar una política de progreso. “El PSC puede sacar muchos concejales, pero seguramente no nos superará. ¿Y a quién le dará sus votos? ¿A Manuel Valls? ¿Preferirá un gobierno de derechas a uno de izquierdas?”, azuzan desde las filas de BeC.
LOS ALIADOS NATURALES
Desde la formación de Colau admiten que “nuestros aliados naturales son ERC y el PSC. Ellos son lo que deben decantar la balanza y entregar la alcaldía de Barcelona a Ada Colau o a la derecha, ya sea a Valls o al PDeCAT, que es otra derecha aunque sea independentista. Son ERC y PSC los que tienen que aclararse y decidir con quién prefieren gobernar. Los republicanos, si quieren un alcalde de la derecha como el PDeCAT. Y los socialistas, si prefieren a Valls antes que a nosotros”.
En otras palabras: se vuelve a poner sobre el tapete el fantasma de un nuevo Tripartito, que algunos prevén un ensayo general para las próximas elecciones autonómicas. En este sentido, la capital catalana sería el tubo de ensayo de una nueva era política, una vez superado el procés y con el independentismo fracturado en bandos irreconciliables.
Ante esa coyuntura, BeC pondrá toda la carne en el asador. “Nuestro principal rival son los poderes fácticos que siempre han gobernado la ciudad. Nos da lo mismo un partido que otro, esos son los poderes a los que hemos combatido y a los que seguiremos combatiendo”, alegan desde la formación morada. De ahí que las principales líneas de su discurso pretendan convencer a los ciudadanos de que “por primera vez, Barcelona ha sido pensada por y para los vecinos, no para unas elites económicas y sociales. Lo que hemos hecho en estos cuatro años es democratizar la ciudad”.
DUDAS ENTRE LOS RIVALES
Pero ese camino no será una senda fácil. Sus aliados naturales no tienen muy claro si podrán llegar a algún acuerdo con BeC. “Es cierto que una parte de su equipo es intratable, pero esa parte difícilmente repetirá en el próximo mandato, lo que puede allanar el camino para un pacto”, coinciden en afirmar en las formaciones rivales.
Aún así, tanto republicanos como socialistas se mantienen, por el momento, cautos y sólo admiten que se presentan para que sus candidatos respectivos ganen las elecciones y no pensando en ningún pacto postelectoral.
Además, tanto ERC como el PSC se quejan de la poca capacidad negociadora del equipo de Colau. No obstante, desde BeC defienden que esta formación ha tenido que negociar durante todo el mandato “porque sólo teníamos 11 de los 41 concejales del Ayuntamiento. Y hemos sacado adelante muchas cosas, por lo que algo hemos tenido que negociar y a algunos acuerdos hemos tenido que llegar, ¿no?”. Reconocen, eso sí, que durante este mandato “se hizo muy difícil llegar a acuerdos en algunas materias”.
Así pues, tras los comicios de mayo tocará sentarse de nuevo a una mesa y negociar pactos de legislatura y contraprestaciones, porque muy probablemente nadie tendrá el camino despejado al no preverse ninguna mayoría absoluta.