Mandos intermedios del PDeCAT se han reunido varias veces discretamente para estudiar cómo plantar cara a las maniobras de Carles Puigdemont, el expresident fugado en Bélgica, para controlar las candidaturas a las municipales de este partido. La principal preocupación de los cargos intermedios del PDeCAT son las conspiraciones de Puigdemont para dominar la lista de Barcelona, pisoteando los intereses del partido y sin tener en cuenta no sólo a la organización, sino a las propias bases de la formación.
En realidad, el golpe de estado al PDeCAT en Barcelona ha puesto en brete al partido heredero de Convergència. Neus Munté, la candidata que había ganado las primarias, no será la cabeza de lista, obligada a batirse en retirada por el propio Puigdemont, que ha impuesto como segunda de la lista a su protegida Elsa Artadi. El nombre que encabezará la lista, Joaquim Forn, fue propuesto por la propia Artadi para que desde Bélgica el político fugado dejase de proponer nombres con el objetivo de desbancarla.
La intención de Munté, no obstante, era ir de segunda de la lista, lo que seguramente no será posible por las maniobras de Artadi para controlar la candidatura: ella –y, por extensión, Puigdemont- será la que verdaderamente mande en las filas del PDeCAT tras las municipales, habida cuenta de que Forn está en la cárcel. Con la maniobra, Puigdemont habrá conseguido, en parte, lo que se proponía, aún a riesgo de haber puesto al partido al borde de la ruptura.
LA AÑORANZA DE LA ANTIGUA CiU
En algunos círculos del PDeCAT se ha contemplado la posibilidad de dar esquinazo a Puigdemont y de apostar por una candidatura “de partido”, que fuese la heredera de Convergència. Esa posibilidad cuenta con el problema de que, para ello, se tendría que materializar una abrupta ruptura que no beneficiaría al PDeCAT y que podría provocar incluso su hundimiento en las elecciones locales. “La intención es presentar la candidatura bajo las siglas de Junts per Catalunya o Junts per Barcelona. Dicen que eso tendrá un efecto positivo porque puede dar el sorpaso, igual que en las elecciones del 21-D. Pero no lo vemos tan claro. Hay un sector de votantes que echa en falta a Convergència y que quiere apostar por una estrategia como la que CiU había llevado durante años”, explican fuentes internas del PDeCAT a Metrópoli Abierta.
Esa circunstancia, añaden las fuentes, no implica renunciar a nada. “La liberación de los presos sigue siendo nuestra prioridad. Y la consecución de la independencia con un Estado propio será igualmente nuestra meta. Pero eso habrá que conseguirlo poco a poco y con una amplia mayoría social o, de lo contrario, ya nos podemos olvidar de lograr algo. El votante tradicional de Convergència, que existe por mucho que se quiera disimular, no quiere confrontación, sino que quiere diálogo y negociación”.
“¿PARA QUÉ HICIMOS PRIMARIAS?”
Desde el PDeCAT no se discute la candidatura de Forn, máxime cuando le fue ofrecido por Neus Munté la cabeza de lista como gesto simbólico. Pero critican con dureza las intromisiones desde Bélgica en la confección de la lista de las municipales. “¿Cómo tenemos que apechugar con que la ganadora de las primarias no sea la cabeza de lista ni la segunda? ¿Para qué hicimos primarias, si no se iba a respetar el resultado? ¿Ésa es la democracia interna que nos quieren vender?”, dicen los cuadros críticos en indisimulada referencia a Puigdemont.
El malestar creciente dentro del PDeCAT no sólo se refiere a las interferencias para la confección de la candidatura municipal de Barcelona y al cambio de nombre de la lista (la mayoría prefería que se concurriese a los comicios con el nombre del partido para marcar perfil propio), sino también al hecho de que la próxima semana se materializará la creación de la Crida Nacional por la República, el nuevo partido de Carles Puigdemont.
La intención del núcleo promotor es servirse del PDeCAT para contar con una masa crítica de afiliados y luego dinamitar el partido heredero de Convergència para concurrir exclusivamente bajo el nombre de la Crida, el nuevo juguete del expresident. ¿Y porqué no concurrir ahora con el nombre de la Crida?. “La Crida no tiene todavía estructura, por lo que la campaña de las municipales se la haremos nosotros. Quien se patea los pueblos y los barrios somos el partido. Eso ya ocurrió el 21-D, aunque la candidatura llevase las siglas Junts per Catalunya: quien trabajó para llegar a la gente y lograr los votos fue la gente del partido. Por eso no estamos dispuestos a lanzar por la borda ese capital. El PDeCAT ha de sobrevivir a estas maniobras”, arguyen los críticos.