La oposición está que trina por la sinuosidad del gobierno que preside Ada Colau. Pero también por la ignorancia de la que hacen gala los responsables municipales. Y es que, en casa de herrero, cuchillo de palo: resulta que el primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, no conoce ni siquiera el monto del presupuesto de la ciudad que ayuda a dirigir.
No es ninguna exageración, sino la cruel realidad. En la última reunión de la comisión de Economía, celebrada este mes de enero, Pisarello tiró balones fuera respecto a la aprobación de los presupuestos, trasladando la responsabilidad al Estado y a la Generalitat pero hizo gala de su profundo desconocimiento de lo que se trae entre manos: iba tan perdido que habló ante la oposición de un presupuesto municipal de “2.500 millones o 2.600 millones de euros con gastos no financieros”. Fue la postconvergente Sònia Recasens la que le dio la réplica exacta y puntualizó al señor de los números del Ayuntamiento la realidad del presupuesto: “Son 2.800 millones de euros y 2.908 millones con gastos no financieros”. Un zasca en toda regla.
Los postconvergentes acusan a los comunes de que “¡han paralizado Barcelona y ahora se cargan la autonomía municipal!”. Pero subrayan el hecho de que el teniente de alcalde no sepa con cuánto dinero cuenta el consistorio del que es el segundo máximo responsable.
La situación es deplorable. Los esfuerzos por esquivar todas las connotaciones negativas han llegado, según un concejal de la oposición, “a extremos increíbles”. Para justificar el desbarajuste económico, uno de los principales temas donde el equipo municipal ha tirado más balones fuera ha sido la falta de consenso para aprobar los presupuestos de 2019. Colau y Pisarello coincidieron en afirmar que la culpa no es suya y que no pueden formular sus cuentas porque tanto la Generalitat como el Gobierno central no han aprobado aún los suyos.
CÓMO SE ESCONDEN LAS TRAMPAS
Eso ha enervado a todos por igual. “Se cargaron la autonomía municipal en cinco minutos. ¿Cómo pretenden alardear de que los municipios tienen autonomía si lo primero que hacen es supeditarse a las otras administraciones?”, resumen a Metrópoli Abierta varios concejales de la oposición. Pisarello echó mano de su labia en la última reunión de la Comisión de Economía para recordar que la Generalitat lleva por noveno año consecutivo con presupuestos prorrogados. Al margen de ello, según fuentes cercanas al equipo municipal, en estos momentos, se están rehaciendo los presupuestos de la ciudad de Barcelona para volver a planteárselos a la oposición, a la luz de las líneas generales de los Presupuestos Generales del Estado (PGE). “Hasta ahora, nos dieron un power point, no unos presupuestos con cara y ojos. ¡A ver qué es con lo que nos sorprenderán con esa remodelación!”, dice irónicamente un concejal opositor.
La situación enerva a la oposición. Desde el PDeCAT, el partido mayoritario de la oposición, se saca el hacha de guerra recordando que jamás la ciudad de Barcelona había supeditado sus presupuestos a los de la Generalitat o los del Estado. “Ya se lo dijo Sonia Recasens al teniente de alcalde –señala una fuente del PDecAT a este diario-: Barcelona ha tenido siempre fuerza por sí sola de forma autónoma. Lo que está haciendo Colau es renunciar a la carta municipal, a la soberanía local y a la fortaleza que teníamos como ciudad”.
Para los postconvergentes, lo que pretende Colau es esconder los recortes sociales de su gobierno. Esos recortes, que ascienden a 118 millones de euros, quedarían camuflados tras unos supuestos ingresos de 140 millones de euros que habrían de provenir de las arcas del Estado, pero como los PGE aún no están aprobados, no pueden consumar la trampa y por eso intentan atrasar cuanto puedan los números municipales.
PISARELLO NO CONOCE SU PRESUPUESTO
En estas críticas coinciden con los representantes de ERC, para los que la actitud de los comunes deja a la capital de Cataluña desarbolada. “Nunca nadie ha hecho unas cuentas esperando ver qué hacen otras administraciones. Cada uno sabe lo que tiene y con lo que puede contar. A partir de ahí, elaboras tus números y planteas tus prioridades –subrayan desde las filas republicanas-. Además, como planteó Gemma Sendra en la comisión, la oportunidad de obtener dinero del Estado es positiva y no se ha de dejar de reclamarlo, pero el presupuesto es un instrumento políticos que tú tienes en la mano y que has de administrar”.
Por extraño que pueda parecer, las críticas desde el bando constitucionalista no difieren mucho de las del bando soberanista. La líder de Ciudadanos, Carina Mejías, espetó a Pisarello que “Colau hablaba no de autonomía financiera municipal, sino de soberanía municipal y esto se ha rebajado ahora hasta el punto de generar dependencia absoluta de los presupuestos generales del Estado”. Y el popular Javier Mulleras fue por el mismo camino, acusando al equipo de gobierno de la ciudad de cargarse la autonomía financiera local.
LA REINA DE LOS RECORTES
Los socialistas, por su parte, consideran que una cosa no quita la otra. En noviembre pasado, por ejemplo, el equipo de gobierno tuvo que incrementar en 11'6 millones de euros la partida destinada a la cobertura de necesidades de personal del consistorio. Y se hizo a través de una transferencia de crédito. Ello quiere decir que existen instrumentos al alcance del Ayuntamiento para corregir los desvíos presupuestarios ante imprevistos, como menores ingresos provenientes de otras Administraciones o aumentos de gastos imprevisibles. En otras palabras: los presupuestos del Ayuntamiento de Barcelona se pueden aprobar como se ha hecho casi toda la vida y luego, se hay que hacerlo, se corrigen.
La concejal socialista Montserrat Ballarín advirtió, no obstante al gobierno municipal que Colau “comenzó su mandato diciendo que aumentaría el gasto social y que convertiría a Barcelona en la ciudad con más gasto corriente de España y ha acabado siendo la reina de los recortes sociales y de las inversiones en los barrios”.