Ernest Maragall, candidato a la alcaldía de Barcelona por ERC, descarta una candidatura independentista unitaria y prioriza un gobierno de izquierdas en la Ciudad Condal. En un encuentro que tuvo el lunes por la noche con representantes de la sociedad civil barcelonesa, Maragall esquivó cualquier crítica a la gestión de Ada Colau y fuentes próximas al partido de Oriol Junqueras aseguran que el pacto postelectoral entre los republicanos y comuns estaría muy avanzado.

ERC encara las municipales del 26 de mayo con las mejores perspectivas. Los últimos sondeos auguran una victoria republicana, una caída de los comuns y un crecimiento del PSC. También apuntan una subida de Manuel Valls frente a los cinco representantes actuales de Ciudadanos en el Ayuntamiento y una pérdida importante de representación del PDeCAT, más convulso y dividido que nunca.

MARAGALL PASA DE LOS POSTCONVERGENTES

La actual fragmentación del consistorio barcelonés (siete partidos políticos) podría repetirse en la próxima legislatura. La CUP y, sobre todo, el PP podrían perder su representación en la misma medida que podría irrumpir Vox, la formación de extrema derecha que dinamitó las elecciones andaluzas.

El futuro gobierno de Barcelona podría precisar un pacto entre tres formaciones. Las negociaciones entre ERC y los comuns están muy avanzadas, pero los dos partidos difícilmente sumarán 21 regidores. “Y Maragall antepone un pacto de izquierdas que una alianza con el PDeCAT. La reedición del tripartito es posible”, aseguran a Metrópoli Abierta fuentes próximas a los republicanos.

La batalla por el control de Barcelona, decisiva en pleno desgaste del procés independentista, ya ha comenzado. Los llamamientos a la unidad del bloque soberanista, apoyados también por actores secundarios como Jordi Graupera y Ferran Mascarell, no seducen a ERC, que aspira a ganar sus primeras elecciones desde la restitución de la democracia en España.

PREOCUPACIÓN POR EL PACTO

Maragall tampoco contempla un pacto postelectoral con el centro-derecha independentista. Tiene mejor sintonía con el PSC (no exenta de algunas tensiones por su pasado socialista) y sobre todo con Barcelona en Comú. En su opinión, la ciudad goza de buena salud y niega que la capital catalana tenga un grave problema de seguridad. También relativiza el fracaso de los podemitas en vivienda social y la proliferación del top manta en BCN. Su actitud contemplativa nada tiene que ver con las duras críticas de su antecesor, Alfred Bosch, hacia la alcaldesa.

Un posible pacto entre ERC y Barcelona en Comú es contemplado con mucha preocupación por amplios sectores de la ciudad. No solo inquieta a los grandes empresarios. El comercio barcelonés y la restauración, muy castigados desde 2015, abogan por un cambio de rumbo. Su relación es mucho más fluida con el PSC, el PDeCAT, Ciudadanos (apoya a Valls) y el PP, formaciones que comparten un mismo modelo económico pero enfrentados por el encaje de Catalunya en España.

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