Barcelona encara las elecciones del 26 de mayo con muchos más problemas que en 2015. La (falta de) gestión de Ada Colau ha penalizado a una ciudad más convulsa que hace cuatro años, debilitada por la fuga de muchas empresas, la inseguridad, la errática política de vivienda de la alcaldesa y la permisividad con los manteros. Con una hoja de servicios muy deficiente, la primera edil y sus regidores abren nuevos conflictos para tapar sus fracasos, mientras perfilan un futuro gobierno tripartito con ERC y el PSC.

“Colau vive del conflicto”, esgrimen en los sectores económicos de Barcelona. En el mundo cultural también están molestos con la alcaldesa por sus presiones para revocar la cesión de la Capilla de la Misericòrdia al Macba, aprobada hace seis años: “Hay muchos más espacios en el Raval para construir el nuevo CAP y nos parece indigno que se abra un debate entre cultura y sanidad”, esgrimen fuentes del mundo cultural.

EL COMERCIO DESTAPA SU MALESTAR

El comercio barcelonés, muy perjudicado por la actual coyuntura política y económica, desconfía de Colau. En un debate organizado el pasado 28 de noviembre en El Molino por Barcelona Oberta, las críticas al consistorio fueron constantes. Su presidente, Gabriel Jené, también lamentó la permisividad de la primera edil con los taxistas durante la última huelga que colapsó la movilidad de la ciudad. “Parece que haya miedo al progreso y a la transformación económica. La administración tiene que ordenar los cambios, no restringirlos. En Barcelona, los principales actores económicos sufren mucho”, denunció Jené a Metrópoli Abierta.

En el debate de Barcelona Oberta, Marian Muro, directora general del grupo Julià, incidió en la falta de sintonía de las pequeñas y medianas empresas con el consistorio: “Barcelona tiene un problema de reputación. En los últimos años no se ha gobernado ni se ha actuado, solo se ha prohibido”.

LAS SUBVENCIONES A ENTIDADES AMIGAS

Los vecinos de Barcelona también se desmarcan de Colau. Acusan a la alcaldesa de ser la gran responsable del aumento de “la inseguridad y la suciedad de la ciudad”. Muchas entidades vecinales, por su parte, critican la política de subvenciones del gobierno municipal y denuncian que la primera edil “favorece a las entidades amigas como la FAVB y el Observatori Desc”, donde trabajó Colau antes de iniciar su etapa política.

Los vecinos del Raval denuncian la proliferación de narcopisos en sus calles



Preocupada por su desafección con los principales sectores de la ciudad y su escaso legado como alcaldesa, Colau opta por reabrir algunas propuestas que suscitan muchas dudas entre la población. Por ejemplo, la unión del tranvía por la Diagonal, cifrada en 200 millones de euros y desaconsejada por los expertos por el impacto negativo que tendría en las calles adyacentes.

LA CHAPUZA DEL TRANVÍA

El pleno municipal aprobó, el pasado 25 de enero, la conexión del tranvía con los votos a favor de Barcelona en Comú, ERC, PSC, la CUP y los concejales no adscritos, Juan Puigcorbé y Gerard Ardanuy. PDeCAT, PP y Ciudadanos votaron en contra de una propuesta que carece de proyecto, calendario y presupuesto. Las obras tampoco comenzarán antes de las elecciones, pero su aprobación fue un golpe de efecto para los comuns.

Enrique Cañas, consejero delegado de TMB, conversa con la presidenta, Mercedes Vidal



La movilidad de Barcelona suscita muchos más debates. TMB es una empresa cada vez más opaca, donde no se actualizan los sueldos de sus directivos, y la construcción masiva de carriles bici ha sido muy criticada por los barceloneses. Tanto por conductores de vehículos motorizados como por la plataforma Amics de la Bici, quienes critican que Colau prioriza la cantidad a la calidad.

EL SERVICIO DEL AGUA

La gesticulación de Colau, y su obsesión por anteponer sus principios ideológicos a las necesidades reales de los ciudadanos, explica su insistencia en remunicipalizar el servicio del agua, el segundo mejor valorado por los barceloneses (7,1 de nota media). Tras el rechazo mayoritario en el pleno de abril, la alcaldesa rescató su proyecto con presiones y amenazas al resto de fuerzas políticas para forzar una multiconsulta con más dudas que certezas. El poder de convocatoria de la plataforma Aigua és vida, favorable a la remunicipalización, ha sido mínimo. En la mayoría de sus actos apenas se reunían 20 personas y la alcaldesa pidió la colaboración de Élite Taxi a cambio de su apoyo en el conflicto con las VTC.

La salida reciente de Uber y Cabify es el último capítulo que retrata la involución de una Barcelona que ha perdido reputación y poder de seducción desde que Colau accedió a la alcaldía y activó su política de confrontación.

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