La alcaldía de Barcelona está inmersa en una partida de póker. Los hay, como Manuel Valls, que han mostrado todas las cartas y los hay, como Ada Colau, que por ahora no se han significado. A la propuesta, clara y directa, del exprimer ministro francés de poner en bandeja la alcaldía de Barcelona "sin condiciones" a Colau, para evitar que la ciudad tenga un alcalde independentista, la alcaldesa ha respondido escondiéndose, para evitar valorar precipitadamente una oferta que, según las fuentes municipales consultadas, los comuns sopesan seriamente.

Colau se ha reunido por primera vez con Ernest Maragall. Según el candidato republicano y ganador de las elecciones, la todavía alcaldesa quiere trabajar en un acuerdo de gobierno "en el cual yo sea alcalde", ha dicho Maragall ante los medios. Sin embargo, Colau no ha comparecido públicamente para confirmar las palabras de ERC  y ha mandado a Joan Subirats, una de las personas de su máxima confianza, a hablar con la prensa. El número 2 de la lista de Barcelona en Comú ha jugado al despiste y ha eludido responder si aceptará los votos de Valls para que Colau sea reelegida alcaldesa. En ningún momento Valls ha dicho que vaya a buscar un acuerdo de gobierno y simplemente ha dicho que está dispuesto a votar favorablemente la investidura de Colau sin nada a cambio. Subirats tampoco se ha pronunciado sobre quién puede ser el próximo alcalde.

MAYORÍA ABSOLUTA EN PRIMERA VOTACIÓN  

Ahora mismo el escenario es el siguiente. El resultado de las elecciones del pasado domingo no garantiza aritméticamente la alcaldía a Maragall. El republicano logró 10 regidores y necesita 21 para ser investido en primera votación, la mayoría del pleno. Desde el día siguiente de los comicios, una parte de los comuns (el sector federalista), el PSC y el propio Valls exploran una vía alternativa para evitar que ERC gobierne en la ciudad condal. Colau y PSC suman 18 concejales. Con el voto favorable de tres regidores de la plataforma de Valls en el pleno de investidura habría suficiente para garantizar un alcalde no independentista en Barcelona.

Aunque el exministro del Interior de Francia ha dicho que no pondrá vetos ni condiciones, lo que significa que Colau puede volver a ser alcaldesa, la vía parecía que no tendría recorrido ante la negativa de la propia Colau a entablar negociaciones con la derecha y Ciutadans, según dijo en un vídeo. Para Valls, no son más que gesticulaciones y ha emplazado a Colau a ser seria y a actuar con responsabilidad. La no comparecencia en las horas siguientes podría dar la razón a Valls.

ELECCIONES AUTONÓMICAS A LA VISTA

Fuentes municipales valoran el gesto de Colau como una necesidad de ganar tiempo y no precipitarse. La líder de Barcelona en Comú sabe de la importancia de conservar la alcaldía de Barcelona tanto a nivel político como económico. Sin el Ayuntamiento de Barcelona, los comuns podrían convertirse en un partido residual y Colau desaparecer de la primera línea política. Colau tampoco querría pasar como la que ha entregado la alcaldía de Barcelona a los independentistas cuando, probablemente, habrá elecciones autonómicas en unos meses. Según las mismas, Colau no tomará una decisión rápidamente y meditará los pasos que vaya a dar.

Conservar la alcaldía también tiene una lectura económica para Barcelona en Comú: una pérdida importante de ingresos que incluye los sueldos de los regidores y de los altos cargos del Ayuntamiento, y las aportaciones que éstos hacen a las arcas del partidoA lo largo del mandato, Colau también ha multiplicado las subvenciones a las entidades amigas. Dos ejemplos. La edil pasó de ayudar al Observatori Desc, cantera de los comuns, con 150.000 euros en 2015 a 267.000 dos años después. También la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) se ha beneficiado del gobierno de Colau y este mandato ha recibido más de un millón de euros. Lo habitual es que estas ayudas se transformen informes favorables a la gestión del gobierno, influencia sobre las entidades y los territorios, grupos de presión... Sin gobernar, todas estas ayudas desaparecerían.

La tesis que defienden las fuentes municipales consultadas vendrían refrendadas por las opiniones de algunos sectores de los comuns. Por ejemplo, Roger Molinas, miembro de los comuns federalistas en el Consell Nacional de Catalunya En Comú, ha manifestado en Twitter que "las bases de Catalunya En Comú de fuera de Barcelona no hemos aceptado que una gran cantidad de recursos y materiales fuera exclusivamente para salvar la alcaldía de Barcelona para que ahora os la dejéis perder. Luchad hasta el final cueste lo que cueste. Peor crisis sería estar en la oposición".

La misma mañana después de las elecciones, el exregidor de Colau y exdiputado de Podemos, Raimundo Viejo, ya hizo su análisis. Para Viejo, la interpretación más convincente es que hay una mayoría en Barcelona progresista, de 18 concejalías que no quiere una alcaldía procesista. Y en ese punto, ni que sea solo ese, concuerdan con Valls. Algo que justificaría su abstención y/o apoyo de investidura", 

UN GOBIERNO INDEPENDENTISTA, NEGATIVO

En la partida de póker que se está jugando, Jaume Collboni fue el primero en mover ficha. El líder del PSC insiste en que no investirá ni formará gobierno con Maragall como alcalde, un sentimiento que es recíproco en Maragall. Collboni quiere que Colau tome las riendas y, por una vez, “se moje”. Que sea la alcaldesa quien formule una alternativa de gobierno, con el apoyo de Valls y quien haga falta. Como explicó Metrópoli Abierta, el PP también se ha mostrado dispuesto a remar en esa dirección. Todos coinciden en que el independentismo de Maragall sería muy negativo para la ciudad.

En esta misma línea se ha manifestado el expresidente de la FAVB y exlíder de Catalunya Sí Que Es Pot, Lluís Rabell. "Ceder el gobierno municipal a Ernest Maragall sería hoy una irresponsabilidad mayúscula, de muy graves consecuencias. Tanto si esa cesión se produce por activa – a través de una alianza con ERC – o por pasiva – renunciando a configurar una mayoría alternativa".

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