El pleno del Ayuntamiento de Barcelona de este 31 de enero ha dejado una estampa para la posteridad: mientras un ciudadano con una bandera española increpaba a la alcaldesa, Ada Colau, desde la tribuna del público, un cuadro con una fotografía del Rey Felipe VI había sido colocado estratégicamente ante Josep Bou, el cabeza de lista del PP en las últimas municipales. El irreverente concejal suplía así la retirada de los símbolos de la Corona en los edificios municipales, forzada por Colau y su equipo.

Pero eso no fue todo: el PP fue el único grupo municipal que no firmó una declaración institucional que pedía la ilegalización de la Fundación Francisco Franco dos semanas después de que esta simulara abrir una delegación en Barcelona. El texto consensuado por los demás partidos acusaba a la citada entidad de incumplir la Ley de Memoria Histórica y la Declaración Universal de Derechos humanos y de vulnerar la Ley de Fundaciones.

La anécdota le sirvió al economista Xavier Sala i Martin para tirar con bala contra el popular. “Después de esto, ¿todavía hay alguien que compre pan en sus Panaderías Bou?”, se preguntaba a través de Twitter el inefable convergente, al que caracterizan especialmente tanto sus coloridas americanas como sus ácidos comentarios. Las reacciones no se hicieron esperar, con un alud de insultos independentistas hacia Josep Bou y un llamamiento al boicot a sus tiendas.

MEDIO MILLÓN DE SEGUIDORES

El tema tiene miga: Sala i Martin, que en un momento determinado sonó como consejero de Economía de Artur Mas y que llegó a ser tesorero del FC Barcelona en la época de Joan Laporta, tiene casi medio millón de seguidores en Twitter, por lo que su llamamiento tuvo un eco mediático inusual. El catalán con pasaporte yanqui dio esta vez en el centro de la diana.

“Yo antes dejo de comer pan”, lanzaba Joan en respuesta al economista. Maite le secundaba: “A mí no me verán el pelo, antes no como”. Y otro usuario enfatizaba que “NUNCA (sic) en mi vida he comprado y mucho menos ahora compraría aunque fuera la última panadería del mundo”. Esther era más concreta y advertía a la parroquia: “Dentro de El Corte Inglés está esta panadería. No compréis. En cambio, vale la pena comprar en el Club del Gourmet, la panadería que se llama Baluard”. En esa tesitura, Montse Saperas aventuraba: “Yo compraba el pan en el Corte Inglés de Tarragona y cuando vi que ponía Bou, nadie me dijo si era o jo era… pero ya no lo compro allí”.

ODIOSAS COMPARACIONES

Hubo quien se lo tomó con retranca. “Además de por cómo es él, sus productos no merecen la pena. Su croissant de queso (es uno de los productos que me sirven para comparar panaderías) no tiene las láminas bien desarrolladas, con textura de miga de pan”, decía un internauta. Ramon Aladern afinaba más: “A éste, ni los buenos días”.

Santi, hiperventilación aparte, dejaba escapar un bufido identitario, rayano en la hispanofobia. “¿Qué quieres esperar de un ser que se identifica con una estanquera?”. Y alguno que no dejaba escapar la ocasión para atizar a sus rivales de la misma trinchera:: “Los de ERC, fijo”, respondía al economista uno de sus seguidores, que dejaba asomar así el mal ambiente que hay entre JxCat y Esquerra. Y Josep Usó era más políticamente correcto: “Al fascismo, ni agua”.

El caso es que muchos internautas cayeron en la cuenta de que el empresario que representa al PP en Barcelona es un panadero y se interesaban por las tiendas que regenta o los establecimientos donde vende pan. Alguno incluso pedía más información. “¿Hay alguna marca más que Panaderías Bou? Yo no conozco ninguna, pero si hay alguna marca más agradecería información para cerrar la puerta a su pan”, remataba otra seguidora.

VIEJAS RENCILLAS

No es la primera vez que el economista pide el boicot a las tiendas de Bou, puesto que a comienzos de 2018 ya lo hizo. “De hecho, yo ya hace tiempo que no compro nada en las Panaderías Bou por culpa de uno de los propietarios, un ultranacionalista español que lidera el grupo de empresarios fachas”, clamaba en aquella época Sala i Martin, para añadir luego: “Ni un euro más a las panaderías Bou”.

En aquella ocasión, Bou, entonces presidente de la asociación Empresaris de Catalunya le respondía: “Señor Sala i Martin, con todo respeto, libertad de compra, faltaría más. Pero llamarme cretino y facha y que odio… ¿a quien? ¿¿A Cataluña? Como catalán, la llevo cosida en el corazón, quizás le molesta que sea lo que siempre hemos sido los catalanes, españoles, y ahora de la UE”. De todos modos, justo es reconocer que la asociación de Bou tuvo siempre mas resonancia que Empresarios Sin Fronteras, un invento del economista, ubicado en la calle Enric Granados de Barcelona, en la mima sede que un puñado de empresas mercantiles dedicadas a diferentes negocios.

En medio de la lluvia de críticas e insultos (algunos escatológicos y otros pasados de rosca) del frente independentista abierto ahora ontra el concejal popular, Juan José Lamedia trataba de aportar algo de seny: “Xavier, los empleados no tienen ninguna culpa de que su jefe sea un facha”, respondía al economista para asentar el tema. Pero en la guerra identitaria, desgraciadamente, los empleados suelen ser sólo daños colaterales.

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