Jaume Collboni, primer teniente de alcalde, estaba satisfecho tras cerrar un acuerdo con el Gremi de Restauració que comportará una rebaja del 75% de las tasas de las terrazas. Janet Sant, segunda teniente de alcalde, no compartía su alegría. Al contrario. Se la veía incómoda y ha priorizado que la entente no comportará una reducción del espacio público. El espacio que se gane para las terrazas se perderá para los coches.
Sanz ha vendido este miércoles el acuerdo al que ha llegado el Ayuntamiento de Barcelona con los restauradores y comerciantes como una victoria de los peatones, puesto que se permitirá la ampliación de estos espacios físicos al aire libre en detrimento de zonas de aparcamiento de vehículos. También lo ha explicado públicamente como una medida más para luchar contra la contaminación.
Pero, si uno se fija en los precedentes que han llevado a la formalización de este acuerdo, cuesta de creerse estos argumentos. Entre otras cuestiones porque Roger Pallarols, director general del Gremi de Restauració, llevaba desde hace semanas (desde el inicio de la crisis sanitaria, concretamente) reclamando al actual gobierno municipal el inicio de conversaciones entre comerciantes y restauradores y el Ejecutivo local para acordar medidas para cuando este sector vuelva a abrir sus negocios. Algo que no ha ocurrido desde hace unos pocos días.
MALA RELACIÓN HISTÓRICA
El motivo es la mala relación que existe desde ya hace años entre Ada Colau y su entorno con los representantes de este mundo del comercio y la restauración en la ciudad. Pero, en el momento que estas entidades han realizado una presión popular bastante fuerte, ni la alcaldesa ni su equipo de confianza habían movido un dedo para poner algun tipo de medida sobre la mesa con el fin de intentar solucionar una sitación tan compleja para los propietarios de estos comercios en la que, una parte de ellos, se estaban planteando tener que cerrar definitivamente.
No en vano, cabe recordar que el sector comercial ocupa a un total de 152.000 personas en la capital catalana, lo que representa un 14% del total de personas activas en la ciudad. Además, 7.000 de ellos trabajan en bares y restaurantes.
COLLBONI, EL ÚNICO GANADOR
En el fondo, tanto Colau como Sanz son conscientes de que quien sale como vencedor en esta batalla ideológica es Jaume Collboni, puesto que los socialistas siempre se han posicionado a favor de llegar a acuerdos con el Gremi de Restauració o con Barcelona Oberta, entre otras organizaciones. Sin duda tanto el líder socialista como restauradores y comerciantes son los verdaderos ganadores de este acuerdo.
Mientras que, si fuese por Barcelona en Comú, todavía no se hubiesen iniciado ni conversaciones con ellas. Entre otras cosas porque nunca han querido hacerlo ni tampoco estaban dispuestos a ceder ante estas asociaciones enemigas.
INCOHERENTES
Por otro lado, cuesta de entender que este acuerdo sea una medida del gobierno municipal para luchar contra la contaminación y la presencia de coches en la vía pública mientras que, al mismo tiempo, el pasado 1 de mayo, Metrópoli Abierta informó de que el Banco Santander se hizo el pasado día 22 de abril con el contrato para surtir con 21 vehículos al Ayuntamiento de Barcelona, durante los próximos cinco años en modalidad de renting.
No es la primera vez que este ejecutivo se muestra incoherente en su lucha contra el coche en la ciudad. Solo recordar que el concejal de emergencia climática del Ayuntamiento, Eloi Badia, aún es propietario de una furgoneta altamente contaminante de la marca Volkswagen, tal y como reconoció él mismo a principios de enero.