La candidatura de Barcelona en Comú (BeC) es uno de los grandes misterios de las elecciones municipales de 2023: nadie sabe si Ada Colau repetirá como cabeza de lista o si abandona la política local para jugar en el terreno nacional acompañando a Yolanda Díaz en una candidatura de izquierdas que concurra a las próximas elecciones generales. Y en caso de que eso ocurra, la incógnita es quién podrá sustituir a la alcaldesa.
En realidad, Ada Colau ha repescado un plan que tenía diseñado desde principios de la anterior legislatura para aplicar en 2019. Ese plan había sido concebido por Adrià Alemany, su pareja, pero sobre todo, el estratega de la candidatura. La intención era situar a Colau en el panorama español. De hecho, en el Plan 2019 se diseñaba un ‘golpe de estado’ contra Pablo Iglesias con el apoyo de ICV, comunes, Compromís y mareas gallegas. Colau debía aparecer como recambio de Pablo Iglesias, a quien vaticinaban un rápido desgaste.
PREVISIONES PESIMISTAS
Pero Iglesias no estaba tan débil en esos momentos. Es más: ese año consiguió ser vicepresidente del Gobierno, a pesar de bajar su representación parlamentaria casi a la mitad. La correlación de fuerzas, situándolo como la llave de la gobernabilidad del PSOE, le dio oxígeno y Colau se conformó con ser de nuevo candidata a las municipales. Perdió 20.000 votos, un concejal y la posición de primera fuerza, pero consiguió ser alcaldesa gracias al apoyo del PSC de Jaume Collboni y de los acólitos de Manuel Valls que rompieron Ciudadanos.
Las previsiones para 2023 no son halagüeñas y los sondeos no prevén una nueva victoria de los comunes. Ante ello, se ha destapado la posibilidad de que Ada Colau vuele hacia la política española. Personalmente, relata una persona que la conoce muy bien, “está deprimida. Cree que se la está criticando con dureza sin motivo. No está en sus mejores momentos”.
EL PLAN B
En algunos círculos de la izquierda se habla ya de un plan B de Colau, que pasaría por dar el salto y hacer tándem con Yolanda Díaz. La actual vicepresidenta del Gobierno era, según una dirigente de Podemos, la conexión de Colau con la izquierda española. “Se llevaba mejor con ella que con Iglesias”, aseguran las fuentes. Así pues, la famosa carpeta de Adrià Alemany en la que llevaba escrito “Plan 2019” se ha trocado en otra que no tiene título todavía, pero que tiene la diana puesta en el 2023, fecha de las próximas elecciones generales.
Ahora, con Iglesias fuera de la cúpula de Podemos y el partido morado en horas bajas, las confluencias se han revitalizado en torno a la figura de Díaz. Sin Pablo Iglesias, los enemigos podemitas a batir son mucho más débiles, aunque los actores siguen siendo los mismos: se prepara una gran batalla por la hegemonía en el ala izquierda de la política española. Su plan actual tiene como objetivo situar a Colau como segunda de Díaz y laminar a la Podemos de Ione Belarra e Irene Montero. Es decir, el mismo plan que en 2019, pero con Yolanda Díaz encabezando el golpe de estado en vez de Ada Colau.
INDEFINICIÓN
Los críticos con la situación echan en falta una definición de lo que está pasando. “No se aclara la sucesión y eso es negativo. Colau está baja de moral y le faltan complicidades tanto entre sus socios como con sectores ciudadanos. Lo suyo es soberbia”, explica a Metrópoli una fuente de BeC que conoce a la alcaldesa desde mucho antes de hacer política. Esta fuente resalta que “la ciudad no está tan mal como se quiere hacer ver, aunque no se ha sabido vender. Los últimos datos apuntan hacia una reactivación de la economía y del empleo. Los distritos se recuperan. El único distrito que arroja datos malos es el de Ciutat Vella, pero ello por un motivo: era un distrito especializado en el turismo. Y al haber fallado el turismo durante casi dos años, ha quedado tocado”.
Aseguran estas fuentes que “se han criticado mucho los proyectos de superillas o los recortes de tráfico, pero si preguntas a los vecinos, agradecen que les hayan quitado coches, ruido y humo”. Sí reconocen los comunes que el equipo municipal no ha sabido buscar complicidades entre los vecinos y las organizaciones sociales, económicas y empresariales. “Para hacer cosas, hay que convencer y eso no se ha hecho bien”, subrayan.
TODO POR UNA FOTO
Desde la oposición, se critica la desaparición de la alcaldesa de los barrios. “Visita poco los barrios y cuando lo hace va sólo a los proyectos que le interesan, casi todos ellos realizados a espaldas de los vecinos. Va casi de incógnito al territorio municipal”, acusan desde la oposición. Además, critican especialmente el hecho de que “busca demasiado la foto. En estos momentos, va a actos y hace cosas que en el 2015 no haría ni en broma. Y todo por imagen, por salir en la foto”.
Hay, sin embargo, una cuestión en la que todos coinciden: el arduo papel que le espera a la alcaldesa: si sigue siendo candidata, se expone a perder; si se va, se expone a que la despellejen viva por abandonar la carrera municipal cuando se atisban nubes en el horizonte por el más ambicioso plan de la política española. Es cierto que si pone la diana en Madrid queda predestinada a ser la líder de la nueva izquierda cuando Yolanda Díaz dé un paso al lado. Pero esa decisión le puede salir muy cara. En estos momentos, pues, su principal hándicap es cómo hacer para que la alcaldesa abandone el barco sin que lo parezca y sin que pueda ser acusada de desleal, arribista y traidora por sus compañeros de filas.