Es la segunda vez, y puede ser definitiva, la que invite a Elsa Artadi a dejar la política. A pocas horas de que ella misma se explique, como esperan los dirigentes de JxCat y las personas de confianza de su entorno político en el Ayuntamiento de Barcelona, Artadi habría dado muestras en las últimas semanas de un estado emocional que la ha desbordado. La puntilla ha sido la renuncia de Carles Puigdemont a seguir como presidente del partido, ante el inminente congreso de la formación independentista. Las dificultades internas, la percepción de que el partido se ha convertido en un caos, con diferentes fuerzas que tiran de un lado y de otro, han llevado a Artadi a renunciar a su candidatura a la alcaldía, aunque valora dejar, en realidad, toda actividad política.

Artadi ya ha repetido esa misma actuación. Lo hizo justo antes de la formación de gobierno de Pere Aragonès. Los problemas entre JxCat y ERC para configurar el Ejecutivo fueron enormes, y Artadi fue propuesta como vicepresidenta del Govern, por parte de Jordi Sànchez, entonces secretario general de JxCat. Artadi, en el último minuto, renunció al cargo, alegando que se quería centrar en su labor en el Ayuntamiento de Barcelona. Ahora ha hecho lo mismo, lo deja, superada “emocionalmente” por todas esas dificultades internas, a pesar de que, de cara al exterior, expresaba una gran fuerza para configurar un proyecto que tuviera mucho más peso en Barcelona que los actuales cinco concejales.

En una entrevista con Metrópoli, hace algo más de un mes, Artadi se mostraba confiada de forzar, con el concurso de JxCat, un cambio de gobierno. Señalaba que las elecciones municipales debían centrarse en “echar” a Ada Colau. Y esos cinco concejales se han concentrado en los últimos meses en una dura labor de oposición. En las comisiones en el consistorio, los votos cruzados de ERC, al lado de los comunes, han dejado, de hecho, a la formación independentista como la única oposición a Colau. Y se confiaba en obtener un buen resultado, a pesar de algunas encuestas que no mostraban una tendencia al alza. Fuentes de JxCat, sin embargo, insistian en los últimos días en que se había logrado una importante remontada en los sondeos de demoscopia.

ENTRE BORRÀS Y TURULL

A pesar de contar con el apoyo de figuras como Xavier Trias o Joaquim Forn, Artadi no se ha visto capaz de enderezar una situación muy marcada por las líneas de la dirección de JxCat. En el congreso, dos figuras aspiran a liderar el partido: Laura Borràs y Jordi Turull, decidido éste último a ‘colocar’ a sus más fieles, y reubicar a JxCat como una fuerza política previsible, más organizada, algo que no ha sido capaz tampoco de conseguir Jordi Sànchez, que ha renunciado, como Artadi, a seguir.

Ese caos interno, que lleva a miembros del Govern de JxCat a señalar que puede resultar “imposible” reconfigurar el partido –por la cantidad de independientes y de personalidades muy plurales, como la propia Borràs— y que difícilmente podrá competir con ERC en los próximas convocatorias electorales.

Elsa Artadi y Xavier Trias, en un acto de JxCat, en una imagen de archivo / EFE

El problema de Artadi, además de político por ese caos interno, también debe buscarse en su propia personalidad. Lleva menos de una década en la primera línea políica, tras toda una vida centrada en la investigación académica en el ámbito de la Economía. De la mano del exconsejero Andreu Mas-Colell, entró en el departamento de Economía, y, más tarde, conoció a Carles Puigdemont, el mismo día de su investidura en enero de 2016. Con él se comprometió políticamante. Ahora, sale de la lucha por Barcelona, también tras la salida de Puigdemont como presidente de JxCat.

VIDA ACADÉMICA

Su renuncia a la vicepresidencia del Govern estuvo influida por las desavenencias de Puigdemont a la formación de un Ejecutivo que no convencía al expresidente, que buscaba una ruptura con Esquerra Republicana, para erosionar al partido republicano desde la oposición. La labor más pragmática de Jordi Sànchez, que llegó en el último segundo a ese acuerdo con ERC, pasaba por incorporar a Artadi como vicepresidenta. No aceptó, cuando todo estaba acordado.

Y renuncia ahora en Barcelona, justo después de una entrevista concedida en 8TV en la que mostraba su rostro más naif, con una interpretación de la política particular, al entender que los catalanes no se pelean, y que son “algunos políticos” los que lo hacen, provocando una desconexión con la sociedad. En esa entrevista constata que su pasión es la carrera académica. Con 45 años, Elsa Artadi ha vuelto a dejar en la estacada a los que pensaban que podía ser una buena candidata y una buena dirigente política.

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