Cosa de tres, y alianzas de dos para obtener la alcaldía. Esa es la realidad que dibuja el sondeo de Electomanía para Metrópoli, que deja en la cuneta al resto de opciones. A falta de un año para las elecciones municipales, ERC y PSC necesitarán a los comunes para lograr la vara de mando del consistorio, que, con Ada Colau como candidata, quedaría tercera, según el sondeo.

¿Podría suceder otro acuerdo? Lo que se dibujaba hace unos años se ha convertido ahora en imposible. Los republicanos, que gobiernan la Generalitat con el presidente Pere Aragonès, quieren competir con los socialistas en el área metropolitana. La elección del diputado Gabriel Rufián como candidato a la alcaldía de Santa Coloma de Gramenet ilustra esa intención. Y con ello se aleja la colaboración con el PSC. Son adversarios electorales y no reeditarán los anteriores tripartitos, ni en la Generalitat ni en el Ayuntamiento de Barcelona.

LAS LÍNEAS ROJAS DE COLLBONI

La visión es muy similar desde el ámbito socialista. En los últimos meses los dirigentes más veteranos del PSC no dejan de analizar las posibilidades de un acuerdo con el mundo postconvergente de Junts per Catalunya. La salida de Elsa Artadi ha enfriado esa idea, pero los dos flancos la mantienen viva: la fotografía de Jaume Collboni con Xavier Trias, en el Raval, conversando de forma relajada, --facilitada por los dos-- fue aplaudida por socialistas y exconvergentes. Trias se refiere a la necesidad de “centrar la ciudad” y el PSC piensa en el pacto de la Diputación de Barcelona, firmado con Junts per Catalunya.

El exalcalde Xavier Trias, junto a Jaume Collboni, primer teniente de alcalde, en un encuentro en Ciutat Vella / TWITTER

Pero eso es ahora una ilusión. La realidad es que el PSC cogobierna en inferioridad de condiciones con los comunes de Ada Colau. Y la aspiración es la de pasar por delante, como confirmaría el sondeo de Electomanía. En ese caso, Jaume Collboni señala que solo hay dos líneas rojas: “La negociación tendría un límite, con Vox y con la CUP, una formación, esta última, muy perjudicial en los últimos años en la política catalana”. Con todo el resto, Collboni estaría abierto, aunque la prioridad, la que conecta mejor con el propio electorado socialista, es la formación de Ada Colau.

Con Esquerra, al margen de esa rivalidad electoral, podría existir una posibilidad, pero siempre que el candidato o candidata fuera distinto a Ernest Maragall, que mantiene pésimas relaciones con su expartido, el de toda su vida, el PSC. La figura de Ester Capella, posible número dos de Maragall, podría romper el hielo, por la buena conexión que existe con Collboni.

Los comunes, en cambio, han logrado una relación con ERC casi estructural. En el caso de las escuchas del CNI a los líderes independentistas, y a los propios dirigentes municipales como Maragall, ha habido un cierre de filas, aunque con algunas grietas. Las acusaciones de Maragall a Colau, por haberse aprovechado de esas escuchas y del hecho de que Manuel Valls le diera la alcaldía, en detrimento de él mismo, ha mermado esa proximidad. Pero comunes y republicanos han colaborado a lo largo de todo el mandato municipal, como lo hacen en el Parlament de Cataluña. Hay tensiones, pero las dos fuerzas políticas saben que comparten una bolsa importante de votantes y que el hecho “nacional” los refuerza frente a los socialistas.

COLAU COHESIONA A LOS SUYOS

Los comunes, el eslabón catalán de Unidas Podemos, juegan también la baza del Gobierno del Estado. Apoyan las causas de ERC, sabedores de que éstos colaboran con la formación que ahora lidera Yolanda Díaz desde el Ejecutivo español. Es una especie de pinza que el PSC teme, porque puede comportar quedarse en la oposición en el Ayuntamiento de Barcelona.

Los comunes, que conservan en su seno lo que fue ICV –siempre en los gobiernos municipales de alcaldes socialistas—han logrado un suelo electoral importante en la ciudad. Los reproches de entidades y sectores económicos a Colau por su gestión no han provocado un descenso en sus aspiraciones electorales. Convencida Colau de que difícilmente podrá ensanchar la base, --como aspira ERC— lo que intentan los comunes es cohesionar al electorado más duro y fiel. Prueba de ello fue el discurso de la alcaldesa en las jornadas del Círculo de Economía, donde plantó cara a todos los que se definen como “los de la Barcelona del sí”, entre ellos el propio Collboni y, principamente, la patronal Foment del Treball, que preside Josep Sánchez Llibre.

Sin alternativa en el flanco de la derecha liberal, --desde el ámbito catalanista-independentista o constitucionalista—el futuro del Ayuntamiento de Barcelona se reduce en la fotografía del sondeo de Electomanía a dos posibles alcaldes, Ernest Maragall o Jaume Collboni, siempre, eso sí, con el permiso de los comunes.

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