El equipo de gobierno de Ada Colau tiene un problema. Su proyecto de incentivar el uso del transporte público, desistiendo de forma paulatina o, de hecho, rápida, del uso del vehículo privado, topa con muchas resistencias, porque no se ve una ganancia a corto plazo. La política de movilidad de Colau ha sido contestada por la Asociación de Municipios por la Movilidad y el Transporte Urbano (AMTU), que cree que el coche sigue siendo “atractivo”, y que no tiene, ahora mismo, alternativas.

La presidenta de la entidad, Aurora Carbonell, considera que actualmente “no hay soluciones económicas ni atractivas para que la gente deje el coche privado y pueda ir en transporte público” en Cataluña, en sus principales ciudades, como Barcelona.

El Ayuntamiento de Barcelona, en cambio, se ha tomado esa política como esencial, como un objetivo prioritario. Los comunes, a través del urbanismo táctico, y de los obstáculos para no facilitar la entrada en la ciudad de los vehículos privados, han lanzado un mensaje claro: no al coche. La idea es disuadir su uso, a través de colapsos permanentes, dando a entender que es mejor dejar el vehículo privado en casa.

¿CÓMO AUMENTAR EL TRANSPORTE PÚBLICO?

Carbonell considera, como ha señalado en una entrevista en el canal 3/24, que es necesario y urgente que aumente la oferta de transporte público, y que “cuanta más frecuencia haya, más gente habrá y se podrá bajar el precio”.

Pero eso requiere tiempo, y, por ahora, lo más atractivo es utilizar el vehículo privado. La Generalitat debería hacer más, a su juicio, con una mayor inversión en el ferrocarril. “Sobre todo en muchas zonas del país que desde hace muchos años piden trenes orbitales”, ha añadido Carbonell, con una petición final, y es que toda esa red “debe estar conectada y pasar por Barcelona”.

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