El tren de los comunes ya ha salido de la estación con destino a las elecciones municipales: Barcelona en Comú ha puesto en marcha una monumental campaña de lavado de imagen de su candidata, Ada Colau, para retener la alcaldía de la capital catalana cueste lo que cueste. Esa maquinaria utilizará durante los próximos meses informes, dossieres y microcampañas, ya sean de información, de desinformación o de autobombo. La primera andanada ya está en la calle.

Se trata de un dossier fabricado por el portal maldita.es en el que enfatizan sobre “los 10 bulos y desinformaciones sobre la alcaldesa de Barcelona”. No es ninguna cuestión actual, sino un compendio de noticias falsas u erróneas que han salido a la luz durante los últimos años. El dossier toma como punto de partida el bulo reciente de que Colau se había mudado a una casona en la calle Campoamor, abandonando su tradicional piso alquilado cerca de la Sagrada Família. A partir de ahí, se desencadena una avalancha de desmentidos sobre la candidata de BComú. 

VUELTA A LOS ORÍGENES

Este lavado de imagen victimizando a Colau es, pues, la primera andanada de una campaña cuyo objetivo parece claro a siete meses de unas elecciones municipales. Eso es solo el principio. La orquestación de las manifestaciones contra el salón The District es otra de las iniciativas de plataformas afines a los comunes, alentadas desde la cúpula del partido y con el apoyo de grupos como los sindicats de llogueters. De hecho, un evento de las características de The District es el escenario ideal para una protesta que vuelve a poner sobre la mesa los orígenes de los comunes y, en concreto, de la propia alcaldesa, que antes de llegar al sillón municipal militó activamente en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (en realidad, fue una de sus fundadoras). En las redes utilizadas por los comunes, los mensajes sobre la protesta contra el “lobby inmobiliario europeo” ocupó una importantísima parte del espacio. “No queremos ser la ciudad que se entrega a los señores del capital. ¡Los especuladores inmobiliarios no son bienvenidos a Barcelona!”, alertaba BeC. Otra de las consignas difundidas por este partido reclamaba una Ley Estatal de Vivienda, aludiendo a que “la vivienda es un derecho, no una mercancía”.

Activistas en el congreso inmobiliario 'The District' de la Fira de Barcelona / TWITTER

Paralelamente, el partido ha hecho llegar a su parroquia un mensaje contundente: “Esta semana, Colau está en Buenos Aires presidiendo, juntamente con el alcalde de Londres, la Cumbre Mundial por el Clima”. ¿Por qué? Pues porque “Barcelona se ha convertido en un referente internacional en la lucha contra el cambio climático gracias a proyectos como la Superilla Barcelona”. Aprovechó el evento para publicitar que “no es casualidad que Barcelona sea la única ciudad del Estado presente en la Cumbre Mundial de Ciudades que se celebra en Buenos Aires” y para remarcar que “el alcalde de Londres, Sadiq Khan, pone como ejemplo las políticas valientes contra el cambio climático del gobierno de Ada Colau”.

CODAZOS POR UNA FOTO

Es otra vuelta a los orígenes. BeC necesita reconectar con su activismo y llevar de nuevo la concienciación a la calle para no perder fuelle en los próximos meses. No hay que olvidar que algunas encuestas le pronostican a los comunes el tercer lugar en la carrera municipal. Por eso, Colau necesita dejarse ver, visualizarse y marcar perfil propio. De ahí, por ejemplo, que esta semana provocase su propio baño de multitudes acompañando a la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, con la que asistió incluso a la cena de gala del Premio Planeta, un evento que ignoró hasta 2017 porque no forma parte de la clase de ceremonias que quieren los comunes.

Ese desprecio ya lo había mostrado antes con otros eventos, como el mismísimo Mobile, la joya de la corona de los salones a nivel mundial: sus primeras declaraciones en 2015 tras las elecciones fueron que su preferencia era que el Mobile, el mayor del planeta en su especialidad, abandonase Barcelona porque no era el modelo de crecimiento ni de reconocimiento que los comunes quieren para la ciudad. Con el Premio Planeta ocurrió algo parecido. Pero en 2018, a unos meses de celebrarse otras elecciones municipales, la alcaldesa dio codazos para aparecer en la foto, junto a ministro José Guirao, y ante una Generalitat ausente. La alcaldesa sabe que una foto vale más que 100 mítines.

LA TÉCNICA DE TRENZAR MENSAJES

Le cogió gusto. Repitió en 2019, mientras Barcelona ardía por los cuatro costados. En 2020, en plena pandemia, se atrevió a subir al escenario junto a la ministra Carmen Calvo para felicitar a la ganadora, lo mismo que hizo en 2021 para ubicarse entre los ministros Miquel Iceta y Pilar Alegría. Este año ha vuelto, acompañada de la vicepresidenta del Gobierno, su gran amiga Yolanda Díaz, con la que pretendió hacerle un eclipse al ministro Miquel Iceta. También se fotografió y publicó las instantáneas en sus cuentas, saliendo de tapas (haciendo propaganda de una taberna en concreto) con la vicepresidenta y el ministro Alberto Garzón. A unos meses de las elecciones, esas fotos de ciudadana normal valen un potosí.

Pero si algo tienen los comunes es que saben trenzar mensajes para que sus propuestas parezcan una cortina de flores que disimula las interioridades. Y eso sin contar las flores de los comunes y de la propia Colau en su cuenta de Instagram sobre la Biennal del Pensament, el foro ideológico preferido por la cúpula municipal de los comunes, una de las criaturas que más mima el Ayuntamiento y que ha convertido en la seña de identidad de referencia del otoño. Eventos similares son otra colección de guiños a los activistas que necesitan electrificarse y tensionarse ante los inminentes comicios. El equipo de Colau sólo ha de estar atento a cuándo templar las gaitas para sacar rédito de la agenda de la jefa municipal.

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