El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, ya tiene su gobierno municipal en marcha. En minoría, pero activo. Tras la investidura del pasado sábado, el líder del PSC en Barcelona firmó sus primeros decretos en cuestión de horas. Encajado, a día de hoy, en una situación complicada por no disponer de una mayoría que proporcione estabilidad sin dependencias, el socialista estableció la estructura ejecutiva y política inicial de su Ejecutivo con tan solo cuatro nombres de máxima responsabilidad para impulsar el gobierno municipal. ¿Pero, por qué cuatro, cuando tiene capacidad para extender ese número, y cuando sale de un mandato con seis tenientes de alcalde?
Laia Bonet, Maria Eugènia Gay, Albert Batlle y Jordi Valls son los cuatro tenientes de alcalde designados por Collboni. Sobre ellos recae la responsabilidad de todas las áreas de gobierno, una concentración que puede parecer excesiva si se compara con el reparto del último mandato. Bonet lidera los ámbitos de Ecología, Urbanismo, Infraestructuras, Movilidad, Espacio Público y Vivienda, mientras que Gay se hace cargo de Ciclos de Vida, Derechos Sociales, Cultura, Deportes, Educación y Coordinación Territorial. Batlle repite al frente de Seguridad y Prevención, ligadas a Convivencia y Régimen Interior. Sobre Valls recae el área de Economía, Hacienda y Promoción Económica.
La suma de todas las áreas en tan solo cuatro nombres responde a un eventual pacto futuro que salve a Collboni de permanecer cuatro años en solitario. El PSC ha reservado tenencias de alcaldía para que, pasadas las elecciones generales, el gobierno municipal cuente con un segundo actor que pueda secundar el programa socialista ideado para Barcelona.
REPARTO DE TENENCIAS
El PSC ha reducido la cifra de tenencias de alcaldía que hasta ahora tenía el gobierno de Colau. Durante el pasado mandato, se establecieron seis tenientes de alcalde: el propio Collboni, Janet Sanz, Albert Batlle, Jordi Martí Grau (sustituto de Joan Subirats), Laia Bonet y Laura Pérez. El reparto de los últimos cuatro años, realizado de forma salomónica entre las dos formaciones de gobierno, permitió que las responsabilidades de cada edil fueran menores que las actuales.
Desde el pasado sábado, Bonet ha absorbido competencias que fueron repartidas entre varios regidores durante los últimos cuatro años. Ecología y Urbanismo han dejado de depender de Sanz, que contó con el incondicional apoyo de Eloi Badia. Vivienda, el gran fracaso de los comunes encabezado por la regidora Lucía Martín, también ha pasado a manos de la máxima responsable del área de Movilidad.
Gay se ha hecho con las responsabilidades que, hasta ahora, dependían de Jordi Martí Grau y Laura Pérez. El ámbito cultural, educativo y de Derechos Sociales han quedado en manos de la exdecana del Colegio de Abogados de Barcelona, que también ejerció como delegada del Gobierno en Catalunya. Batlle se ha consolidado en materia de Seguridad, mientras que Collboni ha designado a Valls como sucesor natural en materia económica para fortalecer la confianza de los emprendedores en la ciudad tras la falta de confianza derivada de la era Colau.
LOS COMUNES, PREDILECTOS
Las áreas de gobierno podrían diversificarse en cuestión de meses, después de celebrarse unas elecciones generales sobre las que el PSC deberá hacer una lectura certera de los resultados para afinar su aproximación a los grupos municipales que se encuentren abiertos al pacto. Con ERC entregada a la causa independentista y el resto de formaciones con representación a mayor o menor distancia ideológica, los comunes se antojan como la opción más probable y prácticamente única para entrar en el Ejecutivo local. El propio Collboni no ha dudado en explicitar que la formación tiene la puerta abierta de cara al futuro, una afirmación que no ha realizado con ningún otro grupo.
El alcalde de Barcelona tendrá, entonces, que ponerse de acuerdo con los comunes postColau. Con la corriente más relacionada con ICV al alza en el partido, Collboni podría acabar negociando con un perfil similar al que fuera líder de la formación ecologista en la ciudad, Ricard Gomà. Por el contrario, también podría recuperar un cara a cara con Jordi Martí Grau, quien ha conocido al PSC dede dentro, pero que tendrá que olvidar las primarias perdidas contra Collboni para que el rencor no dinamite un posible pacto de gobierno.
Establecer un gobierno de coalición no evitará que Collboni tenga que llegar a acuerdos con otros actores en los que no encontrará la misma predisposición. Recuperar la muleta republicana, buscar puntos en común con los populares o lograr que Junts rebaje una fuerte oposición tras evitar la alcaldía de Trias, serán cuestiones que formarán parte de las responsabilidades del nuevo alcalde.
DIVISIÓN DE ÁREAS
La eventual entrada de los comunes en el gobierno municipal exigirá un nuevo reparto de funciones. A día de hoy, Collboni solo dispone de cuatro tenientes de alcalde, pero tiene margen para ampliar esta cifra hasta una cantidad que no supere al número de miembros que conforman la Comisión de Gobierno, que actualmente son una decena.
Con este escenario, algunas competencias que ya se repartieron en el mandato anterior, como Ecología, Urbanismo, Vivienda, Cultura, Educación o Derechos Sociales, podrían caer en manos de BComú antes de finalizar este año.
También se deberán revisar los distritos, algunos especialmente delicados tras el desgobierno de los comunes en los últimos años, así como los Institutos Municipales. Collboni tendrá que decidir en qué cederá, siempre anteponiendo los intereses de un PSC que el pasado mes de mayo recibió un mayor apoyo electoral que el grupo que aún encabeza Colau.
En este reparto, independientemente de la cifra final de tenencias de alcaldía asignadas, también podría entrar algún nombre de las filas socialistas que no ha obtenido este nivel de responsabilidad tras la investidura. El pasado mes de febrero, Collboni anunció el fichaje de Lluís Rabell para sus listas, a quien postuló como teniente de alcalde de Participación Ciudadana y Pla de Barris en caso de alcanzar la alcaldía. El exlíder de los comunes en Catalunya, quien también presidió la Federació d'Associacions Veïnals de Catalunya (FAVB), se ha quedado, de momento, fuera de un tablero en el que todavía se pueden encajar muchas piezas.