El regidor del distrito barcelonés de Horta-Guinardó, Lluís Rabell, ha descartado colocar un sistema de pago para la entrada de los visitantes al recinto de antiguas baterías antiaéreas del Turó de la Rovira, más conocida como los búnkeres del Carmel. El representante del distrito ha descartado, tras anunciar el pasado 1 de septiembre que el Ayuntamiento estudiaba un sistema de control de accesos, colocar un sistema de entradas similar al de zonas como el Park Güell y optará por mantener su acceso público.

A principios del pasado mes las alarmas se encendieron entre los vecinos del barrio, una vez más, pues se temía que desde el consistorio se pretendiera mercantilizar el espacio y renunciar a devolvérselo a los habitantes del lugar. El Carmel es un barrio que lleva ya más de un año en pie de guerra por culpa de la masificación turística. Ahora, el nuevo regidor ha asegurado que nunca estuvo sobre la mesa esa medida y que lo que se busca es "cambiar el relato" para convertir el recinto en un lugar de "actividad cultural" y no de fiestas.

PROMOCIÓN CULTURAL

Aunque no ha entrado en detalles, Rabell ha añadido que el plan para los búnkeres pasa por reivindicar a los operadores turísticos que promocionen el espacio por su potencial cultural y no el festivo.

Y es que lo que era un rincón romántico de la ciudad, muy conocido por los jóvenes gracias a sus vistas, comenzó a publicitarse en agencias y redes sociales como un reclamo social por sus miradores y, en plataformas como TikTok, para la fiesta y el botellón.

Jóvenes se cuelan en los búnkeres de El Carmel / CEDIDA

Los efectos no se hicieron esperar. Miles de turistas subían a pie, en taxi, en VTC o en autobús hacia la zona museística, colapsando la movilidad. Vecinos de calles como Muhlberg, Gran Vista o Labèrnia explicaron a este digital que había veces que podían llegar a tardar más de una hora solo en salir de su calle en coche o en autobús. Por las noches, dormir era misión imposible. Casi cada día se celebraban raves ilegales en el espacio y el estruendo inundaba todo el barrio. Los fines de semana, de hecho, se organizaban fiestas con cientos de personas que contaban incluso con equipos de música profesionales.

CONTINUISMO

Todo ello sumado a agresiones esporádicas de turistas a vecinos, la suciedad y la degradación del espacio llevaron a los vecinos a manifestarse en varias ocasiones. Consiguieron que se levantara un vallado, además de un refuerzo policial que, si bien ha sido efectivo para reducir su intensidad, no ha puesto fin a los problemas.

Botellón en los búnkeres del Carmel, este invierno, un punto habitual en el que actúa la Guardia Urbana / METRÓPOLI - JORDI SUBIRANA

Así las cosas, la ya exconcejal Rosa Alarcón pidió paciencia para encontrar una solución definitiva. El objetivo del consistorio era el de convertir los búnkeres en una zona atractiva para el turismo cultural y desincentivar el turismo de borrachera. Se trata de una tarea difícil pues, todavía hoy en día, se pueden encontrar en TikTok vídeos en los que se promociona el lugar como espacio de fiesta. Ahora, el nuevo regidor recoge el testigo para continuar con la misma línea de acción.

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