Los resultados de los comicios municipales del pasado mes de mayo castigaron a los comunes. Tras quedar como la tercera fuerza del consistorio, el partido perdió dos ediles respecto a los resultados de 2019. Uno de ellos fue Jordi Rabassa, el exregidor de Ciutat Vella que vivió un alud de críticas a lo largo de cuatro años procedentes de los vecinos del mismo distrito, y al que Barcelona en Comú ha repescado meses después de recibir un revés electoral.
Jaume Collboni ha firmado un decreto de alcaldía este mes de octubre en el que, de acuerdo con la petición de los comunes, se nombra a Rabassa como asesor del partido de rango 5. Con régimen de plena dedicación, el exconcejal percibe desde el pasado 2 de octubre un sueldo ligeramente superior a los 3.000 euros, antes de la aplicación del código ético de los comunes.
PESADILLA EN CIUTAT VELLA
El paso de Rabassa por Ciutat Vella se recuerda como una pesadilla entre los vecinos. La inseguridad y la degradación de sus barrios pareció pasar desapercibida para el edil, que intentó obviar todas las problemáticas de un plumazo con el eslogan Ciutat Vella, un lloc on viure.
Apuñalamientos, robos, narcopisos e incivismo de toda índole se ha registrado durante los años en los que Rabassa se ha mantenido al frente de un distrito en el que el descontrol ha llevado a algunos residentes a abandonar sus barrios y buscar, entonces sí, un lugar donde vivir lejos de esta cascada de conflictos.
TURISMO Y TERRAZAS
El turismo y la restauración tampoco fueron predilectos de Rabassa. El exconcejal no dudó en compaginar su trabajo en el consistorio con el de twittero a tiempo parcial para expresar, una y otra vez, su rechazo a los visitantes. "Hemos sufrido unas aglomeraciones insoportables" o "el empresariado del turismo está satisfecho, pero esta situación no aporta nada positivo ni para las vecinas ni para la actividad económica de proximidad" fueron algunas de las 'joyas' que dejó en la rebautizada red X.
La ofensiva contra las terrazas puso el broche de oro a su gestión. Los restauradores también tuvieron que sufrir a un Rabassa que, en su punto álgido de persecución a la hostelería, llegó a abrir más de un centenar de expedientes a bares y restaurantes en tan solo una semana.