Las ciudades "deben funcionar" y esa ha sido la prioridad de Jaume Collboni desde que fue elegido alcalde de Barcelona. Los socialistas más veteranos, que tuvieron responsabilidades en la ciudad, le pedían, precisamente, ese requisito: “que todo funcione”, para diferenciarse del mandato de Ada Colau. Pero Collboni es consciente de que un alcalde debe marcar, también, un modelo de ciudad, un futuro que enganche a sus habitantes. Y lo quiere ofrecer con una “nueva centralidad”, que ha identificado, físicamente, con el núcleo de Glòries, con el distrito del 22@, a partir del Disseny Hub Barcelona (Dhub), el edificio llamado coloquialmente como “la grapadora”. Desde ahí quiere marcar su mandato con el acto ‘el alcalde responde’, el 29 de febrero, y desde ahí quiere explicar –esa es la voluntad—el acuerdo al que pueda llegar estas semanas con Esquerra Republicana. Es “la nueva centralidad”.
Se trata de buscar un punto intermedio no exento de ambición, con un acuerdo con los republicanos, cuyo grupo municipal en Barcelona se siente más libre después de la marcha de Ernest Maragall, aunque con el corsé, todavía, que impone Oriol Junqueras. Los socialistas entienden que las circunstancias han llevado a ese posible pacto –al que se llegará en las próximas semanas—después de coquetear con Junts per Catalunya, y siempre con la voluntad de distanciarse de los comunes, aunque se pueda colaborar más adelante, siempre que Ada Colau renuncie a estar presente en el gobierno municipal.
El equipo de Collboni considera que puede impulsar la ciudad desde esa “centralidad” política, y también desde esa centralidad física: la zona de Glòries, en plena transformación. Su acto, ‘el alcalde responde’, en el que se someterá a las preguntas de los medios de comunicación, se celebrará en el Dhub después de valorar otras propuestas. Se pensó en la Llotja de Mar, pero se descartó, al entender que la prioridad era marcar un nuevo centro de Barcelona. Y, con ello, Collboni se distancia de la elección de Ada Colau, que había protagonizado esos actos desde el Col·legi de Periodistes.
El PSC quiere marcar el mandato municipal a partir de ese momento, el 29 de febrero, con un pacto suscrito con ERC y la ambición de organizar un gran evento para repensar la ciudad, similar al de la Barcelona New Economy Week, organizado por el Consorci de la Zona Franca de Barcelona (CZB). Se trata de un certamen en el que habrá actos presenciales y también telemáticos desde el Dhub, para constatar que ese debe ser el icono de un nuevo centro de Barcelona, que sirva para relanzar el 22@, en plena transformación, aunque atraviesa una crisis que se considera “coyuntural”. El fomento de la llamada economía azul, con la reforma del Port Olímpic y un cambio también en la economía del centro de la ciudad, en Ciutat Vella, forman parte del plan de Collboni para un mandato que se entienda como “rupturista” respecto a los ocho años de Ada Colau al frente del Ayuntamiento.
La cuestión de la vivienda
En parte Collboni asume las críticas que ha recibido de la oposición. El cabeza de filas del PP, Daniel Sirera, que fue clave en la votación que dio la alcaldía a Collboni, ha sido claro en sus apreciaciones: “Más allá de la gestión, Collboni debe ejercer de alcalde de la ciudad, de líder de Barcelona con un proyecto concreto”, que, ahora, Sirera no sabe ver. El alcalde del PSC es consciente de que más pronto que tarde deberá demostrar que ese proyecto distinto existe, después de haber sido teniente de alcalde de Ada Colau en sus dos mandatos municipales.
Sin embargo, para proyectar un determinado modelo de ciudad es necesaria una mayoría de gobierno, y Collboni no dispone de ella. La única salida, por ahora, es un acuerdo con ERC que permita a los socialistas pactar, después, hacia la derecha o la izquierda, con Junts o con los comunes, con el grupo de Trias o con los concejales de Colau. Y eso, hoy, no está garantizado, con lo que están pendientes cuestiones tan determinantes como la vivienda.
Collboni desea cambiar la normativa que obliga a los constructores a reservar el 30% a vivienda pública en sus promociones. Tanto el alcalde Collboni como el teniente de alcalde de Economía, Jordi Valls, han señalado que la normativa –de Ada Colau—“no ha funcionado”. Pero no se ha establecido una alternativa, que pueda ser aprobada en el pleno municipal. Y ese sí sería un cambio “rupturista”.