Una complejidad enorme, porque todos los grupos velan por sus intereses a corto plazo. El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, busca sacar adelante las cuentas de 2024, con una inversión de 715 millones de euros que se podría perder. ERC es el grupo elegido para lograr que se remueva todo el tablero municipal. Y los republicanos quieren jugar, pero con importantes dudas. Por ahora, es el único grupo que ha mantenido un silencio público tras el anuncio de Collboni de que presenta, otra vez, los presupuestos de Barcelona. Ese silencio tiene una clara explicación: “la negociación está en marcha”, a la espera de que fructifique el próximo martes, cuando se reúne la Comisión de Economía del Ayuntamiento.
Los republicanos tienen un dilema. Los cinco concejales del grupo en el consistorio, capitaneados por Elisenda Alamany, quieren jugar, desean que se visualice su papel y están dispuestos a llegar a un acuerdo con el PSC que les permita entrar, incluso, en un gobierno de coalición. Pero la dirección de Esquerra no lo tiene tan claro. Es Pere Aragonès el que desea esperar. Tiene, en su propia mesa, un problema: los presupuestos de la Generalitat. Necesita que Salvador Illa, el jefe de la oposición, mueva ficha. Pero necesita, también, saber qué pasará, finalmente, con la Ley de Amnistía en el Congreso.
Esas dudas han llevado a una ralentización en las negociaciones, según las fuentes conocedoras de ese diálogo en el Ayuntamiento. Y los gestos se han intensificado en las últimas horas. El alcalde ha anunciado que se iniciarán las obras para conectar el tranvía de la Diagonal, entre Verdaguer y Plaza Francesc Macià. Se trata de un cambio de orientación, porque Collboni se había mostrado partidario de acometer ese tramo con cierta tranquilidad, incluso para un segundo mandato. Lo que era necesario ahora, señalaba, era finalizar la conexión hasta Verdaguer.
Es un claro guiño tanto a Esquerra como a los comunes, partidarios de esa conexión, mientras que JxCat la descarta. Xavier Trias, en la campaña electoral, se mostró contrario a alargar el tranvía hasta Francesc Macià, y apostó por un autobús eléctrico. Es una muestra de que todos los grupos intentan ahora moverse, especialmente el PSC, aunque con una bala en el bolsillo: si todo sale mal, Collboni podría presentar una moción de confianza, y los presupuestos se aprobarían de forma automática si no hay una alternativa política a Collboni.
La espera del PSC
Y de eso se trata. Los socialistas buscan que quede claro que esa alternativa es imposible. Para ello necesitan el apoyo de ERC y la abstención del PP en la Comisión de Economía del próximo martes. Tal vez con ello no consigan sacar las cuentas públicas de 2024, a la espera de la reacción que pudieran tener los comunes, pero constataría que no hay alternativa a Collboni en la posterior moción de confianza.
El caso es que Esquerra valora cada paso que pueda dar, mirando de reojo a JxCat y a la batalla cruenta que se establecerá en el seno de todo el independentismo en las elecciones autonómicas. Aragonès piensa si le conviene ese acuerdo en Barcelona, aunque pueda exigir el apoyo del PSC en los presupuestos de la Generalitat. En un segundo plano está Oriol Junqueras, el presidente de ERC, algo más favorable ahora a las tesis del grupo municipal, partidario de llegar a un acuerdo con el PSC.
Todo es muy frágil en la política catalana y barcelonesa en particular. Esquerra quedó dividida tras las elecciones para la presidencia de la federación de ERC en Barcelona. La concejal Eva Baró fue elegida presidenta de la federación, pero se impuso por la mínima a Patrícia Gomà, secretaria de Educació del Govern, 365 votos por 342 sufragios. Baró, arropada por la dirección de ERC, se ha visto en la tesitura de tejer distintas sensibilidades y buscar la mayor cohesión posible en un grupo de cinco concejales y con una militancia en Barcelona siempre combativa.
Sin embargo, ese trabajo se ha realizado en las últimas semanas, con asambleas internas en los diez casales de ERC en la ciudad. Y con una conclusión clara. Aunque no había votaciones, sí se instaló el acuerdo de negociar con el PSC un acuerdo de gobierno, sin los comunes. En los próximos días esa voluntad deberá o no traducirse en un pacto, por lo menos en facilitar la tramitación de los presupuestos. Es lo que espera el PSC, que también mira hacia el PP que encabeza Daniel Sirera, con la esperanza de que se abstenga.