En política, que dos partidos negocien o no se debe, en gran parte, a las similitudes ideológicas y las políticas que se quieran llevar a cabo. Pero hay otro factor que también entra en juego. Las relaciones personales. Como todo en la vida, es difícil trabajar codo con codo con alguien a quien no se le tiene cierta simpatía. En Barcelona es evidente que un acercamiento entre PP y ERC sería algo improbable. Pero ¿y entre ERC y Barcelona en Comú? No sería la primera vez. Republicanos y comunes mantienen una cierta afinidad ideológica. Uno de los deseos más repetidos por parte de los comunes es formar un "tripartito progresista" con PSC y ERC. Un deseo que, de momento, parece estar lejos de hacerse realidad. Es difícil llegar a un pacto si no se está dispuesto a hablar. Y, aunque los comunes supliquen un "gobierno de izquierdas" con socialistas y republicanos, dice mucho que Ada Colau y Elisenda Alamany no se hayan puesto en contacto para tratar este tema.
Las relaciones entre ERC y comunes son tensas en el Ayuntamiento de Barcelona, pero también en el Parlament. La negativa de En Comú Podem para aprobar los presupuestos de Aragonès en la Generalitat por el proyecto del Hard Rock en Tarragona terminó con la convocatoria de elecciones catalanas el 12 de mayo. Este escenario traslada las tensiones en el consistorio barcelonés, donde Esquerra no ha dudado en alejarse de los comunes.
Colau y Alamany, del amor al rencor
La líder de ERC en Barcelona acusó a la formación de Colau de entrar en una “lógica que contamina e intoxica toda la acción institucional” y calificó a los comunes de ser un “lastre” y un “riesgo para que Barcelona avance”. La respuesta por parte de los comunes no se hizo esperar. Su portavoz, Janet Sanz, reprochó a Alamany que criticase la formación “siendo una persona que viene de aquí”.
Y es que las relaciones entre republicanos y comunes fueron desastrosas en el Ayuntamiento con Alfred Bosch al frente de ERC en Barcelona hasta 2018, cuando fue sustituido por Ernest Maragall. El nuevo líder dio un giro de 180 grados y ayudó a mejorar las conversaciones entre ambos partidos. El papel de Maragall en el consistorio se caracterizó por hacer una oposición más suave que su antecesor. Sin embargo, esta incomodidad se endureció tras el resultado de las elecciones municipales y se ha reforzado con el liderazgo de Alamany y la situación actual en el Parlament.
El vínculo entre Alamany y Colau viene de lejos. La ahora líder de Esquerra en Barcelona inició su carrera política en los comunes. Fue portavoz del partido en el Parlament hasta que abandonó la formación para unirse a la lista electoral de ERC para las municipales de 2019 con Maragall. El fichaje de Alamany acabó de romper las relaciones cordiales entre ambos grupos. Colau criticó duramente esta decisión y lo tachó “de tacticismo de bajos vuelos” y acusó a Alamany de “tener mucha ambición” y de “no conocer la ciudad”.
Reproches y trapos sucios del pasado
Ambas dirigentes han aprovechado para sacar los trapos sucios de sus contrincantes. Por un lado, los republicanos han hecho referencia a las reiteradas ocasiones que ha tenido el partido de entrar en el gobierno y que por culpa de los comunes se quedaron a las puertas. La primera ocasión fue en 2019, cuando Ernest Maragall ganó las elecciones, pero un pacto entre Colau y Collboni lo dejó fuera. La última, en las pasadas elecciones de 2023, en las que los republicanos llegaron a un acuerdo para investir al ganador Xavier Trias, pero los de Ada Colau votaron a favor de la investidura de Collboni.
Esta mala sintonía también la secundan las bases de ERC. En enero de 2024, el partido celebró varias asambleas para decidir los pasos en el Ayuntamiento de Barcelona. Los militantes y la dirección hablaron sobre las conversaciones con el PSC y la posibilidad de entrar o no en un posible gobierno con Collboni. Todo esto sin tener en cuenta a los comunes, ya que en ningún momento se hizo referencia al partido de Colau.
De hecho, poco después de la celebración de estas asambleas, Esquerra llegó a un acuerdo con PSC para los presupuestos de Barcelona. Un primer paso que blindó un acercamiento entre ambos partidos y que demostró la animadversión por los de Colau.
Salvo por acuerdos puntuales, la relación entre republicanos y comunes ha estado llena de reproches. Colau señaló "una conjura" contra su partido organizada por ERC y por el PSC. La líder de Barcelona en Comú consideró que todo se ha situado en su contra, por una voluntad política de republicanos y socialistas para marginar a los comunes. Sus acusaciones se centraron más en los independentistas, porque el partido de Colau se ha sentido más cercano a ellos en los últimos años, y ahora ve una especie de traición.
El escenario que ahora se abre por el avance electoral deja incógnitas. La primera, sobre un posible pacto entre ERC y PSC para gobernar en Barcelona. Las elecciones catalanas reabren la competición entre socialistas y republicanos, a la carrera para hacerse con la presidencia, aunque Alamany dejó claro que "aquí no cambia nada". La segunda incógnita, ¿un tripartito? La entrada de los comunes es poco probable debido al bloqueo que han causado en ambas instituciones y las relaciones con el resto de partidos. Pero nada está claro y, aunque ERC, PSC y comunes desean un "gobierno de izquierdas" en Barcelona, será el resultado de las elecciones del 12 de mayo lo que marcará el camino que seguir.