Los comunes están de celebración este fin de semana. Catalunya en Comú (CeC), el partido paraguas, celebra su cuarta Conferencia Nacional, en la que se elige una nueva dirección y una nueva hoja de ruta. En realidad, es un lavado de cara para que nada cambie: los dirigentes serán los mismos, con algunas variaciones en sus áreas de influencia, pero sí cambian los equilibrios internos, en los que el sector de Ada Colau sale perdiendo y cede terreno ante los ecosocialistas que provienen de ICV.
El cambio más importante se producirá en la cúpula de la organización, que pasará de ser un tridente a ser un ‘bidente’. Hasta ahora, la cúspide estaba formada por Ada Colau, Jessica Albiach y Candela López. A partir de este fin de semana, esa cúspide queda limitada a Candela López y Gemma Tarafa, la mano derecha de Colau en el Ayuntamiento de Barcelona.
Un cuidado equilibrio
Es un reparto al 50% del poder en las alturas, una asignación de funciones a medias entre la 'coaluista' Tarafa y la ecosocialista López. En la segunda fila, esa división de poderes vuelve a repetirse: los portavoces serán Gerardo Pisarello y Aina Vidal. De nuevo un colauista (Pisarello fue teniente de alcalde en la primera legislatura de Colau) frente a una representante de la antigua ICV.
La bicefalia de los comunes se escenifica también en el Consejo Nacional del partido, que contará con dos presidentas: la colauista Agnès Petit y la ecosocalista Laura Campos, exacaldesa de Montcada i Reixach. Se trata de un equilibrio pensado para mantenerse en el tiempo y que no pisa callos ajenos.
Tensión interna
Fuentes internas de los comunes reconocen que los ecosocialistas pueden ganar peso específico en esta asamblea. Y que, bajo la aparente normalidad de la cita, hay más tensión de la que se aparenta.
En realidad, hay sectores de ICV que consideran que es la hora de recuperar terreno y que los comunes les deben mucho más a ellos que ellos a los comunes. Entre otras cosas, porque los cuadros más preparados que han entrado en la política municipal e incluso en la alta política autonómica y estatal, provienen de las filas de ICV, ya que tenían experiencia previa de gobierno.
Así, los viejos excomunistas han conseguido que uno de sus puntales, Joan Mena, sea nombrado secretario de Coordinación, un cargo de nueva creación. Pero Colau ha logrado meter a los suyos en lugares también clave: Jaume Asens, exteniente de alcalde y hombre de confianza de la lideresa, será responsable institucional en Europa, dado su cargo como eurodiputado.
Sin embargo, los que en este campo cortarán el bacalao serán el ministro Ernest Urtasun (proveniente de ICV), como responsable institucional a nivel de Estado, y Jessica Albiach, responsable institucional a nivel de Cataluña, como líder del grupo de los comunes en el Parlament.
De nuevo, el reparto de círculos de poder dentro de la organización. Las relaciones institucionales en Barcelona y en el Parlamente, en cambio, se quedan en manos de los de ICV, con Janet Sanz y David Cid como responsables respectivamente, lo que apunta a un predominio de los ecosocialistas en este sector crucial.
Los puntales de Colau
Por el contrario, Colau distribuyó otros cargos entre personas de su confianza para mantener el equilibrio y no perder cuota de poder. Eloi Badia, a quien introdujo con calzador en las listas autonómicas, pero que pinchó en Girona y no sacó escaño, será el responsable de Programa, mientras que Adrià Alemany, expareja de Colau, será el secretario de Proyectos y Relaciones Políticas.
Marc Serra, otro de sus pupilos (proveniente, además, del Observatorio DESC), a quien había entronizado como concejal en la pasada legislatura, será el representante de los comunes en la Diputación de Barcelona y su fichaje Jordi Martí, proveniente de las filas del PSC, será el Enlace con el Govern. El Enlace con Barcelona será otro de sus discípulos de los comunes: Max Cahner, a quien hizo fichar como asesor municipal.
La lideresa también ha impuesto a Enric Bárcena como responsable de Movilización y Participación, así como a Lucía Morale como encargada de ser Enlace Gubernamental y a la polémica Tània Corrons como responsable de Organización Territorial, junto a Lídia Muñoz Cáceres, la alcaldesa de Sant Feliu de Llobregat que tiene una vieja trayectoria en las filas de los ecosocialistas.
El sector de ICV, por su parte, se queda con el área de Coordinación Institucional, pilotada por otro veterano: Josep Vendrell.
La lideresa, en la recámara
En el organigrama no aparece en ningún puesto Ada Colau. ¿Significa eso que la lideresa se queda al margen? Ni mucho menos: seguirá al frente de la locomotora, pero en la recámara, cargando pilas con el fin de presentarse de nuevo como aspirante a alcaldesa en 2027.
Una decisión que no sólo fulmina sus promesas en 2015 de presentarse a una sola legislatura, sino que también hace añicos el código ético de los comunes, en cuyos estatutos se prevé que un candidato puede presentarse solo dos veces a un cargo y, excepcionalmente, tras un proceso interno, una tercera vez.
Si Colau concurre como alcaldable en 2027, será la cuarta legislatura que es cabeza de lista, lo que pulveriza todas las limitaciones de las que los comunes habían hecho gala para evitar la perpetuación en los cargos.
En el partido, reconocen que Colau es la mejor carta de presentación que tienen y la única con tirón suficiente para aspirar a reconquistar la alcaldía de la capital catalana. El interés ahora es alejar a la lideresa del foco mediático barcelonés, que no sea blanco de críticas y que se serene la imagen pública que se tiene de ella para hacerla aterrizar de nuevo como la gran esperanza blanca de la izquierda en Barcelona.
Cambio de funciones
El cónclave de este fin de semana tiene como objetivo, precisamente, hacer crecer al partido para preparar las elecciones municipales de 2027, que teóricamente deben ser el punto de inflexión para la remontada. Y la principal baza que tienen es conquistar de nuevo la ciudad de Barcelona.
Los comunes publicitan la Asamblea Nacional como la renovación de la organización. Afirman que en la Ejecutiva hay un 43% de caras nuevas, pero eso es porque los miembros han pasado de 20 a 47. “Sólo tres personas mantienen las mismas funciones ejercidas hasta ahora al frente de áreas ejecutivas de la organización”, dice CeC en un comunicado.
Lo cierto es que hay algunas que se han ido tras la ruptura con Podemos y otras han cambiado de funciones. Incluso algunos han entrado por la confianza depositada en ellos por la lideresa, pero que ya tenían ascendencia en las filas del partido, por lo que no representa ninguna novedad: antes mandaban (o influían) sin cargo y ahora mandan (e influyen) con cargo oficial.