El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, y la concejal de los comunes Janet Sanz, en una imagen de archivo

El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, y la concejal de los comunes Janet Sanz, en una imagen de archivo Europa Press

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Sectores de los comunes plantean un frente con ERC y CUP para orillar al PSC

El núcleo duro de Colau estudia una nueva estrategia que rompa con el pasado y busque nuevos socios, incluso a nivel estatal, y nuevos horizontes

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Lo que era una posibilidad lejana es ahora una realidad más cercana: el alejamiento definitivo de los comunes respecto a los socialistas, la ruptura del tradicional e histórico frente de izquierdas para abordar otra hoja de ruta.

Los comunes nunca se han llevado bien con sus primos los socialistas. La personalidad de Ada Colau agregó arenilla en las relaciones. Pero la elección de Jaume Collboni como alcalde y su estrategia de ciudad para que vuelva a su condición de gran urbe, ubicada además en el panorama internacional, acabó de deteriorar las relaciones.

Colau nunca soportó que Collboni no la consultase para cada paso que daba y desde el mismo momento de las elecciones municipales del año pasado lleva haciéndole la vida (política) imposible.

Los comunes han emprendido una ofensiva a todos los niveles contra el alcalde de Barcelona. Temas como los transportes, la vivienda o el turismo han sido instrumentalizados para organizar manifestaciones contra las decisiones de Collboni, que teóricamente es el aliado de los comunes.

Y en la anterior legislatura fue el leal socio de gobierno que nunca creó un problema público a la alcaldesa, pero no se puede decir que ahora Barcelona en Comú (BeC) le devuelva el savoir faire.

El nuevo tripartito

Los días de vino y rosas se han acabado y los comunes buscan ahora nuevos socios. En ese empeño, un sector de Barcelona en Comú ha hallado la piedra filosofal: crear un frente de izquierdas sin el PSC.

Para los socialistas, eso es “como intentar hacer una tortilla sin querer romper los huevos”. Pero la cosa va en serio. La primera piedra de esa nueva filosofía comunera ya está puesta para levantar sobre ella el edificio: la receta es aliarse con ERC, la CUP y otros movimientos de la ultraizquierda.

Ada Colau y Janet Sanz, en un acto / EFE

Ada Colau y Janet Sanz, en un acto / EFE

Esto es necesario porque, como advierte la BeC a su militancia en el mensaje, “los últimos ciclos electorales han mandado a ERC, los comunes y la CUP al rincón de pensar”.

Lo dice, además, expresamente, uno de los peones de Ada Colau, Max Cahner, que la anterior legislatura fue nombrado asesor municipal y, en la actual, oficia como asesor en la Diputación y miembro de la dirección ejecutiva de BeC.

“Las fuerzas de izquierdas, desde la CUP hasta la propia ERC, pasando por los comunes, hemos de demostrar que somos capaces de transformar las incertidumbres en certezas y las divisiones en unidad de acción”, es la tesis que defiende Cahner y que fue enviada recientemente en una comunicación por el partido a los activistas.

Las dos vertientes de la maniobra

Nada se deja al azar. La estrategia tiene un alcance de hondo calado político y estratégico. “Encarar con éxito el nuevo ciclo político pasa por renovar nuestras organizaciones, nuestra cultura política a la hora de construir alianzas más allá de las contiendas electorales y ser capaces de trabajar para que una mayoría popular lidere una nueva oleada de conquistas de derechos y libertades”.

Se trata, en definitiva, de dinamitar el tablero político, de crear un nuevo Tripartito, pero sin el PSC, expulsando a los socialistas del espectro de la izquierda. Una apuesta arriesgada y hasta cierto punto inviable, porque ha de contar con la aquiescencia de los republicanos y los cuperos.

Ada Colau con su nuevo look junto al exconcejal Jordi Martí y el Ministro de Cultura, Ernest Urtasun

Ada Colau con su nuevo look junto al exconcejal Jordi Martí y el Ministro de Cultura, Ernest Urtasun PATRYCIA CENTENO

La maniobra tiene dos vertientes: una puramente política, para marcar perfil propio y al mismo tiempo distanciarse del PSC; y, por otro lado, una vertiente estratégica, que trata de acorralar a los socialistas y empujarlos hacia el centro para copar el espectro del electorado de izquierdas.

Se trataría, en definitiva, de acotar el terreno electoral del PSC para posicionarse de cara a las municipales de 2027, que están a poco más de dos años vista.

Es más, en algunos ambientes de los comunes se habla abiertamente de intentar concurrir a las elecciones municipales de 2027 con un frente de comunes, ERC y la CUP para recuperar la alcaldía de Barcelona.

Colau se distancia de Díaz

A este escoramiento hacia un frente radical y extremista contribuye el alejamiento de Ada Colau de su antigua amiga Yolanda Díaz. Colau esperaba un ministerio tras la formación del Gobierno de Pedro Sánchez, pero no obtuvo ni reconocimiento en Barcelona por parte de Collboni ni una plaza en el Consejo de Ministros.

De hecho, según fuentes internas de los comunes, el gesto de dejar fuera a Colau fue recibido como un desaire en algún momento, aunque Ernest Urtasun sí pudo acceder a la cartera de Cultura. Pero Urtasun es de los enemigos de Colau, ya que proviene del sector de ICV, en pugna con los comuneros que provienen de los movimientos sociales igual que Colau.

La lectura que se hace desde algunos sectores de los comunes es que la decisión de descartar a Colau para ministra significa un antes y un después en las relaciones de los comunes con otros movimientos similares a nivel estatal. Y, por ende, un distanciamiento con las políticas de Sumar. Tanto como para permitir a Cahner y al núcleo duro de Colau mirar hacia otro lado buscando otros socios y otros horizontes.

Sin retorno al pasado 

La tesis sustentada ahora es que “el agotamiento de un ciclo político y la incertidumbre de la fórmula que tomarán las alianzas estatales impacta de pleno en un momento político de un espacio que con apenas una década de existencia se ha visto sometido a cambios de nombre, de caras visibles y de alianzas.

Colau y Collboni, cuando firmaron el pacto de gobierno en 2016 / EFE

Colau y Collboni, cuando firmaron el pacto de gobierno en 2016 / EFE

La pulsión desconfluyente en el ámbito estatal planea sobre el espacio político de los comunes, a pesar de compartir diagnósticos, agendas y propuestas programáticas dentro de la pluralidad de actores que forman parte”. El mensaje oculto es que a los comunes los han expulsado de las parcelas de poder de Sumar. O sea, que las confluencias comienzan a desconfluir.

La nueva estrategia deja entrever que las alianzas anteriores, tanto en Cataluña como a nivel estatal ya no son válidas. Hoy, los comunes tienen menos peso que nunca en la izquierda española y eso es algo que necesitan revertir.

Para el núcleo duro de BeC, “la apuesta para salir del callejón sin salida en el que nos encontramos tanto los comunes como el resto de las fuerzas de izquierdas, pasa por rehuir toda pulsión de repliegue identitario que comporte un retorno a las lógicas del pasado y asumir el reto de organizar los anhelos de progreso de una sociedad catalana cansada de ver cómo los partidos apuestan por lógicas competitivas y no colaborativas”.

Por ello, considera que “el futuro necesita nuevas respuestas y un nuevo espíritu colectivo que pasa por consolidar un espacio común abierto a colaborar con el resto de espacios de izquierdas”.