Interior del teatro Arnau

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El plan de Barcelona para recuperar el último 'teatro de barraca': inversión millonaria en el histórico Arnau del Paral·lel

El último ‘teatro de barraca’ derribará parte de la estructura, pero no tocará la muralla sobre la que se asienta: estará listo para diciembre de 2026

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Una de las grandes promesas en materia cultural encara su última fase. Tras casi dos décadas esperando una solución, el mítico Teatre Arnau está a punto de realizar la gran transformación de su historia y renacer de sus cenizas. El edificio, que se cae a trozos en la plaza Raquel Meller (en la confluencia de la avenida del Paral·lel y la calle Nou de la Rambla), cobrará vida dentro de 20 meses.

El motivo es que la empresa Roig Construcciones y Servicios firmó el pasado 4 de abril el contrato para rehabilitar el histórico Teatre Arnau, en el Paralelo. La obra costará casi 9,5 millones de euros, según el contrato, al que ha tenido acceso Metrópoli, y deberá estar lista en un plazo de 20 meses, es decir, a finales de diciembre de 2026.

Una historia de altura

Con la firma de este contrato, el alcalde Jaume Collboni cumple su promesa de desencallar el proyecto del teatro que encumbró a Raquel Meller o La Bella Dorita (y que en un tiempo llevó el nombre del famoso Folies Bergère). En sus instalaciones se grabó el programa Ven al Paralelo, presentado por Sara Montiel y durante un breve periodo en los años 80 fue cine.

El 17 de abril de 1994, hace 31 años, cerró temporalmente por problemas económicos y se mantuvo con una actividad intermitente hasta que en julio de 2005 cerró definitivamente su telón. Tras muchas vicisitudes y algunos intentos de convertirlo en geriátrico o en iglesia, el Ayuntamiento de Barcelona lo compró en febrero de 2011 por 2,6 millones de euros, con la intención de construir allí un equipamiento para el barrio.

El futuro Teatre Arnau / AYUNTAMIENTO DE BARCELONA

El futuro Teatre Arnau / AYUNTAMIENTO DE BARCELONA

Teatro nómada

En 2015, su nombre surgió como posible sede del Museo de las Artes Escénicas, pero pronto se descartó esa finalidad y se pensó en su derribo. En 2018, diversos colectivos del barrio le dieron nueva vida organizando actividades en su nombre mientras durasen unas hipotéticas obras que lo rehabilitasen: fue un teatro nómada, un teatro sin sede que esperaba un nuevo soplo de vida que parecía que no llegaría nunca.

El teatro, con una superficie de 719 metros cuadrados, tiene una geometría trapezoidal y está protegido por el Catálogo de Patrimonio con un nivel C. Esto significa que es un bien de interés urbanístico, cuya competencia es exclusivamente municipal.

Último teatro de barraca

“El objetivo es recuperar la esencia del Teatre Arnau y su patrimonio arquitectónico y adecuarlo a los usos y requerimientos técnicos actuales para que pueda volver a entrar en funcionamiento. La nueva actividad que se produzca girará en torno a tres ejes: las artes escénicas, la memoria y la comunidad y territorio”, dice un informe de la empresa municipal BIMSA.

Dicen los documentos municipales que el Arnau “es el último ejemplar de ‘teatro de barraca’ que queda en pie y por eso se considera que tiene un valor significativo, ya que representa un legado de interés histórico que merece conservarlo y reconvertirlo para poder utilizarlo de nuevo”.

Una de las paredes de la vetusta edificación conserva aún restos de la antigua muralla de Barcelona, que es preciso conservar. Sin embargo, se redistribuirá totalmente su interior y tendrá, además de sala grande de teatro, una sala de ensayos, almacén y taller escénico o sala de descanso de los actores. En resumen, una parte se derruirá totalmente, pero otra parte ha de conservar su estructura al estar protegida.

Una muralla protegida

Según los técnicos municipales, el volumen principal del teatro se compone de tres naves alargadas haciendo fachada con el Paral·lel y con Nou de la Rambla. Precisamente una de las características de los teatros de barraca es la tipología de nave de tres cuerpos, cuya estructura conserva este edificio, “con pilares de madera y cabalgaduras metálicas en cubierta”.

Su gran peculiaridad es que “además de ser el último teatro de barraca, el Arnau queda justamente sobre la muralla medieval de Barcelona, que está declarada monumento histórico en la categoría BCIN según el decreto del 20 de abril de 1949 y, por tanto, es preciso conservar intacta todo lo que queda de muralla”, dicen los documentos municipales.

El teatro Arnau del Paral·lel, totalmente abandonado y apuntalado, será rehabilitado / JORDI SUBIRANA

El teatro Arnau del Paral·lel, totalmente abandonado y apuntalado, será rehabilitado / JORDI SUBIRANA

La categoría BCIN es la más elevada en el rango de protección de un bien y su calificación la dona la Generalitat. En esa categoría se encuadran zonas arqueológicas o paleontológicas, conjuntos históricos, monumentos históricos, jardines históricos, lugares históricos o zonas de interés etnológico.

Reforzar los cimientos

La gran dificultad no reside sólo en las endebles estructuras verticales, sino en los cimientos, ya que “es preciso recalzar todo el edificio porque los fundamentos son insuficientes”. Esa operación de cirugía será aprovechada para ubicar cortinas de micropilotes para agrandar la planta subterránea. Además, ha de rehacerse toda la estructura para cumplir con los requisitos de estanqueidad, aislamiento acústico y térmico y de protección del fuego, elementos de los que carece la actual estructura.

El área del Café Arnau, que no era original de la edificación de 1903 y que se encuentra en ruinas, será derribada en su totalidad porque no tiene valor patrimonial. El espacio entre la fachada del café hasta el volumen de la caja escénica será reconstruido en su totalidad. A partir de ahí, se ha de preservar la volumetría del edificio “porque estas edificaciones establecen la relación urbana y arquitectónica del conjunto del teatro con la edificación del final del Raval”.

Seis licitantes

Para realizar la obra, el Ayuntamiento abrió un concurso público, al que se presentaron seis ofertas. Una de las ofertas fue rechazada por los responsables municipales por entender que era una baja temeraria, al ofertar hacer las obras por 130.000 menos que la oferta más económica. Una vez requerida la documentación justificativa de ese precio, los expertos dictaminaron que no quedaba garantizada la idoneidad de la oferta, por lo que fue excluida.

Al final, la oferta ganadora fue la de Roig Construcciones y Servicios, empresa es propiedad de la familia Roig Ayuso, que posee un potente grupo empresarial que trabaja tanto en construcción como en interiorismo.