Al pie del cañón y con Twitter siempre a mano. Así se encuentran casi 800 taxistas en su lucha contra la “competencia desleal” de Cabify, la compañía online de alquiler de vehículos con conductor. A modo de visibilizar los “fallos” de la aplicación, reúnen y comparten las quejas de los clientes y trabajadores de Cabify que estos efectúan a través de las redes sociales. “En seis meses hemos contabilizado más de 1.400 quejas”, cuenta Tito Álvarez, portavoz de Elite Taxi Barcelona, a Metrópoli Abierta. La guerra está declarada y ellos la llaman así: tormenta twittera.
Después de varias manifestaciones y de ganarle al pulso a Uber con la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), que dictaminaba que la famosa app tendrá que acatar la ley, ahora centran sus esfuerzos en derribar a Cabify. El 30 de octubre de 2016, taxistas de Barcelona y otros de Valencia empezaron a recopilar quejas: cuentas bloqueadas, imposibilidad de cancelación, importes que no se corresponden o la gran subida de precio en diciembre son algunas de las más frecuentes que los usuarios de Cabify han compartido en las redes.
“Nuestro objetivo es dar visibilidad a los problemas y abusos”, cuenta el taxista Carlos Expósito –que también forma parte de la tormenta twittera– a Metrópoli Abierta. No solo quejas de clientes, sino también de los propios conductores de Cabify, que denuncian sus condiciones de trabajo. “Por ejemplo, uno se quejaba que ahora la empresa les obliga a pagar las multas”, añade.
En este sentido, los taxistas rastrean y comparten todas estas quejas de forma independiente, apoyándose los unos a los otros con una doble finalidad que es, según cuenta Carlos Expósito “informar a la gente de lo que pasa con Cabify e informar a la misma vez de nuestro servicio”.
SIN ATENCIÓN AL CLIENTE
Todas estas quejas se canalizan a través de las redes sociales porque la aplicación no dispone de un servicio de atención al cliente directo. “No tienes a nadie físicamente a quien puedas acudir”, cuenta Carlos indignado, ejemplificándolo con el caso de un grupo de chicos que el conductor echó del coche con insultos homófobos. Debido a la facilidad de formar parte de la aplicación como conductor, estos mismos entran en el equipo sabiendo que es inestable. “Hay mucha rotación de trabajadores por eso no han creado ningún sindicato ni grupo de defensa”, cuenta Carlos Expósito.
LE COBRAN 3.500€ POR UN ERROR INFORMÁTICO
El último caso más sonado ha sido el de un madrileño al que le cobraron ni más ni menos que 3.500€ por un viaje de 20 km. Según Cabify, en la factura aseguraban que el cliente había viajado hasta al golfo de Guinea. El usuario, Emilio Rotondo, impotente por no poder contactar con nadie de Cabify, lanzó un mensaje en su cuenta de Twitter: “Dos reclamaciones y ni una respuesta. Me habéis hecho un daño irreparable”.
Los taxistas, en cuanto supieron del caso, decidieron compartir la injusticia hasta conseguir que 11 días después del viaje y cinco después del cobro, el cliente recuperara el dinero y Cabify le indemnizara con 15€ para gastar en sus servicios. “La empresa no se encarga de nada, si no le damos visibilidad a ese señor, ni se enteran”, cuenta Carlos. Tras el desenlace, Rotondo lanzó un tweet de agradecimiento.
La energía de los taxistas es inagotable. Además de la lucha que mantienen en las redes, a principios de enero un hacker barcelonés toreó a Cabify creando en menos de una semana más de un millón de falsos usuarios de la aplicación, amenazando con provocar un tremendo cortocircuito en la base de datos de la empresa. Sin embargo, según cuenta Tito Álvarez, el hacker “no ha vuelto porque tiene miedo que lo trinquen”. Si algo está claro es que los taxistas se entregan a la causa. "Somos unos intensos”, dice Álvarez riendo, en clave irónica, sobre ellos mismos: los miembros de la tormenta twittera.