La T-Mobilitat estará implementada en el transporte público de Barcelona en el 2023, el próximo año. En eso confía el director general de la Autoritat del Transport Metropolità (ATM), Pere Torres. Torres ha anunciado esta mañana en la Comisión de Urbanismo del Ayuntamiento que espera que "desaparezcan definitivamente las tarjetas magnéticas y solo exista la T-Mobilitat".
Esta implementación se hará de manera progresiva: antes del verano del 2022 se incorporarán dentro del sistema los títulos T-Casual, T-16 y T-Familia. Estos se sumarán así a la T-Usual, la T-Jove y a los títulos de familia numerosa.
SOBRECOSTE DE 37 MILLONES
Seis años después, la T-Mobilitat no ha entrado todavía en vigor y acumula ya un sobrecoste de al menos 37 millones de euros. Del coste inicial de 58 millones, la inversión friega ya los 95 millones.
El contrato con la unión temporal de empresas (UTE) SOC Mobilitat –formada esencialmente por La Caixa, Indra, Fujitsu y Moventia– se firmó en 2014 coincidiendo con el cambio de gobierno en Barcelona. La alcaldesa entrante, Ada Colau, quiso revertir el contrato para evitar, según dijo en aquel momento, que los datos personales de los usuarios acabasen en manos de empresas privadas. Las negociaciones llevaron finalmente a blindar la protección de datos, aunque se tuvo que indemnizar a las empresas por el retraso.
UNA TARJETA "COMPLEJA"
Para justificar el retraso, Torres aseguró hace semanas que la T-Mobilitat no es una tarjeta sin contacto, sino un nuevo nivel de integración del sistema de transporte público de la ATM. "La mayoría de tarjetas sin contacto que existen en el mundo son de un solo operador. No existe hoy en día, y si está la desconozco, una operación con la complejidad de la T-Mobilitat", añadió Torres en unas declaraciones a la prensa.
El director general de la ATM también señaló que el proyecto se diseñó con "exceso de optimismo" en cuanto a las tecnologías que se desarrollarían, los plazos necesarios y la facilidad con la que podrían converger los diferentes sistemas.