Ciutat Meridiana pide el sí… por la vida digna
El barrio más pobre de Barcelona antepone sus problemas de subsistencia a la cuestión del referéndum por la independencia
23 septiembre, 2017 19:03Noticias relacionadas
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Arrinconada en el extremo norte de Barcelona, Ciutat Meridiana es el barrio más pobre de la capital catalana, con una media de cuatro o cinco órdenes de desahucio por semana y unas 250 viviendas ocupadas por familias con serios problemas de subsistencia. Los muchos comercios cerrados y los servicios municipales con graves deficiencias dibujan un paisaje urbano en el que las esperanzas de prosperidad mantienen el foco político en un segundo plano.
“La mayoría de vecinos estamos hartos de que solo se hable de la independencia, porque los problemas del barrio son los problemas de la vivienda, del paro, de la comida… Son terrenales y no políticos, de las alturas”, esgrime Filiberto Bravo, presidente de la Associació de Veïns i Veïnes Ciutat Meridiana. “Tanto los políticos de un lado como los del otro, ¿Piensan en nosotros o en su bolsillo? Aquí nos tienen totalmente olvidados”, lamenta.
La vida en este extremo de Barcelona parece avanzar a un ritmo más pausado. La poca presencia de coches, los comercios a medio gas y los parques repletos de niños dan un aire apacible a un entorno lastrado por el peso de la crisis y que, políticamente, es el principal bastión unionista de la ciudad: en las pasadas elecciones del 27-S Ciudadanos, PSC y PP lograron aglutinar el 65,2% de los votos de Ciutat Meridiana. El porcentaje más elevado de la capital catalana.
“Este es un barrio emigrante. Mi madre era de Cáceres y mi padre de Sevilla, y yo soy nacido en Barcelona y me siento catalán y quiero la independencia, aunque no de la forma en la que se está haciendo”, razona Juanjo Hernández, cocinero de 50 años que marca una clara distinción generacional: “Hay una gran diferencia entre la opinión de la gente posterior a mi generación, la gran mayoría procedentes de distintos puntos de España, y los anteriores a la mía”.
Lo cierto es que el debate sobre el referéndum por la independencia de Catalunya es uno de los temas que más se trata en los distinto foros del barrio. “Los que somos de toda la vida de aquí hablamos de ello sin ningún problema y de forma habitual”, expresa Agustín, jubilado que se declara “raro en el barrio” porque es federalista. “Hay mucha gente mayor de Ciutat Meridiana dolida con la posibilidad de independizarse de España porque están muy arraigados a sus orígenes”, comenta, por su lado, Mario, que regenta el quisco situado cerca de la parada de metro. “Lo que sí puedo asegurar es que nunca he oído hablar de este tema a ningún joven del barrio, ellos sí que pasan de esto”, añade.
A las cinco de la tarde las escuelas de Ciutat Meridiana se empiezan a vaciar. La multiculturalidad del barrio se muestra enfrente de la puerta de los centros escolares, donde los adolescentes se arremolinan planeando donde pasar el resto de la tarde. La escuela Mare Alfonsa Cavín, de carácter religioso, es uno de los centros educativos más populares de Ciutat Meridiana. Y fue el lugar de Barcelona que sumó más ‘No’ en la celebración de la consulta del 9-N, con un 16,7% de votos en contra de la independencia de Catalunya, pese el llamamiento a la abstención por parte de todos los partidos unionistas. La media del ‘No’ en el conjunto de la ciudad fue del 4,49%, cuatro veces inferior al de Ciutat Meridiana.
“El día 1 de octubre haré lo mismo que hago cada día… Y en el barrio será poca la gente que irá a votar si es que se vota… Porque aquí tenemos otros problemas en los que pensar”, opina Bravo. Para Elena Jubany, en cambio, el referéndum sí que es importante: “Llevo en el barrio desde 1965 y mi sentimiento es distinto a la mayoría de Ciutat Meridiana… De hecho, en mi escalera, de las 13 familias que hay, nosotros somos la única que habla catalán”.
‘Villa Desahucio’, como ha sido apodado el barrio, ha perdido población con la crisis. Muchas personas han tenido que marchar y más de 200 familias acuden a la Cruz Roja en busca de alimentos. La lucha vecinal ha sido constante desde sus orígenes en los años 60 y ha ido logrando suministros y servicios a base de reivindicación que han mejorado la vida de sus habitantes. La sensación de ninguneo por parte de las fuerzas políticas en todos los ámbitos es general entre todos los vecinos. “Estamos olvidados en todos los sentidos. Pero somos Barcelona también… Como ejemplo, para los Juegos Olímpicos pusieron unas pantallas gigantes en la autopista que parece que eran para tapar el barrio y que éste no se viera y luego instalaron el ‘Benvinguts a Barcelona’ en la Trinitat, como si la ciudad empezara a partir de ahí y no es el caso…”, explica Hernández.
La presencia de banderas independentistas o españolas en los balcones es muy baja en comparación con los puntos más céntricos de Barcelona. “Aquí no pensamos ni en repúblicas, ni en monarquías ni en estados… Lo que queremos es vivir en un lugar sin tener que pensar en si van a venir a desahuciarme hoy o en si podré comer o en si voy a encontrar trabajo… Esto es lo principal y lo demás es secundario”, resume Bravo.
Y zanja: “Queremos un estado donde sea digno vivir”.